Arlyn la archimaga que dominio todo los elementos y viajo alrededor del continente, era una hermosa mujer que era deseada como aliada para los imperios y reinos.
Una noche fue invitada a una fiesta de mascara de la familia imperial, donde ten...
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Tres días después...
El sol de la mañana apenas acaricia los árboles, tiñendo de dorado los colores otoñales del jardín. Me coloco un vestido más abrigado de tonos beige con bordados dorados, ideal para los días fríos. Las hojas secas que cubren los caminos me recuerdan que el invierno está cerca. Sion, aún medio adormilado, bosteza a mis pies. —Vamos, compañero. —Le acaricio la cabeza con suavidad y le coloco su collar—. Hoy nos esperan Lucían y Julián.
Él sacude su pelaje y mueve la cola, como si entendiera mis palabras.
Bajo a desayunar con mi familia y me encuentro con Dionel y Leonel ya sentados a la mesa, conversando animadamente sobre las últimas novedades del mercado. Mamá, sentada en su lugar habitual, parece más tranquila de lo que esperaba. Aún no termina de aceptar la idea de tener un leopardo de las nieves en casa, pero al menos ya no muestra esa expresión de desaprobación.
—¿Hoy es el día en que visitas a los Navarret? —pregunta Dionel, con una sonrisa en los labios mientras corta su panecillo.
—Sí. —Asiento mientras coloco un poco de miel en mi té—. Llevaré muestras del maíz especial que papá lanzó al mercado.
—Espero que a Julián le guste tanto como a mí —comenta Leonel con una sonrisa traviesa—. Esa criatura tiene energía para rato.
Nos reímos juntos mientras disfrutamos del desayuno, y ese momento me hace sentir afortunada de tener a mis hermanos conmigo.
Al terminar, mamá me despide con un beso en la frente. —Diviértete, pero recuerda comportarte como una dama.
—Sí, madre —respondo, ocultando una pequeña sonrisa.
Caminé con Sion hacia la entrada, donde ya nos esperaba el carruaje que nos llevaría al territorio Navarret. El cochero me ayuda a subir mientras Sion salta con facilidad a mi lado. Dentro del carruaje, reviso la pequeña caja con las muestras de maíz, asegurándome de que todo esté en orden. El sonido de las ruedas sobre el camino empedrado marca el inicio de nuestro viaje.
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