Tras Bastidores || hyunlix ✓

capítulo 26

Hyunjin y Felix se trasladaron al hotel la noche del 26, un lugar sin grandes lujos, pero con una vista espectacular. El paisaje natural que rodeaba el lugar, con un enorme patio cubierto de nieve y grandes ventanales que dejaban ver la puesta de sol, ofrecía una tranquilidad que rara vez tenían la oportunidad de disfrutar.

Al llegar, Hyunjin dejó las maletas a un lado de las puertas y se acercó a Felix, quien contemplaba el sol que se desvanecía en el horizonte, tiñendo todo con suaves tonos de salmón. Sin decir nada, lo abrazó por detrás, dejando un beso en su mejilla. Felix, sonriente, se dio la vuelta para mirarlo, con esa misma serenidad reflejada en su rostro.

—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó Felix, acomodando unos mechones sueltos del cabello de Hyunjin.

Hyunjin fingió pensar por un momento, y con una sonrisa pícara, respondió:
—Se me ocurren muchas cosas.

Felix se rió ante la insinuación, tirando suavemente de su cuello para besarlo dulcemente. Después, en un susurro, le dijo:
—Muéstrame lo que tienes en mente.

Con una sonrisa cómplice, Hyunjin comenzó a empujarlo suavemente hacia la cama, la atmósfera tranquila y romántica del lugar haciendo que cada movimiento fuera pausado y natural, como si el tiempo estuviera solo para ellos.

La noche había caído completamente y la tenue luz que quedaba del crepúsculo se filtraba a través de las grandes ventanas, envolviendo la habitación en una atmósfera cálida e íntima. Felix sentía como si todo estuviera en su lugar, como si, por primera vez en mucho tiempo, todo fuera perfecto. El silencio entre ellos no era incómodo, sino el tipo de silencio lleno de entendimiento, ese en el que no se necesitan palabras porque ambos lo saben todo con solo mirarse.

Hyunjin lo miraba desde lo alto, sus ojos brillaban con ternura, y Felix no podía evitar sonreír. Se sentía completo, y esa sensación lo abrumaba de una manera que no podía describir. Siempre había pensado que esos momentos cursis, esos que veía en películas o leía en libros, eran exagerados, irreales. Pero ahí estaba, viviendo su propio cliché, y por primera vez, le parecía perfecto.

Las caricias eran suaves al principio, pero el ritmo aumentaba, y pronto Felix sintió cómo la ropa caía al suelo, como si fuera una extensión natural de lo que estaba sucediendo entre ellos. El aire de la habitación comenzó a calentarse, y la tenue luz se convirtió en su único refugio, envolviendo su piel mientras se deslizaban bajo las sábanas blancas. Todo parecía tan sencillo, tan íntimo, y a la vez tan intenso.

Felix no pudo evitar reírse internamente. Todo esto era ridículamente romántico, cursi incluso. Era como estar en una película de esas que solía burlarse, con la típica escena bajo las sábanas y la promesa no dicha en cada beso. Pero lo que sentía ahora no era algo común. La desesperación por sentir a Hyunjin, por entregarse completamente, por fundirse con el hombre que estaba sobre él, era tan fuerte que se preguntó si eso era lo que los libros y las películas trataban de capturar. Tal vez lo era, pero esto era diferente. Era real.

Nunca creyó que pudiera sentirse así con alguien tan distinto a él. Y sin embargo, en ese momento, mientras las luces tenues los rodeaban y el mundo exterior desaparecía, Felix sabía que, con Hyunjin, todo estaba donde debía estar. Todo era perfecto.

Los besos empezaron despacio, suaves, como si intentaran memorizar cada sensación. Cada roce de sus labios parecía encender algo más profundo, algo que ninguno de los dos había sentido antes.

Hyunjin lo sostuvo con fuerza, entrelazando sus dedos con los de Felix sobre el colchón, mientras sus cuerpos se sincronizaban en ese momento íntimo. Las caricias eran suaves, casi reverentes, pero cargadas de deseo. Felix dejó escapar un suspiro tembloroso cuando sintió a Hyunjin adentrarse en él, sus movimientos lentos y cuidadosos al principio, como si quisiera saborear cada segundo. Los dos estaban completamente conectados, y el aire entre ellos se llenó de suspiros entrecortados y murmullos de aliento.