𝟴

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Me levanté del suelo, cubriendo mi rostro.

—L-Lo siento...

—¿Rod?

Aparte levemente la mano de mi cara... Era Angie.

—A-Angie...

Esto... no es bueno... usualmente no lloro frente a las personas y que mis amigos me encuentren este estado solo me hace dar lástima.

—¿Rodrigo, estás bien?—Preguntó acercándose, se podía notar la preocupación en su cara.

—Bastante bien...

Necesito huir de aquí, pero mis piernas tiemblan demasiado así que si intento correr, caeré al suelo de nuevo.

—Rodrigo, no mientas.

Ella se acercó y me brindó estabilidad para no caer al piso, ayudándome a caminar.

...

Di un sorbo al mate de nuevo, relajándome.

—¿Te sentis mejor?—preguntó Angie entrando a la sala.

—Si... Gracias, Angie—respondí apartando el mate—Perd-

—No es nada Rod—me interrumpió, sentándose a mi lado en el sofá—No quiero ser metiche,  pero... ¿Que sucedió?

La mire a los ojos por un momento; ¿Debería hacerlo?  No quiero causarle más molestias, Angie vivía lejos de donde me encontró, pero cuando dije que no quería volver a mi casa se ofreció a traerme a la suya.

Tampoco puedo mentirle y decirle que no pasó nada, obviamente no me creerá. Todos estos pensamientos solo me causan más dolor de cabeza.

—Angie, ¿Me prometes no decírselo a nadie?

Ella solo asintió, mirándome fijamente mientras suspiraba.

—Bien, verás... hace mucho ya, unos 4 años, perdí a alguien importante para mi...—traté de hablar lo más rápido posible, de forma directa—Eh, bueno, está persona... murio frente a mí, a manos de unos ladrones...—mi voz se quebraba por cada palabra y sentía un nudo en la garganta—Le golpearon... y... luego lo apuñalaron...

¿Por qué hablar de esto es tan difícil? No lo sé...

—Y luego... quisieron atacarme a mi... pero la policía llegó al lugar, pero... él ya había muerto

No lo pude contener más por lo que mis lágrimas empezaron a caer y Angie solo estaba en silencio, parecía shockeada.

Quizás no me cree, al igual que tampoco lo hizo mi mamá o mi hermano, capaz cree que esto es mi culpa.

Pero segundos después ella se acercó y me abrazó, también estaba sollozando.

—Lamento que hayas tenido que pasar por eso Rodrigo...—Se apartó un poco, limpiando algunas lágrimas de sus mejillas—¿Nadie más sabe de esto? ¿Ni Tomás?

—No... sólo mi mamá y mi hermano...

¿Para qué contarle a Tomás? Es un chico muy lindo y amable, pero...

—Bueno, ¿Querés que te acompañe a tu casa?

No era tan tarde, pero tampoco quiero causarle más problemas a Angie o a su madre, quienes fueron amables en recibirme acá. Pero Angie insistió y su mamá no tuvo problema en que me acompañara, así que no me quedo de otra.

Luego de un rato de caminar, estábamos frente a mi casa.

—Rod, ¿Pensas decirle a Tomás?—Pregunto dándome un codazo.

𝙀𝙡 𝙗𝙧𝙞𝙡𝙡𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙣𝙘𝙞𝙚𝙣𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙖𝙡𝙢𝙖 | ᴿᵒᵈʳⁱᵗᵒᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora