15. LA MUDANZA

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Había pasado un mes desde el funeral. Mi madre volvió a Londres después de quedarse en mi casa aproximadamente 1 semana. Ya habían pasado las navidades y año nuevo. No los celebré.

Miguel había estado apoyándome mucho y incluso tuvo que faltar muchos días a la universidad para estar conmigo en mis recaídas.

Ahora que hemos empezado un año nuevo, Miguel ha decidido mudarse a mi casa. Yo claramente acepté.

Me acaban de dar las vacaciones y estoy aprovechando para ayudarlo con las mudanzas. Nos vendría bien tener un coche propio. Pero ahora mismo no podemos permitirnoslo.

Por lo menos teníamos la ayuda de Emma. A veces nos dejaba el coche y otras nos ayudaba.

Hoy Domingo me levanté temprano y fui con el coche de Emma hasta la residencia de Miguel.

-Que pronto has llegado -me dijo al verme llegar. Me recibió con un beso.

-Hay que aprovechar el día.

Sacamos unas cajas y las metimos en el coche.

Daniela tambien nos ayudaba.

-Ahora tienes la habitación para ti sola -dijo Miguel.

-Pero me tendré que buscar una compañera porque yo no voy a pagar todo.

Cuando vivian juntos pagaban a medias, y ahora que Miguel se va pues se nota.

Nos subimos al coche y conducí hasta mi casa para dejar las cosas. Hicimos aproximadamente 5 viajes y eso nos llevó toda la mañana.

Para lo pequeña que es la residencia y las cosas que tiene Miguel. Y todavía faltan más cosas en casa de sus padres.

-Por hoy está bien, en casa de mis padres tengo el cuádruple de cosas.

-Bueno, hemos llevado lo básico.

-Además, podemos compartir cosas.

Miguel empezó a abrir las cajas y organizar todo. Había bastante ropa, libros, fotos, videojuegos, la PlayStation, cosas de la universidad, productos de higiene personal y skincare, etc...

Decidí ayudarlo y abrí una de las cajas. Estaba llena de cuadros.

-¿Son tuyos? -pregunté observandolos.

-Si.

Eran preciosos. Mucho mejor que los míos. Esto si que eran obras de arte.

-Me encantan, ¿Dónde los colgamos?

-No son para colgar, los tengo guardados en una armario -dijo.

Como podía tener estas joyas guardadas en un armario cogiendo polvo.

-¡PERO SI SON OBRAS DE ARTE! Tienes que presentarlas a una galería de arte como minimo.

Él empezó a reír.

-Pero si están fatal... Dices eso porque me quieres.

-¡NOOO! osea sí te quiero, ¡PERO ESTOS CUADROS SON BUENISIMOS!

Miguel se acercó y cogió los cuadros. Se los llevaba para guardarlos en la habitación.

Corrí tras él intentando pararlo.

-¡OYE! ¡ni se te ocurra!

Estuve un rato insistiendo pero nada. Acabaron dentro de un mueble.

Después de prácticamente todo el día ordenando cosas, pudimos tomar un descanso.

-Vamos a ver una película -propuse.

Nos acurrucamos en el sofá para ver la película mientras cenábamos.

Bueno, después de cenar, la película pasó a segundo plano. Tampoco es que fuera tan interesante y ya la había visto.

Al día siguiente me levanté, me duché tranquilamente y empecé a hacer el desayuno.

Que paz me daba que fuera Lunes y no tuviera que ir a trabajar. Pero en cambio Miguel tenia que ir a la universidad.

Preparé huevos revueltos con bacon y zumo de naranja. Un desayuno muy americano.

Mientras cocinaba, el desayuno dejaba un olor buenísimo por toda la casa y eso despertó a Miguel.

-Que hambre -dijo al ver la comida.

-Tienes que comer bien para pasar el día con energía.

Serví los platos y empezamos a comer.

-Que pereza ir a clases -gruñó Miguel-. Quiero estar contigo.

-Yo también, pero así es la vida.

Cuando desayunó, preparó sus cosas para irse a la universidad.

-Que tengas un buen día, te amo -me despedí de él dándole un beso.

-Yo también -correspondió.

Cerré la puerta y me puse a fregar los platos.

Cuando terminé todavía era temprano. Tenía que ir al supermercado y al gimnasio. No tenía ganas de ninguna de las dos, pero la vida adulta es así.

Hacía un día soleado a pesar de que estamos en pleno enero.

Fui al supermercado más cercano y saqué la lista de la compra. Era poca cosa.

No me gusta entretenerme. Fui directo a lo que necesitaba y a pagar.

Compré agua, pan, leche, huevos, manzanas, carne variada y sushi, que me encanta el sushi.

Volví al edificio. El supermercado y mi casa está como a 5 minutos andando. No es nada.

Allí me encontré a Antonio.

-Buenos días -me saludó.

-Hola.

-¿Necesitas que te suba la compra? -se ofreció.

-Está bien.

Le dí la bolsa y una propina por hacer el favor.

-Oye, ¿Estás de mudanzas o algo? -me preguntó.

-Oh, bueno, es que un chico se está mudando a mi casa para estar conmigo -respondí.

-Pues que sea bienvenido.

-Seguro que le caeras genial, y a ti él -aseguré.

Es que ¿a quién le puede caer mal el portero? Es un ser de luz que a pesar de su edad, sigue trabajando como un campeón.

-Y una última pregunta... ¿No tenias una perrita? Ya no la veo ni la escucho.

Uf, lo de Luna es complicado de explicar.

-Es que la teniamos de acogida y pues encontró a unos dueños de verdad y eso...

-Ohhh, ya veo... Bueno no te entretengo más.

Antonio subió mis compras y yo me fui para el gimnasio.

Llegué y estaba casi vacío. Mejor para mí y más tranquilo.

Estuve en la cinta casi 1 hora. Luego hice pesas, hay que mantener estos músculos que tanto me ha costado tener.

Que ganas de una ducha, a segunda del dia. Estaba todo sudado y odio sentirme así.

Cuando llegué, me dio por mirar el buzón, nunca lo hago porque Antonio recoge las cartas.

Abrí el buzón y había una carta para mí. Que raro, no era ninguna factura ni nada por el estilo.

Llegué a mi apartamento. Me senté en el sofá y abrí la carta.

La leí un par de veces y me quedé un rato procesando.

Resulta que era Rodrigo, el director de la galería de arte donde vendí mi cuadro y conocí a el amor de mi vida Miguel. Rodrigo iba a organizar una exposición muy grande con gente muy importante y queria que llevase todos mis cuadros para exponerlos.

Rapidamente dije que sí. Que felicidad y que ganas de contárselo a Miguel.

𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑌 𝐴𝑟𝑡𝑒 | @iamlaauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora