8. EL MEJOR AMIGO

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Estaba en mi séptimo sueño hasta que un portazo me despertó. Era mi hermana Marta, tenía una cara de mala leche y una resaca brutal.

-¿Qué haces? -pregunté con los ojos todavía pegados.

-¡Te están llamando por teléfono desde hace 10 minutos, y no puedo descansar! -reprochó.

-No lo he oído...

-Pues estás sordo -soltó y luego volvió a su habitación.

Mi hermana es el ser más amable de este mundo, pero cuando la despiertas, le sale mal un examen o se pelea con alguien... saca su lado demoníaco.

Me incorporé y miré el móvil. Era Miguel, no me acordaba que había quedado con él.

Decidí llamarlo, mientras me vestía y arreglaba.

-Hola -respondió al instante.

-Acabo de ver las llamadas, ya me estoy arreglando.

-Bien, tampoco hay prisa.

-En media hora estaré allí.

Colgué y terminé de peinarme.

Le dejé a Marta un mensaje de que iba a casa de Miguel, para no tener que despertarla otra vez.

Después de coger el autobús y andar un rato al fin llegué a la residencia.

Un edificio bastante grande y tranquilo.

En la entrada me esperaba Miguel.

-Hola -saludó.

-Que lugar más tranquilo.

-Eso es que no lo has visto a partir de las 20:00 de la tarde un fin de semana... -rió.

-Cosas de universitarios.

Llegamos a su habitación, era todo en uno, excepto el pequeñísimo baño que se encontraba nada más entrar a la izquierda.

Luego había 2 camas, 2 escritorios y 2 armarios.

-¿No te agobia? -me sorprendí.

-Me tengo que aguantar, es una residencia universitaria no un hotel de 5 estrellas.

Me senté en la cama, que por lo menos estaba blandita.

-Bueno, no hay mucho que enseñarte pero podemos jugar videojuegos.

-¿Por telepatía? -bromeé.

Miguel sacó del armario una PlayStation y un pequeño monitor y lo enchufó frente a la cama.

-¡Ostia! -exclamé.

-¿Te gusta jugar a videojuegos? -preguntó.

-Claro.

Estuvimos un rato jugando varios juegos que Miguel tenia y luego paramos y fuimos a la cafetería.

-¿Qué vas a tomar? -me preguntó.

-Pídeme un café -yo fui a buscar una mesa.

Después de que nos sirviesen nos sentamos a desayunar tranquilamente.

-En verdad mola tu residencia -admití.

-Pero no mola tanto tener que compartirla.

-¿Eres un lobo solitario? -bromeé.

-No -rió-. Pero Daniela no para de traer a sus amigas y ya ni cabemos, además es muy desordenada.

-Yo tengo la suerte de que Marta es responsable y ordenada.

-Ya, y un apartamento más grande -añadió.

-Pero cuando acabes la carrera, seas famoso y vendas millones de cuadros tendrás una mansión para tí -dije.

𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑌 𝐴𝑟𝑡𝑒 | @iamlaauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora