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...

Era tarde, ya casi anochecia y yo estaba atado en una silla al fondo de un callejón alrededor de varios tipos que no podía reconocer.

—Haganme lo que quieran a mi, pero sueltenlo a él—pidió desde el suelo señalandome.

—Pobre maricon, aún preocupandose por su noviecito.—dijo uno de los hombres mientras se acercaba y le pateaba el estómago.

—¡Nooo! ¡Déjalo!—Pedí aterrorizado, aguantando las ganas de llorar.

—No te preocupes—dijo otro hombre acercandose y tomándome del menton para mirarlo.—, Lo dejaremos y luego vendremos por ti.—añadió en un susurro mientras sonreia cínicamente.

...

Me levante de golpe, con el corazón acelerado, respiración agitada y sudando frío, frote mi mano contra mis ojos y solte un suspiro mientras me calmaba.
Cuando logre hacerlo me recoste de nuevo mirando al techo mientras analizaba mi reciente sueño, si es que le puedo llamar así.

Solte un suspiro de nuevo, todo indica que las pesadillas regresaron y que esto no hara más que traerme problemas a la larga, asi que cerre los ojos con intenciones de dormir de nuevo, pero mi celular empezo a sonar.

—¿Hola?—conteste con voz somnolienta.

—Hola Rodri, Buenos días-respondió del otro lado Tomás.—Disculpa que te llame sin avisarte, solo queria confirmar si vendrías hoy con nosotros.

—¿Eh? S-Si, claro.

—¡Genial!, Angie y los demás nos veremos en el parque a las ocho y media de la mañana, te esperamos allí.—dijo para finalizar la llamada.

Bostece mientras frotaba una mano contra mis ojos de nuevo, mire la hora en mi celular.

—¡La concha de—me interrumpí yo mismo cubriendo mi boca, me levante de golpe de la cama para irme a arreglar, solo tenia una hora para hacerlo.

Luego de ducharme y vestirme con el outfit que habia preparado desde hace días, el cual no era mucho, solo una sudadera holgada azul y debajo de esta una camiseta blanca, unos joggins i negros igual de holgados, acompañados de unos zapatos blancos y un gorro color gris; baje las escaleras rápidamente, yendo directamente hacia la salida de mi casa.

—¿A donde vas?—preguntó mi mamá mirándome confundida.

—Uh, a la feria de la universidad.—respondí con sinceridad.

—Ah, creí que no te gustaba ir a ese tipo de eventos.—dijo ella con clara desconfianza.

—Si... es que unos amigos me insistieron en ir...

Ella aún dudaba, y es que mi mamá se habia vuelto demasiado sobreprotectora desde lo que paso ese día, entiendo su preocupación pero estaré con Tomás y los demás, eso significa que estaré bien, ¿No? Además, tampoco soy un niño pequeño.

Ella iba a hacer mas preguntas, pero la mire con insistencia, dando a entender que ya se me hacia tarde.—Anda con cuidado.

—Está bien...

𝙀𝙡 𝙗𝙧𝙞𝙡𝙡𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙣𝙘𝙞𝙚𝙣𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙖𝙡𝙢𝙖 | ᴿᵒᵈʳⁱᵗᵒᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora