Capitulo XX: Roma

13 3 6
                                    

(Roma, 627 a. C)

Megacles lo tomó de la mano dirigiendo al antolí—Ya verás te voy a llevar al circo, te va ha encantar— le exclama sonriente.

Arzawa solo sonrió y se dejó llevar de un lado a otro, en cuanto habían pisado Roma, Megacles se había encargado de señalar cada esquina y comentar feliz miles de datos e historias que salían una después de otra.

Aunque para desgracia de Megacles, antes de poder visitar algún sitio, debían ir a la villa que tenían asignada ocupar,pues un amigo de Megacles se había marchado a Alejandría, desocupando la casa, cediéndole, durante aquellas vacaciones, la casa.

Arzawa quería dormir, estaba cansado del viaje, las primeras horas fue emocionante viajar en carretilla,pues era esclavo y nunca la había usado, pero después de unas horas, lo encontró aburrido. Ahora tras varios días de trayecto, sentía que sus ojos se cerrarían en algún momento, en contra de su voluntad.

Megacles entrelazó sus dedos con el de los antoli, causando calor en su alma, —Necesitas dormir. — susurró cálidamente cerca de él.

Asintió distraído, mientras se aferraba a su contacto, contacto que siempre había ansiado tener. Le gustaría vivir en ese viaje, toda su vida. —Ya estamos— le informó, a la vez que una ostentosa casa aparecía en su campo de visión.

Quizás en otro momento hubiera prestado más atención a los mosaicos geográficos de las paredes, el olor a frutas, o la sumisión de algunos esclavos al verlo. En otro momento hubiera prestado atención al más mínimo detalle, pero estaba tan agotado que sólo podía prestar atención al movimiento de sus pies caminando sobre el mármol.

La puerta se abrió revelando una gran habitación donde iban a dormir juntos, y como si fuera un sueño hecho realidad, nadie les iba a juzgar.

No tenían que hacer mil planes para verse dos segundos, no tenía que contar el tiempo hasta que fuera el momento exacto para salir a hurtadillas para dormir con él, y salir de su habitación antes que nadie, no tenía que regular su respiración, ni hacer malabares para estar unos minutos tumbado entre sus brazos.

Se tumbaron juntos, piel contra piel, olores mezclados, caricias gentiles, besos delicados, miradas de amor, sonrisas suaves.Arzawa se durmió en paz, sabiendo que cuando despertara seguirán juntos.

[...]

Arzawa frunció el ceño, —¿A dónde dijiste que íbamos?— Megacles casi daba tumbos de alegría.

—Al circo

Arzawa lo miró irónico,pero Megacles estaba demasiado ocupado siguiendo el trayecto, para darse cuenta de la mueca de Arzawa—Por los dioses, ¿Pero qué es el circo?

Megacles sonrió de lado, mirando de reojo su clara desorientación, —Es donde se celebran las carreras de caballos— le resumió moviendo animado la mano que tenían entrelazadas.

Arzawa no volvió a preguntar nada, y simplemente disfruto de la felicidad inocente del mayor, caminaron durante unos minutos envueltos en el olor a carne y vino de las calles.

Un gran edificio en forma oval se levantó sobre sus ojos, era enorme, no podía ver donde acaba, todos iban como hormigas al hormiguero, caminando con pasos rápidos deseoso del evento, se oían tambores y alguien hablar, Arzawa no lo entendía, pero Megacles le traducía animadamente lo que decía.

Entraron por una gran puerta,la de entrada, el ambiente festivo envolvió su cuerpo, todos llevaban una sonrisa, dentro del circo, solo existía el circo, todos tus problemas parecían ser disueltos con el sonido del caballo relinchar.

Quizás por eso Megacles no le habló sobre Clión, pero ya les salpicaría eso, ahora estaban caminando por los largos pasillos, empujándose entre las personas,—Esto se divide por secciones, esclavos, mujeres y hombres — le informa gritando por encima del ruido eufórico de las personas.

Arzawa asintió,mirando a su alrededor —Ahora voy con los esclavos— responde al ver una línea de esclavos caminando hacia la dirección contraría.

Antes de que pudiera girarse sobre sus propios talones, Megacles le agarro la mano—No vayas, aquí no eres esclavo— le recuerda con una sonrisa cómplice

Arzawa frunce el ceño, —Aquí solo soy tu amante— remarca algo extrañado al decirlo en voz alta.

Megacles niega, —Aquí solo eres Arzawa.

Un color carmín tiñe sus mejillas, notando como su piel se erizaba ante sus palabras, tímido, sonríe de lado, ocultando la emoción de esas palabras.

Megacles le devuelve la sonrisa, y aprovechando que sostiene su mano, retoma el camino, dando pasos largos para sentarse en sus respectivos asientos.

El ambiente festivo era innegable, y el contraste de sociedades era realmente notorio, los griegos eran moderados mientras que los romanos todo lo contrario, vivían a base de excesos.

La carrera dio comienzo, y los caballos dirigidos por hombres fuertes y hermosos salieron disparados, todos gritaban,algunos apostaban, y Arzawa estaba maravillado, Megacles se levantaba de golpe y gritaba en latín enfadado, viviendo con cada célula de su cuerpo la emoción de la carrera.

Dieron varias vueltas, y en cada una adelantaba un caballo distinto, Megacles le había confesado que había apostado por el caballo de la cinta verde, Arzawa asintió sonriente sin saber qué decir.

En algunos momentos se sentía lejano a todo, pinchazos de incomodidad, recordando que no debería estar sentado ahí, entre los señores, no pertenecía ahí.

Pero cuando veía a Megacles cerrar los puños y aguantar la respiración con la vista clavada en los caballos, sabía que lo acompañaría a donde fuera, quizás por eso funcionaban.

Arzawa aceptaba cualquier cosa o situación solo para mantenerse cerca de Megacles, lo recibía con el corazón abierto revelando un mundo entero de posibilidades.

Megacles solo acudía,sin saber todos los esfuerzos que Arzawa hacía por mantener cada parte de su corazón unida, cosiendo las heridas, y curando el dolor, solo para ver a su amor.

—¡Ganamos! ¡Zeus! ¡Hemos ganado!— exclama saltando de alegría girándose hacia Arzawa.

El antolí se incorporó sonriendo tan fuerte que sus labios podían quedarse grabados así —Por los dioses ¡Enhorabuena!

Megacles se abalanzó hacia él y lo desarmó en un abrazo eufórico donde podía sentir la vibración de la risa del griego contra su piel.

Durante unos segundos sonrió solo porque Megacles estaba feliz, y disfrutó de cada melodía alegre que se escapaba de sus labios.

Sabiendo en el fondo de su corazón, que ese momento no volvería a repetirse en mucho tiempo.

Porque Arzawa no era tonto, y sabía que la tormenta iba a derribarlos, porque sabía que Megacles ocultaba algo.

Y pasará lo que pasará, Arzawa por desgracia sabía que se quedaría con Megacles,que siempre lo elegiría a él.

Míl veces lo elegiría, en esta vida, y en otra.



N/a:
El viaje a Roma va ha ser la calma antes de la tormenta, eso significa que estamos entrando en el Clímax de la obra.

ARZAWADonde viven las historias. Descúbrelo ahora