Capítulo 2: Recuerdos

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Veámonos en secreto susurró aquel caballero, que le acariciaba la cabeza mientras le daba un beso en la frente prometo que no habrán testigos cuando nos reunamos a escondidas.

Pero Leonard, es muy arriesgado la chica lo tomo por los brazos, dejando que el olor de su camisa se impregnara en ella.

Que importa, tú eres a quien yo quiero.

La joven lo miro con un brillo en los ojos.

Catalina, por favor, te lo suplico, sin ti, siento que voy a morir, estoy casado con alguien que no amo, no puedo ni mirarla a los ojos.

Lo se, Leonard, lo se, pero aún así ella es tu esposa y yo no puedo....hacer eso.

Nadie se va a enterar.

Eso es lo que dices, pero si alguien nos descubre, mi vida estará arruinada.


Un fragmento de la novela vino a mis recuerdos ayer por la noche. Y es que en esta historia, Catalina era la amante del príncipe heredero.

Lance un suspiro de resignación, entonces mi destino es ser la amante eh......

Efectivamente y como había pensado con anterioridad.

Mori

Pero después reviví

Y no solo resucité, sino que lo hice en una novela que me gustaba mucho en mi otra vida, al principio me pareció algo increíble, más bien imposible, sin embargo, pasó y ahora estaba metida en un gran lio.

Una sirvienta colocó tranquilamente una aguja en la parte trasera de mi brazo, el vestido del tan esperado debut había llegado y madre me escudriñaba severamente con una mirada mordaz.

Ahora, ya sabia quien era Catalina Winston, se trataba de una duquesa con cierta relevancia en la historia original, la hija mayor de entre cuatro hermanos, al inicio de la novela tiene 17 años y conoce al príncipe en la ceremonia de debutantes, de solo pensarlo la piel se me puso de gallina, eso significaría que pronto conocería al hombre del que Catalina se enamora.

Y ese suceso era justamente mi primer inconveniente.

Madre interrumpió mis pensamientos.

—Dígame señorita Dolores ¿Usted qué piensa sobre el exquisito vestido de esta doncella?— mencionó alzando el brazo derecho señalando el vestido— Necesito la opinión de una profesional.

La señora Dolores (el ama de llaves y su mano derecha) me observó con mucho detenimiento hasta que procedió a hablar.

—Si me permite decir algo al respecto, el vestido es extraordinario, el tocado con las plumas blancas, brillantes y llamativas es perfecto, los guantes de seda son sublimes y por su puesto que Lady Winston resalta ante el color blanco.

Todas las mujeres de esa habitación me observaban, pero yo no podía concentrarme en nada, solo repetía en mis pensamientos ese fragmento de la novela, ahora yo era Catalina pero al mismo tiempo no lo era ¿se entiende? yo vengo siendo una Catalina ficticia, la copia, la versión pirata.

Me sentía atrapada en un laberinto sin salida ¿Cómo podría evitar el destino que me espera?.

—¡OH!— exclamó mi madre mientras se dejaba caer con dramatismo en un sillón aledaño— ¡es el vestido perfecto! sin duda alguna, destacarás ¡ay mi niña! cada día que me levanto, le agradezco a los cielos que hayas heredado los hermosos ojos de tu padre, hacen que tu rostro resalte como una gema.

Madre tenia una pose muy graciosa, se sostenía la cara con la mano, manteniendo su codo reposando en el pico del sillón, el resto de su cuerpo yacía recostado en el espacio restante.

—Ella ni siquiera a recibido una contestación oficial— comentó una nueva voz en el salón principal.

—¡Amelia!— respondió mamá exaltada— siempre interrumpes con tus opiniones creativas queridita, abstente de esas sentencias.

—Y no le des importancia a eso, la respuesta vendrá pronto, deberías estar contenta por tu hermana, solo mírala ¿no se ve esplendida?— expresó madre con emoción.

—Ciertamente, se ve increíble— respondió algo sonrojada.

No pude evitar sonreír con malicia— Gracias Melita, se que en el fondo, soy tu hermana favorita.

Amelia se sonrojo aún más— ¡Cállate fea!— expulsó por la boca llena de vergüenza.

—Pero esos modales señorita— comentó nuestra querida madre en respuesta a los improperios de Amelia.

Respire nerviosa, al mismo tiempo, veía a mi hermana sentada en la enorme ventana con un libro entre las manos. Amelia Winston, la segunda hija de la familia, una doncella de cabello castaño, de figura esbelta y con unos cristalinos ojos morados, herencia de Scarlett Winston (así se llama nuestra madre), Amelia era su viva imagen, solo que más joven, con un estilo introvertido, se pasaba horas en la ventana leyendo una cantidad infinita de libros y algunas veces también revisaba los chismes de la sociedad inglesa.

—¡Muy bien!— dijo aplaudiendo la monarca de la familia— retírate el vestido, no queremos que se arrugue y necesito que tus clases de baile y de cortejo básico se lleven a cabo a la perfección.

Con rapidez me quite el vestido y me dirigí a mis aposentos un tanto curiosa sobre lo que vería en mis lecciones de "cortejo". Estaba muy estresada, pronto sería la presentación en sociedad y en los pequeños recuerdos que tengo, la novela daba inicio justo en la fiesta del debut.

Hasta el momento los datos más importantes que había podido recabar eran:

Catalina y el príncipe se enamoran en el debut.

Inician un noviazgo y lo terminan, pues la familia de Leonard firma un matrimonio arreglado.

El príncipe y Catalina llegan a un acuerdo romántico no oficial para verse algunas veces en secreto.

La duquesa se vuelve una villana en cuanto envenena a la prometida de Leonard.

Finalmente es mandada a juicio en el parlamento británico y la condenan a muerte por guillotina.

Un Final muy injusto para mi.

Un final que definitivamente no voy a dejar que pase.

Llevo poco tiempo siendo una Winston, sin embargo, ya tengo muy claro cual es mi papel.

Necesito realizar micro acciones que alteren la historia con cambios mínimos, quizá debería trazar un plan, mientras no muera.

Todo estará bien. 

Catalina la Duquesa de la Familia WinstonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora