3. Un secreto entre nosotros

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No dejé de pensar en las palabras de Ethan durante todo el camino de vuelta a casa. "Hay más en este mundo de lo que parece." ¿Qué significaba eso? Cada vez que intentaba darle sentido, acababa con más preguntas. Todo esto parecía sacado de una película de ciencia ficción, pero algo en su tono, en la forma en la que lo dijo, hacía que lo creyera. Como si él supiera algo que yo no.

Al llegar a casa, tiré mi mochila en la cama y me desplomé a su lado, mirando al techo. Sabía que Sofía me volvería loca si le contaba todo esto, pero también sabía que no podía guardármelo por mucho tiempo. A pesar de su actitud relajada, Sofía era más lista de lo que dejaba ver, y tenía un instinto increíble para saber cuándo algo me preocupaba.

Decidí dejarlo para el día siguiente. No estaba lista para hablar de Ethan, ni siquiera conmigo misma.

Al día siguiente, el instituto parecía igual de siempre. Chicos riendo, profesores apurados y el típico bullicio de un montón de adolescentes encerrados en un edificio durante horas. Pero para mí, todo se sentía distinto. Caminaba por los pasillos esperando ver a Ethan en cada esquina, pero él no apareció en toda la mañana.

Finalmente, en la hora del almuerzo, me senté con Sofía en nuestra mesa de siempre. Mientras ella me contaba algo sobre una serie que había empezado a ver, yo no podía dejar de pensar en Ethan, y en lo que me había dicho la tarde anterior.

—¿Luna? —Sofía agitó su mano frente a mi cara—. ¡Estás en tu mundo otra vez!

—Lo siento —me disculpé, sin saber exactamente cómo evitar la pregunta que sabía que venía a continuación.

—Vale, ya. ¿Qué pasa? Estás rara desde ayer y lo sé. ¿Es por el chico nuevo? —dijo, mirándome fijamente.

Suspiré. No tenía sentido seguir guardándomelo. Sofía era mi mejor amiga, y si alguien podía ayudarme a procesar todo esto, era ella.

—Es... algo raro. Ethan, el chico nuevo, dijo algo que me dejó pensando mucho. —Empecé a explicarle, sin entrar en todos los detalles para no parecer una loca—. Es como si... él supiera algo que nosotros no. Y no sé, me da la sensación de que no es como los demás.

Sofía levantó una ceja, claramente intrigada pero también divertida.

—¿Como los demás? ¿Quieres decir... diferente de un modo extraño? ¿Raro diferente? —preguntó, apoyando la barbilla en la mano, sonriendo de manera exagerada.

—No me tomes a broma, Sofía. —Suspiré—. No es que sea raro, es más como... como si supiera cosas. Me dijo que había cosas que no sabía, cosas que cambiarían si me quedaba cerca de él.

—Vaya... Eso suena como una trama de libro de fantasía. —Sofía se rió suavemente, pero cuando vio que yo seguía seria, se detuvo—. Vale, te creo. Pero, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a seguir cerca de él?

No tenía respuesta a esa pregunta. Algo en mí me decía que debía alejarme, que Ethan no traería nada bueno. Pero otra parte, mucho más fuerte, sentía una atracción irrefrenable. Quería saber qué había detrás de todo eso, aunque me costara descubrirlo.

—No lo sé —dije finalmente—. Pero no puedo dejar de pensar en lo que dijo. Es como si hubiera más en este mundo y él lo supiera. Algo... diferente.

Sofía suspiró, pero me miró con una mezcla de preocupación y curiosidad.

—Bueno, solo ten cuidado. No quiero que termines metida en algo raro, Luna.

Le di un pequeño empujón en el brazo para aliviar la tensión.

—Lo sé. Pero tranquila, no soy tan fácil de engañar. Además, no es como si fuera un vampiro o algo así.

Ambas nos reímos de la idea, aunque por dentro, la posibilidad me parecía menos absurda de lo que debería.

La tarde transcurrió sin novedades. Me sentía un poco más tranquila, pero sabía que todo cambiaría si lo volvía a ver. Y claro, como si el destino estuviera esperando ese momento, al salir de clase, lo vi.

Estaba sentado en el borde de la fuente del instituto, mirando su reflejo en el agua. Esta vez no me sorprendió tanto su presencia, pero mi corazón seguía acelerado al acercarme. Sentía como si estuviera caminando hacia algo que no podía controlar.

—Hola, Luna —dijo sin levantar la vista.

—Hola, Ethan. —Me senté a su lado, con las manos nerviosas en el regazo—. He estado pensando en lo que dijiste ayer.

Ethan se giró para mirarme, sus ojos grises brillando como si siempre estuvieran a punto de revelar un secreto.

—¿Y? —preguntó, con una pequeña sonrisa en los labios.

—Quiero saber la verdad —dije, sorprendida de mi propia valentía.

Ethan asintió, como si hubiera estado esperando ese momento. Sus ojos se clavaron en los míos, serios, y entonces susurró:

—La verdad puede ser peligrosa, Luna. Pero si estás lista, te la mostraré.

Y en ese instante, supe que ya no había vuelta atrás.

Almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora