Capítulo 9: Cosas pasan y Draco trata de tomarlo con calma

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Así que ahí estaban, Annabeth, Grover, Percy y Draco, pasando en medio del bosque, la ciudad de Nueva York poniendo amarillo el cielo de noche detrás de ellos, y el olor del Hudson apestando sus narices.

Grover estaba temblando y rebuznando, sus grandes ojos de cabra se volvieron rendijas de pupila y llenos de terror. "Tres Benévolas. Las tres de una vez."

Estaba bastante en estado de shock al igual que Draco y Percy. La explosión de las ventanas del autobús todavía sonaba en los oídos de Draco. Pero Annabeth se mantuvo arrastrándonos, diciendo: "¡Vamos adelante! Mientras más lejano lleguemos, mejor."

"Todo nuestro dinero estaba allí." Le recordó Percy a ella. "Nuestra comida y nuestras ropas. Todo."

"Yo tengo mi..." Draco fue interrumpido por Annabeth.

"Bueno, puede que si tú no hubieras decidido saltar en la pelea..."

"¿Qué querías que hiciera? ¿Dejar que te mataran?"

"No necesitabas protegerme, Percy. Yo habría estado bien."

"Rebanada como pan de emparedado." Grover agregó. "Pero bien."

"Cállate, niño cabra." Annabeth dijo.

Grover rebuznó tristemente. "Latas de estaño... una bolsa perfectamente buena de latas de estaño."

"Yo tengo mi mochila" dijo ya harto Draco.

Los tres se lo quedaron viendo, Draco suspiró y siguió caminando ignorándolos, Draco no sabe a dónde va, pero no se meterá en una discusión que no llevará a nada.

Percy se volvió a su lado rápidamente entablando una conversación sobre el anillo.

Caminaron haciendo ruido a lo largo de tierra blanda, a través de desagradables árboles torcidos.

Luego de algunos minutos, Annabeth se colocó junto a ellos "Mira, yo..." Su voz vaciló. "Aprecio que regresaras por nosotros, ¿de acuerdo? Eso fue en realidad valiente."

"Somos un equipo, ¿correcto?" Dijo Percy.

Ella guardó silencio por algunos pasos más. "Es solo que si mueres... aparte del hecho que eso realmente apestaría para ti, querría decir que la búsqueda se terminó. Ésta puede ser mi única oportunidad para ver al mundo real."

La tormenta eléctrica finalmente se había aplacado. Estaban en casi total oscuridad. No se podía ver nada, Draco solo alcanzó a ver los ojos azul verdosos de Percy.

"¿No has dejado el Campamento Mestizo desde que tienes siete?" Le preguntó.

"No... sólo viajes breves del campo. Mi papá..."

"El profesor de historia."

"Sí. No me resultó vivir en casa. Digo, el Campamento Mestizo es mi casa. En el campamento entrenas y entrenas. Y eso es todo genial y todo, pero el mundo real es donde los monstruos están. Es ahí donde aprendes si eres algo bueno o no."

"Eres muy buena con ese cuchillo." Dijo.

"¿Lo piensas así?"

"Alguien que puede mandar a paseo a una Furia está bien para mí."

"Sabes" Dijo. "Tal vez debería decirte... Algo divertido en el autobús..."

Cualquier cosa que ella quiso decir fue interrumpido por un chillón toot-toot-toot, como el sonido de un búho siendo torturado.

"¡Hey, mi flautilla todavía funciona!" Grover gritó. "Si sólo pudiera recordar una canción de 'ruta de descubrimiento', ¡podríamos salir de este bosque!"

Él sacó algunas notas.

Percy se estrelló contra un árbol y obtuvo un chichón de un buen tamaño en su cabeza.

Draco se burló de él.

Después de un tiempo más encontraron una luz adelante. Podía oler comida.

Nos mantuvimos caminando hasta que llegaron a una gasolinera (Annabeth tuvo la amabilidad de responder su pregunta).

Había un edificio principal, contaba con letras en inglés y rojas arriba de la entrada.

"¿Qué diablos dice eso?" Preguntó Percy.

"No sé." Annabeth dijo.

Draco tradujo: "Tía Eme Jardín del Emporio de los Gnomos".

Cruzaron la calle.

"Oye..." Grover advirtió.

"Las luces están encendidas adentro." Annabeth dijo. "Tal vez está abierto."

"Cafetería." Dijo Percy melancólicamente.

"Cafetería." Annabeth estuvo de acuerdo.

"¿Están los dos locos?" Grover dijo. "Este lugar es extraño."

Le ignoraron.

Draco no quería ir.

Pero fue obligado por Percy.

Había un bosque de estatuas: animales de cemento, niños de cemento, incluso a un sátiro de cemento tocando la flauta, que puso la carne de gallina a Grover.

"¡Bla-ha-ha!" Baló. "¡Se parece a mi Tío Ferdinand!"

Se separaron en la puerta del almacén.

"No toques." Grover imploró. "Huelo a monstruos."

"Tu nariz está obstruida por las Furias." Annabeth le dijo. "Todo lo que huelo es hamburguesas. ¿No están hambrientos?"

"¡Carne!" Dijo desdeñosamente. "Soy vegetariano."

"Tú comes enchiladas de queso y latas de aluminio." Le recordó Percy.

"Esas son verduras. Vamos. Salgamos de aquí. Estas estatuas están... mirándome."

Entonces la puerta rechinó al abrirse, y parada en frente de nosotros había una mujer alta del Oriente Medio.

"Niños, es muy tarde para estar solos afuera. ¿Dónde están sus padres?"

"Ellos están... um..." Annabeth comenzó a decir.

"Somos huérfanos." Dice Percy.

"¿Huérfanos?" La mujer dijo.

"¡Pero, mis amores! ¡Seguramente no!"

"Nos quedamos separados de nuestra caravana." Dijo Percy. "Nuestra caravana del circo. El director de pista nos dijo que lo encontráramos en la gasolinera si nos perdiéramos, pero él pudo habersele olvidado, o tal vez él quiso decir una gasolinera diferente. De cualquier manera, nos perdimos. ¿Es eso comida lo que huelo?"

"Oh, mis amores." La mujer dijo. "Ustedes deben entrar, pobres niños. Soy la Tía Eme. Vayan directamente a través por la parte trasera del almacén, por favor. Hay un área de comedor."

Sangre y trueno: La sombra del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora