El viento frío de la madrugada rozaba la piel desnuda de Damian, quien apenas cubría su cuerpo con una delgada sábana. Se encontraba acostado en la terraza, viendo cómo el cielo nocturno comenzaba a tornarse púrpura, señal de que el amanecer estaba a punto de desplegarse en todo su esplendor. El silencio de la ciudad dormida lo envolvía, interrumpido solo por su respiración entrecortada. No estaba solo.
A su lado, Dick dormía profundamente, con un brazo descansando sobre el pecho de Damian. El calor de su cuerpo contrastaba con la fría brisa de la mañana. Esa calidez había sido su refugio durante la noche, una noche que empezó con miradas furtivas y terminó en un encuentro sin palabras, donde sus cuerpos hablaron por ellos. Ahora, mientras el primer rayo de sol asomaba en el horizonte, Damian no podía evitar mirarlo. Las facciones de Dick, bañadas por la luz suave del amanecer, parecían aún más perfectas de lo que había recordado.
Un escalofrío recorrió su columna, no por el frío, sino por la sensación de tenerlo ahí, tan cerca, tan real. Los recuerdos de la noche anterior pasaban por su mente como fragmentos de un sueño: las manos de Dick recorriendo su piel, sus susurros apenas audibles, la conexión que había sentido al estar tan profundamente entrelazados, física y emocionalmente.
Sin poder contenerse más, Damian dejó escapar un suspiro. El sonido despertó a Dick, quien lentamente abrió los ojos y se encontró con la mirada de Damian. Durante unos segundos, ambos se observaron en silencio, como si estuvieran descifrando lo que había sucedido entre ellos, lo que el amanecer traía consigo.
—¿Estás bien? —murmuró Dick, su voz ronca por el sueño, acariciando suavemente el rostro de Damian con la punta de sus dedos.
Damian asintió, incapaz de articular palabra. Su mente estaba embotada por la mezcla de emociones, la plenitud que sentía y la incertidumbre del futuro. Había algo mágico en ese momento, en el despertar juntos, en la promesa tácita que traía el nuevo día.
—Pensé que te habías ido —confesó Damian, su voz apenas un susurro.
Dick sonrió, acercándose un poco más, hasta que sus labios rozaron los de Damian, en un beso suave, tierno, como si quisieran sellar un pacto invisible. El sol seguía subiendo, bañando la escena en tonos dorados.
—No me iría sin ver esto —respondió Dick, señalando el horizonte—. El amanecer contigo.
Damian cerró los ojos, saboreando el beso y las palabras, sintiendo cómo su corazón latía más fuerte. No sabía lo que el día les deparaba, pero en ese instante, el amanecer no solo iluminaba el cielo, también había traído luz a algo dentro de él, algo que hacía tiempo había mantenido en la oscuridad.
El nuevo día había comenzado, y con él, una historia que apenas empezaba.
Bonus:
Días después, mientras caminaban juntos por el parque, el sol brillaba intensamente, reflejando la alegría en sus corazones. Damian tomó la mano de Dick, sintiendo la conexión que había florecido entre ellos.
—¿Te imaginas cómo será el próximo amanecer? —preguntó Damian, sonriendo.
Dick lo miró con complicidad, sus ojos brillando.
—Solo si es contigo.
Y con esa promesa, un nuevo capítulo comenzaba, iluminado por la esperanza de un amor que había surgido como el sol al alba.
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Una historia cortita, pero preferí que fuera cortita y mantuviera lo bonito, en lugar de alargarla y tal vez volverla aburrida.
Espero les haya gustado!
Nos vemos mañana con el día 21: Montañas nevadas
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| Fictober DamiDick |
Romance31 Drabbles u OneShots escritos durante todo el mes de Octubre. ↳ Pareja principal: DamiDick (aún no sé si habrá algún DickDami). ↳ Historias originalmente mías. ↳ Prohibida su copia o cualquier tipo de adaptación. Portada: https://twitter.com/chai...