Red Thread. (Daemon Targaryen)

12

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95 d. C.

Habían transcurrido seis largos meses. Seis meses donde Rhaemara había madurado lo que no maduró en catorce años.

Al ser los caballeros su única compañía aparte de Clarisse, había aprendido cosas nuevas. Se la pasaba la mayor parte del tiempo entrenando. Los caballeros le armaban pruebas y le enseñaban.

Había cambiado, ya no tenía el mismo cuerpo. Estaba firme y más voluptuosa, pero seguía cargando con esa elegancia y delicadeza.

No hablábamos solo de cambios físicos; porque el más notorio después de su aspecto era su mirada. Una mirada más frívola y feroz.

Otra cosa distinta era su personalidad. Aunque con Clarisse se mostraba vulnerable de vez en cuando por desahogarse, había aprendido a ser ella con quién debía y a mostrar su máscara de hielo con la gran mayoría.

Por supuesto que también se centró en ayudar al pueblo, quien insultaba al rey Jaehaerys por no permitir salir a la princesa y alaban a La Reina del Pueblo. Claro que nadie más que los Targaryen eran conscientes de que había sido desterrada.

—¿Qué es eso? —preguntó con una mueca

—Una prueba.

—¿No es un poco… excedido?

—Si teme le podemos hacer otra más fácil. —la provocaron los caballeros

—No.

Se preparó inhalando y empezó a correr, esquivando los baldes de agua y saltando sobre algunos sin mojarse.

Trepó por una de las cuerdas hasta tocar el bloque de hielo, lo tomó y lo lanzó a las figuras para derrumbarlas.

Después realizó lo mismo pero con un arco. Al terminar con el arco, se acercó al árbol más alto, escaló hasta allá la espada y la clavo en la madera deslizándose hacia abajo.

—La tengo. —dijo orgullosa

Los caballeros aplaudieron. Era asombrosa. En todos los aspectos. Aún sudada, sucia y con mala cara se seguía viendo hermosa.

—Preparé chocolate caliente. —les dijo Clarisse

Ellos entraron tras la princesa y esta se sentó. Bebió el chocolate tranquilamente y preguntó por el pueblo.

—Oí sobre una estatua. —dijo Ser Wells

—Los plebeyos reúnen para hacerle una estatua. —confirmó Ser Jack

—¿En serio? Jaehaerys se estará retorciendo en su trono. —se burló

—Hablando de eso oí que anunciaron las nupcias del príncipe Viserys y Aemma. —dijo Wells

—Me alegro por ellos.

Se levantó yendo a darse un baño. Clarisse la ayudó y cuando estuvo lista se recostó en su cama.

—¿Crees que pueda ir? —le preguntó la princesa a su dama de compañía, refiriéndose a la boda

—No lo sé. Ojalá que sí la inviten, princesa.

—…

Se quedó dormida mientras pensaba, durmió pocas horas, al despertar ya la luz de la luna cubría la torre.

Clarisse entró en la habitación, la princesa quiso levantarse pero Clarisse le indicó que se sentará.

—Ha llegado una carta. —le dijo

—¿Carta? ¿De quién? —le preguntó la platinada

—La casa Targaryen. —le dijo e inmediatamente la princesa se tensó

—¿Qué dice?

—Princesa… —suspiró— Sé que usted y su familia no han sido unidos…

—No desde que… —el nudo en mi estómago me calló

—Necesitan verla. —dijo— Ofrecen una oferta de matrimonio que le gustará mucho.

—¿Oferta de matrimonio? —preguntó Mara con tono  dolido— Solo escribieron por una… —las lágrimas salieron y las limpió velozmente— ¿Con qué casa?

Clarisse la miró contenta y la princesa no comprendió su alegría; no hasta que dijo el nombre.

—No. —se negó sin pensarlo— No me casaré con ese maldito.

—Princesa, es su oportunidad para volver y ser feliz..

—¡No seré feliz con quien me arruinó! —gritó, lo hizo tan fuerte que el grito resonó en el solitario bosque

—Píenselo. —le dijo— Si ustedes se unen; cuando Baelon fallezca podrán ascender al trono.

—Ese puto trono es el menor de mis intereses. —dijo ella

—Cómo diga, princesa.

Rhaemara no envió respuesta, solo se quedó ahí con la rabia saliendo de su cuerpo. ¿Cómo podían pedirle que se casara con él?

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