Capítulo 15: Draco elije la lealtad

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<<<"Sí" dijo Hades con satisfacción. "Yo me la llevé. Sabía, Percy Jackson, que al final vendrías a negociar conmigo. Devuélveme mi casco y puede que la deje marchar. Ya sabes que no está muerta. Aún no. Pero si no me complaces, eso puede cambiar.">>>

“Ah, las perlas”, prosiguió Hades, y Draco notó cómo Percy se puso pálido. “Sí, mi hermano y sus truquitos. Tráemelas, Percy Jackson.” la mano de Percy se movió contra su voluntad y sacó las perlas.

“Solo cuatro”, comentó Hades. “Qué pena. ¿Te das cuenta de que cada perla solo protege a una persona? Intenta llevarte a tu madre, pues, diosecillo. ¿A cuál de tus amigos dejarás atrás para pasar la eternidad conmigo? Venga, elige. O dame la mochila y acepta mis condiciones.”

Percy tenía el rostro frustrado.

“Nos han engañado”, dijo Percy molesto. “Nos han tendido una trampa.”

Gran deducción Percy.

“Sí, pero ¿por qué?”, preguntó Annabeth. “Y la voz del foso…”

“Aún no lo sé”, contestó. “Pero tengo intención de preguntarlo.”

“¡Decídete, chico!”, le apremió Hades.

Ayuda al muchacho


En su cabeza resonaron las palabras de Anfitrite.

“Percy”, Grover le puso una mano en el hombro. “No puedes darle el rayo.”

“Eso ya lo sé.”

“Déjame aquí”, dijo. “Usa la tercera perla para tu madre.”

“¡No!”

“Soy un sátiro”, repuso Grover. “No tenemos almas como los humanos. Puede torturarme hasta que muera, pero no me tendrá para siempre. Me reencarnaré en una flor o en algo parecido. Es la mejor solución.”

Ayuda al muchacho

“No.” Annabeth sacó su cuchillo de bronce. “Id vosotros. Grover y Draco, ustedes deben proteger a Percy. Además, Grover, tienes que sacarte la licencia para buscar a Pan. Sacad a su madre de aquí. Yo os cubriré. Tengo intención de caer luchando.”


“Ni hablar”, respondió Grover. “Yo me quedo.”

“Piénsatelo, pedazo de cabra”, replicó Annabeth.

¡Ayuda al muchacho!

¡Basta ya!”, gritó Draco. Todos voltearon a verlo, pero Draco se mantuvo firme, mirando a Hades, que le presto atención, finalmente.

“Draco Malfoy Black a su servicio”, se presentó, y pudo ver cómo el rostro de Hades no lucía tan airado.

Pero Percy lucía alarmado.

“Sé quién eres, pequeño Black”.

Al fin alguien que lo reconocía.

No se quejó.

“Señor, ha habido un malentendido. Desde hace unos días venía sospechando de que usted fue inculpado, porque tiene razón, ¿por qué quería usted una guerra en este momento? ¡No es lógico! Pero señor, Percy solo fue inculpado como usted. Por eso creo yo que deberíamos hacer un intercambio.” Hades levantó una ceja ante sus palabras. “Señor, deje ir a Percy, a los chicos y a su madre. Percy le traerá su yelmo, yo me ofrezco a quedar con usted. Sé que mi alma no vale tanto como la de su madre, pero sé que Percy vendrá. Y, como sabrá, yo soy Anfitrite, el hijo de ella. ¿Sabe lo que dice la segunda profecía, o me equivoco?”, se mantuvo firme.

Sangre y trueno: La sombra del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora