Capítulo XIX: El viaje

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(Mar Jónico 627 a. C)

La última vez que había ido en barco, fue cuando destrozaron su vida, ahora parecía irónico que estuviera usando un barco para alejarse de su vida con su amante durante un tiempo.

Arzawa estaba viendo como las olas golpeaban el barco, el olor a sal marina lo envolvía, respirando hondo, reteniendo esa paz de la marea, la última vez no pudo disfrutar del mar, porque estaba demasiado preocupado estando aterrado.

Oyó los pasos de Megacles por detrás suyo, las manos del griego se enroscaron en su cadera, su olor a lavanda se mezcló con el olor a mar,  Megacles beso la nuca del antoli, —¿Vas bien, mi amor?— susurró contra su oreja, causando un escalofrío por dentro de su piel.

Más besos por su nuca, Arzawa sonríe dejando que el griego lo bese, derritiéndose con ese roce tan natural. Ahí estaban, a la luz del día, a vista de todos, sin esconderse, porque en ese barco, nadie sabía quiénes eran, no tenían una fachada que fingir. —Todo es perfecto — respondió girándose lentamente, cuando sus ojos se encontraron Arzawa atrapa los labios del griego.

Arzawa tomó aire —Tú eres perfecto— le susurro entre sus labios, viendo cómo una sonrisa se abría paso en los labios del griego.

Arzawa le escribiría poemas dignos de ser recitados en teatros, solo para ver esa sonrisa,—¿Cuándo llegaremos a Roma?— volvió a hablar Arzawa.

Megacles acarició la barbilla de su amante,—El viaje en barco será de una semana, y cuando lleguemos iremos en carretilla por las calzadas* durante tres días— le susurró íntimamente.

Arzawa asintió posando sus manos en el cuello del griego y acercándolo a él nuevamente para besarlo, siempre soñaba con besarlo sin esconderse y ahora no iba a perder ni una oportunidad de hacerlo.

[...]

Megacles observó como Arzawa admiraba el mar, y su sonrisa no podía ensancharse más, —¿Quieres nadar?

Arzawa se gira hacía él con los ojos saltantes de pura emoción infantil,
—¿Puedo?— preguntó ilusionado.

Megacles sonrió enamorado, —Claro que puedes. — Arzawa saltó emocionado, corriendo hacía él, besó su mejilla suavemente.

—¿Quieres venir conmigo?— preguntó tímidamente cerca de sus labios, Megacles quedó anonadado, por un momento pensó que soñaba despierto
—Si no quieres venir no pasa nada— añadió avergonzado.

Arzawa mordió su mejilla interior apartándose de él, Megacles negó tomándolo de la muñeca,—Claro que quiero ir, mi amor.

Arzawa enrojeció al darse cuenta que iban a estar desnudos, solos en el mar, y no le asustaba la idea, le excitaba, ambos se despojaron de las túnicas, y con ayuda de unos de los marineros, bajaron hacía el mar.

Los susurros fríos del mar ronronean contra la espalda de Arzawa, flotaba alrededor de Megacles feliz, amando la forma en la que las mareas lo hacían sentir libre.

Megacles lo tomó de la mano acercándose a él —En el mar fue en el primer sitio en el que te hice mío. — le dice acariciando su pelo.

Arzawa enrojeció tímidamente notando como unas corrientes excitantes cruzaban su cuerpo, —¿Te parece bonito decirlo en voz alta?— le reprende ocultando una sonrisa

Megacles asintió simplemente
—¿Prefieres que te lo susurre al oído?

Arzawa mordió su labio inferior forzándose a ocultar una sonrisa
—Preferiría que no dijeras nada— miente.

Megacles niega divertido —La sonrisa que ocultas no me dice lo mismo. — Arzawa empujó levemente el pecho de Megacles, causando una risa en el griego.

Arzawa necesitaba decírselo, pues siempre era Megacles quién se lo decía —Te amo— confesó en voz alta.

Megacles respira hondo, —Lo sé.

Arzawa rodea su cuello, fundiéndose en un abrazo, flotando, siendo solo uno, amándose con cada partícula de su cuerpo.

Megacles besa la frente del antoli
—Volvamos al barco, ya debe ser la hora de comer—  Arzawa asiente, nadan juntos de vuelta al barco.

Al llegar, se envuelven en sus respectivas túnicas, uno de los marineros se acercó a ellos, —Señor, la comida casi está.— les informa educadamente.

Megacles mira de reojo a Arzawa
—¿Podrá dejarnosla en nuestra habitación?

El marinero asiente, acostumbrado a ese tipo de peticiones, —Sí señor.

Alcanzó la mano de Arzawa, —Perfecto— responde antes de tirar de Arzawa, caminan hacía la habitación que tenían asignada, Arzawa notaba la madera hundirse bajo sus pasos.

Al llegar a su habitación Megacles cerró la puerta, recostando a Arzawa contra la puerta besándolo, sus manos sostenían los muslos aún húmedos por el mar de Arzawa. —Eres lo más bonito que hay en mi vida— jadeo en su oreja Megacles.

Mientras sus manos se colaban por dentro de la túnica, acariciando su piel, Arzawa se controlaba para no gemir contra la oreja del griego.

La puerta sonó, vibrando contra la espalda de Arzawa, —Señor, la comida— se oyó a través de la puerta.

Megacles solo los muslos del antoli, dejándolo sobre el suelo con delicadeza, —Voy.— Arzawa sonrió nervioso ocultándose detrás de Megacles.

El griego abrió la puerta tomando la comida que le tendía uno de los marineros —Muchísimas gracias, que los dioses te bendigan — le dijo sonriendo.

El marinero le devolvió el gesto, y con gentileza cerró la puerta al irse, dejando que el ambiente íntimo se formará entre los amantes felices. —Comamos— Megacles se acerca a la orilla de la cama donde se había sentado Arzawa.

Este le recibe con una sonrisa, alzando sus manos para ayudarle a sostener la comida que tenía entre sus manos. Los marineros habían preparado pescado asado con algunas verduras.
Hacía tiempo que Arzawa no comía tan bien, de hecho,casi no podía recordar el sabor de ciertas verduras.

Megacles desmenuzó parte del pescado
—Amor— llamó a Arzawa, quién tenía la mirada perdida, Arzawa parecía volver en sí, observó la mano con comida que le tendía. —Abre la boca— Arzawa enrojeció, como siempre, pero lo hizo.

Megacles sonrió al ver que comía, no solía comer bien y había adelgazado bastante con el tiempo, también lo notaba más cansado, por eso aprovechaba cualquier oportunidad para cuidar de él.

Arzawa comió sin rechistar todo lo que Megacles le dió, disfrutando del sabor de cada bocado. Estaban acompañados de la brisa del aire fresco que con timidez se colaba dentro del barco y les acariciaba sutilmente.

Arzawa cerró los ojos, pensando que todo lo que habían vivido merecía la pena por esos segundos de paz y amor.

Arzawa se desvivía dándole su amor devoto a Megacles ¿Podría ese amor salvarlo de su propio ego?

Megacles siempre protegía a Arzawa de todo, ¿Sería capaz de protegerlo de él mismo?

Vocabulario

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Calzadas: Eran como carreteras pero hechas de piedra que unían casi todo el imperio romano. Siendo un gran avance en la arquitectura no sólo romana, sino mundial

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Y con este capítulo termina la maratón de este puente, nos vemos el sábado o domingo siguiente.
Debo decir que he echo un ajuste de fechas, importante para mí, ya veréis porque.

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Siento que esté capítulo es súper rosa, pero me encanta.

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