Capítulo II

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—Muchas gracias por venir tan rápido, hemos llamado a un exterminador pero no estaba disponible en navidad y no sabíamos a quien acudir, no se nos ocurrió pensar que en DammBreaker también os deshacéis de criaturas oscuras.

Harry dejó caer su bolsa de trabajo sobre el suelo de madera de aquella habitación infantil y se giró para encarar a su clienta con la más profesional de sus sonrisas.

—Mi empresa se ocupa de cualquier criatura, maldición o plaga que ponga en riesgo su hogar. —Habló con el tono artificial de quien lleva años repitiendo diariamente la misma frase— Desde poltergeist hasta plagas de gnomos, pasando por las maldiciones de sangre y, por supuesto, criaturas como la que tiene usted ahí. No sé preocupe señora, me desharé de ese boggart en un momento.

Llamar "empresa" a DammBreaker quizás era apuntar demasiado alto. Harry la había creado poco después de llegar a Irlanda, y básicamente era él solo trabajando para cualquiera que estuviera dispuesto a contratarle. Tenía un par de chicos a los que recurría cuando el trabajo era demasiado pesado para una sola persona o cuando tenía varios encargos el mismo día y no podía realizarlos todos él solo, pero nada más. Aún así, hablar de ella delante de sus clientes como si fueran muchas más personas trabajando le daba seriedad y profesionalidad al asunto, así que no dudaba en echarse algunas flores de vez en cuando.

El encargo de ese día era sencillo, solo tenía que deshacerse de un boggarts que se había instalado en el armario del dormitorio del hijo pequeño de la familia, no le llevaría más de 5 minutos. De hecho, ya hubiera terminado si la señora de la casa hubiera dejado de parlotear aunque fuera un instante para dejarlo hacer su trabajo.

—Pues es un alivio —Continuó hablando la mujer— No sabía a quién llamar, y a mi esas criaturas me dan un miedo atroz.

—Solo tardaré un segundo. —Respondió amablemente— Sería mejor si saliera de la habitación, no sabemos qué forma va a tomar el boggart y no querría que la asustase.

En ese instante, un fuerte crack se escuchó en el piso inferior, indicando que alguien se había aparecido en la casa. Harry se tensó inmediatamente y no dudó en levantar su varita y apuntar con ella a la puerta de la habitación.

Ya al llegar había notado que las protecciones de la casa eran bastante débiles, cualquier mago bien entrenado podría romperlas y una de las secuelas que la guerra le había dejado era el instinto de estar siempre alerta ante lo desconocido. La mujer, viendo la reacción de Harry, se apresuró a tranquilizarle.

—Oh no se preocupe, es mi marido, ya debe haber vuelto del trabajo. ¡Cariño ya bajo! —Gritó la mujer asomándose a la puerta.— ¡Estaba enseñándole al chico de DammBreaker donde está el boggart!

—¡De acuerdo cielo!

La mujer le dedicó una última sonrisa y salió de la habitación, pero Harry tenía una sensación extraña, la voz del marido le había resultado familiar, pero no consiguía recordar de que le sonaba.

Sin poder resistir su curiosidad, salió de la habitación y se asomó por el borde de las escaleras, procurando no ser visto. Desde allí pudo observar a la pareja saludándose cariñosamente. Se le cayó el alma a los pies al reconocer al dueño de la voz que le había resultado conocida, la había escuchado la noche anterior, en la fiesta de Dean y Seamus. El marido de su clienta era Tim, el novio de Ron.

★★★

Ron se dejó caer en el sofá, completamente abatido. Había gritado a Tim hasta destrozarse la garganta y no había servido de nada. Las patética excusas del chico que creía que podía llegar a ser el definitivo, solo habían conseguido cabrearlo más. Era un gilipollas, un infiel con mujer e hijos. Por él bien podía morirse, no quería volver a verlo nunca más.

Soltero en Navidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora