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95 d. C.

Daemon se había excedido con el vino, pero sabía manejarse. Su único impedimento era Rhaemara.

Rhaemara y esa hermosa sonrisa” “La princesa y su largo y lindo cabello” “La princesa y sus ojos divinos” “Mi princesa” “Rhaemara, Rhaemara, Rhaemara…” pensó observándola

Ella acompañó a Rhaenys a dormir a los niños, al llegar ella les cantó una pequeña canción en alto valyrio y estos se durmieron. Salió a y su hermana le habló.

—Daemon y tú… se han vuelto unidos. —le dijo ella buscando las palabras correctas

—Sí. Daemon ha compartido mucho conmigo.

—Me preocupa que en la ausencia de nuestros padres hayas cometido algún error, hermana. —le dijo y Rhaemara no comprendió

—¿Error?

—¿Haz…—quiso buscar las palabras correctas— ¿Te haz desnudado con él?

—¿Qué? —ella se puso incómoda— No. Nunca.

—Está bien, está bien. —Rhaenys asintió

—¿Podemos volver?

Volvieron al salón del trono y Rhaemara se sentó. Habló con Viserys sobre su prima Aemma, quien estaba siendo cortejada por el mayor de los hijos de Baelon.

—Es bonita, y muy amable. —le dijo Rhaemara— Seguro serán muy felices, primo.

—Anhelo que así sea, princesa.

Daemon estaba hablando con un miembro de la casa Stark. Pero no dejaba de ver a su prima; y entonces pasó lo inesperado.

Otto Hightower pidió permiso al rey Jaehaerys para bailar con la princesa Rhaemara Targaryen.

Daemon casi escupe todo el vino. La sangre le hirvió y apretó sus manos. Y se enfureció más cuando Rhaemara le concedió el baile.

Otto era tan solo unos años mayor, pero Rhaemara era una niña pequeña y frágil; o así la veía su familia.

—¿Por qué le concediste el permiso? —le preguntó Daemon a su abuelo

—¿Por qué no lo haría? —el rey enarcó una ceja

—¡Porque él tiene veinte y Mara catorce! —habló más alto de lo debido

—Toma asiento y relájate, príncipe. El vino te ha hecho perder la cabeza.

—¿Cómo está su esposa, milord? —le preguntó ella amablemente

—Está un poco enferma.

—Espero se recupere pronto. ¿Su hija cuántos años tiene?

—Seis años, es una pequeña muy inquieta.

—Debe ser hermoso tener una familia. —le dijo ella

—Lo es, princesa. Gracias por concederme este baile. —él hizo una reverencia yéndose

Ella volvió a la mesa y bostezó.

—Está tarde. Iré a descansar, majestad. —se despidió— Descansa, Daemon.

Salió yendo a sus aposentos, Clarisse se encargó de quitarle el peinado y Maya le puso su bata de dormir.

Salieron y Rhaemara dejó una vela encendida. Observó la corona que recién le habían quitado y suspiró. La puerta se abrió y ella se apresuró a cubrirse.

—¿Daemon? —se levantó a sostenerlo

Estaba demasiado ebrio, demasiado.

—Mara… —susurró

La besó y las manos del príncipe acariciaron cada centímetro de Rhaemara. Su espalda. Su cintura. Sus caderas. Y otras zonas no debidas.

—Daemon, recuéstate. —le dejó en la cama

—Volví por Visenya.

—¿Qué? —se rio— Estás hablando tonterías.

—Se casará conmigo. —insistió— Aegon y Visenya.

Ella le pasó la manta por encima y se sentó en la silla. Clarisse entró y los miró, no quería malinterpretar la situación.

—Prepárame otra habitación. Daemon dormirá aquí. —pidió

Clarisse se relajó al ver a su princesa como siempre; llena de inocencia.

Pero había alguien que había visto el beso. Alguien que no le tenía tanto aprecio a la princesa. Una persona que por decir lo que no debía acabaría con su propia vida… o con la de otros.

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Red Thread. (Daemon Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora