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95 d. C.
—¡Exijo una explicación! —gritó el rey
Rhaemara se acercó y al tratar de hablar su abuelo la abofeteó con fuerza, Daemon se le fue encima pero un caballero lo detuvo.
—Me mentiste. —le dijo el rey a Mara
—¡No! ¡Me preguntaste algo y te respondí con la verdad! —le dijo ella— Esto no tiene nada que ver con que me haya acostado con Daemon.
—La deshonraste. —le dijo a Daemon— ¡Pagarás por llevar a la ruina a Rhaemara!
—¡No! ¡Por favor! —le rogó Rhaemara con lágrimas— No ha pasado nada de eso entre nosotros, majestad.
Jaehaerys salió y el caballero arrastró a Daemon con él. La princesa se cubrió la cara que estaba rosada por el golpe del rey. No podía parar de llorar.
—Lo matará. —le dijo Rhaemara a Clarisse
—No diga eso, princesa.
—Es mi culpa. —las lágrimas no se detenían— ¡Tuve que detenerlo!
Rhaemara trató de entrar al salón del trono pero se lo impidieron.
—¡Déjenme entrar! —gritó con fuerza— ¡Abuelo, te lo imploro! —rogó de rodillas sollozando— ¡Juro por la memoria de mi padre que Daemon no me ha deshonrado!
Pero ya era tarde. Rhaemara fue encerrada a la fuerza en sus aposentos mientras Clarisse era su única compañía, la noche se le hizo eterna, y cuando su abuelo entró otra vez ella se limpió la lágrimas.
—Empaca tus cosas. —le dijo él sin mirarla, y eso hirió el alma de Rhaemara
—Créeme. No miento. Daemon y yo solo nos besamos. —le dijo ella
—No me hagas abofetearte de nuevo, Rhaemara.
—No le hagas nada.
—¡Empaca tus cosas y vete que no pienso tenerte un segundo más aquí!
Esa noche ella no paró de llorar, lamentándose y echándose la culpa. Sin saber que el error no era solo de ella; Daemon la había arruinado, pero no acostándose con ella, de otra forma mucho peor.
Clarisse bajó con las maletas de la princesa, Rhaemara antes de subir al carruaje se acercó a su abuelo con lágrimas en sus ojos violetas.
—No creas cosas que no son. Juré por la memoria de mi padre, sabes que él fue lo más sagrado que tuve. —le dijo ella, y se despidió con un beso en la mejilla
Subió al carruaje; y esa noche los guardias vieron al rey Jaehaerys llorar después de ni siquiera derramar lágrimas por sus hijos muertos.
El viaje duró días, demasiados días. No sabía dónde iba, pero tenía la esperanza de que su abuelo llegara en cualquier momento y le pidiera que regresara al castillo.
—¿Tú si me crees? —le preguntó a Clarisse— Solo nos besamos, dime qué me crees.
—Por supuesto que le creo, princesa. De igual forma si usted se acostara con el príncipe mi lealtad seguiría siendo la misma.
—Gracias, Clarisse.
Bajaron del carruaje y el frío los recibió; estaban en una montaña, sola, abandonada y helada. La nieve cubría todo, solo había una pequeña torre y ahí se quedarían: para siempre.
—Oh, por los Dioses. —ella se cubrió ante el frío que hacía
—Entremos rápido.
Entraron y los caballeros se apresuraron a encender la chimenea, la princesa recibió un baño rápido y fue cubierta con sus telas más gruesas. Ella detestaba el frío.
Se sentó en el suelo junto a la chimenea, derramando innumerables lágrimas que romperían el corazón de quién la viera.
Los días pasaron; cada uno con la esperanza de que su abuelo, sus primos o su hermana la buscaran. Pero nadie llegó.
Aquella esperanza se convirtió en lamento. Los caballeros aseguraban oír el canto de la princesa en las noches, canto acompañado de sollozos y dolor. Un profundo y enorme dolor.
—Ha caído gravemente enferma. —dijo Clarisse a los guardias
—¿Qué haremos? Si muere nos cortaran la cabeza. —dijo un caballero
—Tienen que ir al reino, la princesa no resistirá mucho.
Un caballero emprendió viaje mientras el otro cuidaba la zona. Clarisse hacia lo que podía; pero no era suficiente.
La princesa estaba pálida, acostada en su cama, sin poder hablar por el dolor de garganta y pocas veces estaba consciente.
—Llevamos un mes y medio aquí. —le dijo Clarisse— Y usted lleva medio mes enferma.
La princesa se quejó al oír la voz, le dolía demasiado la cabeza.
—Haré lo que este en mis manos para ayudarla. El caballero regresará pronto con medicina.
Pero Rhaemara no deseaba medicina. Deseaba ir con sus padres. Deseaba dejar de sufrir y vivir en aquella soledad.
A los días el caballero llegó presentándose con el rey Jaehaerys.
—La princesa está muy enferma, mi rey. —le dijo haciendo una reverencia— Temo que no sobrevivirá.
El rey, que se había quedado solo sin su princesa, sintió dolor en su pecho. Pero cuando recordó lo que Daemon le dijo ese dolor fue suplantado por odio y asco.
—Pierdes tu tiempo. La única princesa con vida es la princesa Rhaenys Targaryen. No conozco otra princesa.
El caballero se sorprendió ante las crueles palabras del rey, pero se retiró. Tuvo que recurrir a otras personas, personas que al enterarse del estado de la princesa ofrecieron los mejores medicamentos habidos y por haber.
A pesar de estar lejos, de estar enferma y en una profunda tristeza; ella cumplió con su palabra, ayudó al pueblo y a sus habitantes. La habían nombrado “La reina del pueblo”
El caballero agradeció, y volvió nuevamente a aquel lugar frío y solo. A los días entró en los aposentos de la princesa, esta había mejorado, pero era muy poco notorio.
—¿Qué te dijo mi abuelo? —le preguntó bebiendo el té que le había dado Clarisse con los nuevos medicamentos
—Mi princesa… —no supo que decir
—Sé sincero, por favor.
—Dijo no tener más nietas que Rhaenys Targaryen. —susurró
El corazón de Rhaemara se quebró. Se quebró como nunca antes lo había hecho. Fue un dolor tan grande como cuando murió su padre. No le salieron lágrimas, solo bebió el té en silencio grabándose eso en su cabeza.
Ella estaba muerta para él. Él no sé interesaba en ella. Ella estaba al borde de la muerta y él se regocijaba en el maldito trono de hierro.
Ese día algo creció dentro de ella. Algo que jamás pensó sentir por su sangre. Odio. Repudió con todas sus fuerzas a los Targaryen con vida. En especial al rey y a su primo. Los maldijo una y otra vez.
Quizá Rhaemara no solo se parecía en la personalidad a Visenya Targaryen; quizá era realmente la reencarnación de la difunta reina.
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Red Thread. (Daemon Targaryen)
FanfictionTodas las personas tenemos un hilo rojo, o eso cree Rhaemara Targaryen, un hilo rojo es eso que te conecta con una persona, una conexión inquebrantable. Pero su hilo rojo no era tan resistente, o eso creía ella.