Capítulo XVIII: Noche de bodas

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(Atenas, 625 a. C)

Damarina cierra la puerta dejando atrás toda la fiesta,era irónico que estuvieran en la misma habitación donde Alcides y Dafne habían estado consumando el matrimonio años atrás.

Damarina le regaló una sonrisa enorme, —Gracias por esto.

Arzawa le devolvió el gesto, la primera sonrisa real en todo el día—Tú también me estás ayudando a mí.

Los dos asintieron en silencio, la cama estaba esperándolos, pero no iban a tener esa intimidad, ambos lo sabían aunque no lo hubieran dicho en voz alta,por vergüenza.

Damarina se sentó en la cama, al lado de él rehuyendo su mirada, él necesitaba saber sí era ella la persona a la que Doroteo le había contado sobre su relación extraoficial con Megacles.

Pero no sabía cómo preguntárselo, asique estaba simplemente esperando a que alguno de los dos dijera algo, ninguno lo hacía.

Arzawa oía la respiración honda de Damarina,al igual que ella oía el latido del corazón del antoli. —Alcides estaba muy enfadado contigo. — pensó Damarina que era la mejor forma de romper el silencio.

Arzawa ocultó una sonrisa, —Tampoco le juzgó, yo también me pondría así si fuera yo. — Damarina río casi sin ganas,pero río.

Y otra vez silencio—El señor Megacles se le veía muy feliz.— dejó caer la conversación, Arzawa solo estaba centrado en mirar el suelo.

Notó sus manos sudar, las juntó para disimular—Sí, estaba feliz— quería decir que se veía hermoso, que ojalá fuera su boda, que hubiera amado besarlo ahí delante de todos.

Damarina acarició entonces una de las manos temblorosas de Arzawa, —Lo sabes, ¿Verdad?,— preguntó tembloroso, en su pecho crecía la inseguridad.

Alzó la mirada,cruzándose con sus ojos sonrientes —Siempre lo he sabido. — su voz abraza con protección su cuerpo nervioso.

Eso significa que no se lo ha dicho Doroteo, ¿A quién se lo habrá dicho?

Arzawa trató de sonreír, —¿No he sido el más disimulado,no?

Damarina no oculta su sonrisa feliz,
—Los ojos nunca mienten.

Arzawa suspira aliviado al ver que Damarina lo apoyaba, —Selene lo sabía, ¿Verdad?

Arzawa asintió sonriente al recordar lo emocionada que siempre estaba cuando le contaba algo sobre Megacles y él,
—Deberíamos dormir.— zanja la conversación él mientras ella asentía.

Apagaron la vela dejando que la luna les alumbrará de lejos, entraron en la cama juntos, cubriéndose con la manta. Estaban tumbados tocándose con la espalda—Alcides me ha dicho que contigo nunca seré feliz.— confiesa Damarina.

Arzawa miró de reojo hacia ella, solo veía su cabellera, —¿Qué le dijiste tú?

—Que eras el único hombre que podrías hacerme feliz.

—¿Y es verdad?

El silencio invade la habitación, pasa el tiempo, Arzawa teme que ya se haya quedado dormida.

—Sí.

—Tú eres la única mujer que puede hacerme feliz— responde él, aunque ella no le ha preguntado nada.

Su amor era puro platónico, por eso su matrimonio funcionara, porque ellos se iban hablar él respeto y amor puro de una amistad sincera, ninguno más dijo nada, simplemente dejó que el tiempo pasará, necesitaba avisar a Megacles sobre la nueva amenaza.

ARZAWADonde viven las historias. Descúbrelo ahora