6. Demasiado cerca, demasiado lejos

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El camino a casa se sentía más largo de lo normal. Después de lo que había pasado en el parque, no podía dejar de pensar en Ethan, en la manera en que había aparecido, cómo me había protegido. La tensión entre nosotros se había vuelto casi palpable. Caminábamos uno al lado del otro, pero había algo más que simples pasos sincronizados. Era como si el aire a nuestro alrededor estuviera cargado de una energía que no entendía del todo, pero que no podía ignorar.

—Gracias por ayudarme antes —dije al fin, rompiendo el silencio incómodo que se había formado entre nosotros.

Ethan no me miró, solo asintió, sus manos en los bolsillos y su rostro serio, como si estuviera concentrado en algo más allá de la conversación. Sabía que algo lo estaba molestando, y no podía dejar de pensar que tenía que ver conmigo.

—No tenías que hacerlo —añadí—. Sabes que puedo cuidar de mí misma.

Esta vez, él se detuvo, sus ojos encontrando los míos por fin. Había algo oscuro en su mirada, algo que hacía que mi corazón se acelerara. Pero no era miedo lo que sentía; era esa atracción innegable que siempre había estado presente entre nosotros, pero que ahora parecía imposible de ignorar.

—No, no puedes, Luna —dijo con una seriedad que me hizo tragar saliva—. Hay cosas en este mundo... cosas que no conoces. Y yo... —hizo una pausa, como si estuviera debatiendo si debía decirlo o no—. No puedo dejar que te pase nada.

Seguí caminando hacia mi casa, ahora consciente de que él no iba a dejarme ir sola. Ethan estaba siempre ahí, siguiéndome como una sombra silenciosa. Había algo casi inquietante en su presencia, pero al mismo tiempo, me sentía segura cuando él estaba cerca. Llegamos al porche, y en lugar de despedirse, se quedó a mi lado, mirando al frente, como si estuviera peleando consigo mismo.

—Ethan, no tienes que quedarte. Estoy bien, en serio. —Intenté sonar casual, pero la verdad era que quería que se quedara. Quería que me explicara por qué siempre aparecía justo cuando lo necesitaba, por qué parecía tan empeñado en protegerme cuando había dejado claro que no podíamos ser amigos.

—No es tan simple, Luna —dijo, su voz baja, cargada de una frustración que no podía ocultar.

Me giré hacia él, tratando de entender qué estaba pasando por su cabeza.

—¿Qué no es tan simple? ¿Qué es lo que te pasa? —pregunté, mi voz saliendo más fuerte de lo que pretendía—. Un día me dices que no podemos ser amigos, que es peligroso, y al siguiente apareces de la nada para protegerme. Ethan, estoy... confundida.

Él cerró los ojos, como si estuviera luchando internamente. Cuando los abrió, su mirada era tan intensa que me dejó sin aliento.

—No entiendes lo difícil que es esto para mí —murmuró, dando un paso hacia mí. Mi corazón comenzó a latir más rápido, pero no era por miedo. Era algo más—. No puedo estar cerca de ti, pero al mismo tiempo no tengo la fuerza para mantenerme lejos.

Las palabras cayeron sobre mí como un rayo. Lo miré, sin saber qué decir. Lo que había en sus ojos, esa mezcla de desesperación y deseo, era más de lo que esperaba. Mi corazón latía con fuerza, porque finalmente estaba diciendo lo que yo había sentido todo este tiempo, aunque lo había negado.

—¿Por qué no puedes estar cerca de mí? —pregunté, mi voz suave, casi un susurro. Quería saber la verdad, necesitaba entender por qué estaba tan dividido entre acercarse y alejarse.

Ethan suspiró profundamente, pasándose una mano por el cabello, claramente agobiado por la situación. Dio un paso más cerca, su mirada fija en la mía. Sentía la electricidad entre nosotros, esa conexión innegable que parecía crecer cada vez que estábamos juntos.

—Porque estar cerca de ti es como... —hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Es como si todo en mí quisiera protegerte y al mismo tiempo... como si fuera una tentación que no puedo controlar. No debería sentir esto, Luna. No debería querer estar cerca de ti. Pero... no tengo la fuerza para mantenerme lejos.

Mi corazón se detuvo por un segundo. Todo lo que me había estado diciendo, toda esa distancia que había puesto entre nosotros, no era porque no le importara. Era porque le importaba demasiado. Sentía algo por mí, pero había algo oscuro y peligroso que lo retenía.

—Ethan... —comencé, pero él me interrumpió.

—No entiendes lo que soy —dijo con firmeza, acercándose aún más, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo—. No soy como tú. No soy... humano. Y estar cerca de ti pone en peligro más de lo que puedes imaginar. Pero, por más que lo intento, no puedo alejarme. No puedo...

Su confesión me dejó sin palabras. Sabía que Ethan era diferente, pero no había querido aceptar lo que eso realmente significaba. Todo lo que sentía por él, todas las preguntas sin respuesta, parecían encajar en ese momento. Había algo en él que era más fuerte, más oscuro de lo que imaginaba. Y a pesar de eso, no podía sentir miedo.

—No me importa lo que seas, Ethan —dije finalmente, mi voz temblando un poco—. No quiero que te alejes.

Él cerró los ojos por un momento, como si mis palabras le dolieran más de lo que debería. Cuando los abrió, su mirada era intensa, casi desesperada.

—No deberías decir eso, Luna. No sabes lo que estás pidiendo.

Pero yo sí lo sabía. Lo sabía mejor que nadie, porque desde el primer momento en que lo vi, supe que mi vida nunca sería igual. Y aunque él dijera que no podía estar cerca de mí, la verdad era que ninguno de los dos tenía el poder para cambiar lo que sentíamos.

Ethan dio un último paso hacia mí, quedando a solo centímetros de distancia. Podía ver el conflicto en sus ojos, el deseo mezclado con la duda. Pero antes de que pudiera decir o hacer algo más, él se giró de repente y se alejó, como si lo que estaba a punto de suceder fuera demasiado.

Lo vi desaparecer en la oscuridad, dejándome con la certeza de que lo que había entre nosotros era más fuerte de lo que ambos podíamos manejar. Y por más que tratara de alejarse, yo sabía que esa no sería la última vez que lo vería.

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