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Nos quedamos hablando, viendo a las niñas jugar y corretear después de terminar sus helados. Ana Lia era mayor que mis sobrinas, pero jugaba cuidándolas y fue una bonita tarde.

-Toma mi número. Estas niñas pueden estar destinadas a ser mejores amigas y yo estoy dispuesta a robárselas a mi hermana cada vez que la pequeña Ana quiera jugar con ellas -dije entregándole un papel con mi número a Miranda.

-Claro, amé a las niñas y me gustó tener con quién hablar, así que espera mi llamada -me dijo antes de darle un beso en el rostro a las niñas e irse.

Cuando devolví a las enanas, fui directo a casa de Max.

-Hoy no vengo como tu jefa, vengo como la insufrible, insoportable y horrible amiga que soy. Sé que es domingo y no tienes deber de aceptar, pero me gustaría ir a cenar -le dije apenas me abrió la puerta.

-Sabes que para mí no es una molestia tu amistad -me dijo, haciéndome señas para pasar.

-Seamos sinceros, soy una amiga de mierda que te trata como un trapo en el trabajo y solo te busca cuando se siente sola -rebatí y me senté en una silla mientras él se iba a cambiar.

-¿Depresión post-ver-a-Ale? -me dijo, alzando la voz desde su habitación.

-Sabes que siempre que paso un tiempo con él y de ahí no nos volvemos a ver, me pongo como una llorona.

-¿Y adónde quieres ir? -me volvió a gritar desde su habitación.

-Aún no estoy segura si a comer hot dogs en un puesto callejero o ir a un restaurante.

-Restaurante, mejor -me dijo al salir de su habitación con los brazos alzados hacia los lados para que pudiese ver su cambio a una ropa más elegante.

-Ok, la última vez que fui a uno no lo pude disfrutar totalmente por estar en una misión secreta, pero es maravilloso y quisiera repetir.

-Confiaremos en tu buen gusto -me dijo, tomándome del brazo para salir de su departamento.

-Vamos en mi auto y al salir te traigo.

-Cómo mandes.

En el auto íbamos escuchando música sin hablar. Él repiqueteaba sus dedos en el auto.

-Suéltalo, ¿qué pasa? -le dije al cabo de un rato.

-Hablaste con Ale de ese hombre -me preguntó.

Yo seguí manejando hasta llegar al lugar sin decir palabra.

El lugar era lujosos y exclusivo, poco acorde conmigo con el hecho de que venía del parque, con lamparas de grandes cristales colgados del techo y hacia adentro abierto a una zona, tal vez un jardin o de una piscina, provocando que el lugar fuera fresco sin necesidad de calefación  con brisa como si estuvisemos frente al mar.

Cuando ya estuvimos sentados y con vino en mano respondí.

-No pude.

-No soy quién para decirte qué debes hacer, pero amo con locura a Alejandro y creo que debería saber -me dijo con su característico rápido lenguaje.

-Y si las cosas no salen bien, ¿qué haría después con su dolor?

-¿Aún no le has hablado de él? -me preguntó.

-No, te dije que tiene mujer e hija y hasta que no decida si quiere estar con esa familia o tener una familia conmigo, no pienso decir nada.

-Alma, si él decide estar con su familia eso no significa que no quiera a Alejandro -respondió rápido, inentendible para quien no estuviera acostumbrado a él.

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⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

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