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92 d. C.

La princesa llevaba días sin salir de su cuarto; demasiados días.

Su padre había muerto. Aemon Targaryen ya no estaba con ella. Su príncipe; el hombre que más amaba se había ido.

—Princesa, su desayuno. —entró Clarisse

Ella se sentó, llevaba la bata de siempre; el pelo en una trenza y su rostro se veía demacrado; no dormía, y solo comía porque Rhaenys se lo imploraba.

Únicamente había visto a su sobrina; Laena Velaryon, era bonita y la amaba mucho. Pero eso no quitaba el dolor de perder a su padre.

—El príncipe Daemon ha llegado. —le dijo Clarisse

—¿Y qué?

—Está reclamando a Caraxes.

Su plato cayó al suelo; se preparó inmediatamente y salió de ahí, fue anunciada con el rey Jahaerys y entró.

—Cielo. —la saludó

—Majestad. —hizo la reverencia

—Me alegra mucho que hayas salido de tu habitación.

—Quiero reclamar a Caraxes, a pesar de ya tener a Sunshine me gustaría que alguno de mis hijos heredará a Caraxes. —le dijo a toda velocidad

—Eso no será posible. —Daemon se hizo oír— Cree un vínculo con Caraxes hace mucho. 

Ella alzó la mirada y lo observó; estaba furiosa y él solo sonreía.

—Abuelo, por favor. —pidió

—Lo siento, Rhaemara.

Sus lágrimas no se hicieron esperar; salió de ahí corriendo y fue hacia la que había sido la habitación de su padre.

Su madre apenas la vió abrió sus brazos y Mara la abrazó con fuerza.

—Lo extraño. Quiero morir con él. —dijo ella llorando

—No digas eso, Cariño. —le besó la cabeza— Eres una Targaryen; eres fuerte y tienes que seguir.

Rhaemara durmió esa noche con su madre como cuando tenía dos años; Jocelyn la mimó y le dio cariños hasta lograr que ella descansara después de meses.

Al siguiente día ella comió con su familia después de mucho tiempo; Rhaenys ya no estaba en la mesa debido a que ahora era la Señora Velaryon.

Rhaemara había oído de que Baelon, su tío, había sido nombrado heredero; pero a ella ese trono no le importaba en lo más mínimo.

—¿Cuándo vendrá Rhaenys? —preguntó Mara a su madre; solo hablaba con ella

—No lo sé. Puedes mandar un cuervo, cielo.

Ella asintió; no habló más en la noche mientras la familia comía en silencio como ella. Después de la pérdida de Aemon todos habían cambiado.

Rhaemara se levantó y se despidió únicamente de su abuelo Jaehaerys.

Al llegar a sus aposentos se sentó y Clarisse le leyó un poco sobre el libro que le había regalado Jaehaerys.

—Estoy cansada, desearía descansar. —pidió ella y la dama de compañía se fue

Ella se quedó en su ventana mirando la luna; la puerta se abrió y no necesito girar para saber quién era; su hilo rojo.

—Vete. —le dijo secamente

—Lo siento mucho, Mara.

Antes de poder refutar él la abrazó, y ella se quedó pasmada.

—¿Quieres salir?

—No. —ella se sentó en la cama— ¿Por qué no volviste? Me dejaste sola en mi cumpleaños.

—Creí que no querías verme.

—No digas tonterías, Daemon. —ella rodó los ojos

—Caraxes aún no me acepta del todo.

—Siente la muerte de papá. —le dijo— No me molesta que tengas a Caraxes… pero temo que si no tengo nada de papá perderé su recuerdo.

—No podrías olvidarte de Aemon; eras su hija favorita aquí entre nosotros. Además tienes su misma personalidad.

—No recuerdo mucho de la tía Alyssa. —le dijo ella— ¿Tú si?

—No. —se sentó al lado de Mara— Pero papá dijo que te veía como la hija que siempre quiso tener.

Ella sonrió y Daemon la acompañó hasta que ella se durmiera. Cuando cayó en la cama descansando él salió encontrándose con Viserys.

—¿Qué haces aquí? —Viserys lo miró desconfiado

—Esperé a qué Mara se durmiera; se ve que no ha descansado.

—Rhaemara ha sido como una hermana para nosotros, Daemon. —le dijo Viserys

—Mamá y papá eran hermanos; y mira de dónde salimos. —le dijo él tajante y se fue

Esa noche fue varias veces a la habitación de su princesa; asegurándose de que ella durmiera plácidamente y nada ni nadie interrumpiera su sueño.

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Red Thread. (Daemon Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora