Estaba en mi séptimo sueño hasta que un portazo me despertó. Era mi hermana Marta, tenía una cara de mala leche y una resaca brutal.
-¿Qué haces? -pregunté con los ojos todavía pegados.
-¡Te están llamando por teléfono desde hace 10 minutos, y no puedo descansar! -reprochó.
-No lo he oído...
-Pues estás sordo -soltó y luego volvió a su habitación.
Mi hermana es el ser más amable de este mundo, pero cuando la despiertas, le sale mal un examen o se pelea con alguien... saca su lado demoníaco.
Me incorporé y miré el móvil. Era Miguel, no me acordaba que había quedado con él.
Decidí llamarlo, mientras me vestía y arreglaba.
-Hola -respondió al instante.
-Acabo de ver las llamadas, ya me estoy arreglando.
-Bien, tampoco hay prisa.
-En media hora estaré allí.
Colgué y terminé de peinarme.
Le dejé a Marta un mensaje de que iba a casa de Miguel, para no tener que despertarla otra vez.
Después de coger el autobús y andar un rato al fin llegué a la residencia.
Un edificio bastante grande y tranquilo.
En la entrada me esperaba Miguel.
-Hola -saludó.
-Que lugar más tranquilo.
-Eso es que no lo has visto a partir de las 20:00 de la tarde un fin de semana... -rió.
-Cosas de universitarios.
Llegamos a su habitación, era todo en uno, excepto el pequeñísimo baño que se encontraba nada más entrar a la izquierda.
Luego había 2 camas, 2 escritorios y 2 armarios.
-¿No te agobia? -me sorprendí.
-Me tengo que aguantar, es una residencia universitaria no un hotel de 5 estrellas.
Me senté en la cama, que por lo menos estaba blandita.
-Bueno, no hay mucho que enseñarte pero podemos jugar videojuegos.
-¿Por telepatía? -bromeé.
Miguel sacó del armario una PlayStation y un pequeño monitor y lo enchufó frente a la cama.
-¡Ostia! -exclamé.
-¿Te gusta jugar a videojuegos? -preguntó.
-Claro.
Estuvimos un rato jugando varios juegos que Miguel tenia y luego paramos y fuimos a la cafetería.
-¿Qué vas a tomar? -me preguntó.
-Pídeme un café -yo fui a buscar una mesa.
Después de que nos sirviesen nos sentamos a desayunar tranquilamente.
-En verdad mola tu residencia -admití.
-Pero no mola tanto tener que compartirla.
-¿Eres un lobo solitario? -bromeé.
-No -rió-. Pero Daniela no para de traer a sus amigas y ya ni cabemos, además es muy desordenada.
-Yo tengo la suerte de que Marta es responsable y ordenada.
-Ya, y un apartamento más grande -añadió.
-Pero cuando acabes la carrera, seas famoso y vendas millones de cuadros tendrás una mansión para tí -dije.
ESTÁS LEYENDO
𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑌 𝐴𝑟𝑡𝑒 | @iamlaaura
RomanceDavid es un joven aficionado al arte, y su vida cambia cuando, gracias a un cuadro, conoce a Miguel o... ¿al amor de su vida?