Epílogo

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—La corte ha desechado la prueba —salió de la boca del juez.

Sonrío orgullosamente y volteo a ver a mi padre, que está tras de mí. Él me guiña. La mano de mi abuelo, sosteniendo la mía, me hace voltear a verlo y solo asiente orgulloso.

—Pero, juez... —dejo de escuchar al abogado de la contraparte y miro fijamente a Olivia. Su cara está pálida y las lágrimas corren por sus mejillas.

Siente mis ojos en ella y me mira. Mi sonrisa se ensancha y me encojo de hombros.

¿Por qué quiso apelar?

Al final, volvimos a ganar. Si la prueba del video fue desechada, no tienen nada para querer hundirme. Es un gasto insensato de dinero y tiempo. A mi familia no le importa, pero a la familia de Olivia estoy segura de que les debe afectar. Después de todo, viven al día, lo cual pronto va a cambiar. Mi familia se encargará de ellos.

Bostezo, aburrida de la palabrería que sueltan los abogados y el juez.

—¿Por qué hace esto? En ese video claramente se ve que ella obliga a mi hija a saltar de ese edificio. ¡Corruptos! —grita el padre de Olivia, y el caos se desata.

—¡Orden, orden! —Levanta la voz el juez, pero es ignorado, la sala está sumida en gritos. Nadie le presta atención.

El caos comienza y me encojo en mi lugar al notar al padre de Olivia lanzarse sobre mí. Logra abofetearme una vez antes de que los guardias y mi familia intervengan.

Parpadeo desorientada y escucho un pitido zumbando en mis oídos. El dolor corre por mi mejilla. La ahueco con mis manos temblando y muerdo mi labio inferior para no jadear del dolor. El cambron me golpeó fuerte.

Cuando la conmoción del golpe pasa, me doy cuenta del desastre en la sala: el juez gritando, mi madre tratando de llamar mi atención, viéndome preocupada con sus ojos llenos de lágrimas. No entiendo mucho de lo que dice, ya que el pitido en mis oídos no ha logrado desaparecer del todo.

—¡Vas a pagar por esto! —Ese es mi padre gritando.

—¡Orden!

Más gritos.

Parpadeo rápidamente, tratando de deshacerme de las lágrimas que arden en la comisura de mis ojos.

—¿Cariño, estás bien? Háblame, bebé. —Mi madre posa su mano justo en la mía, que sostiene mi mejilla adolorida. Sin atreverme a hablar, asiento y mis ojos dejan de verla para fijarme en Olivia, que parece realmente asustada, viendo cómo un par de guardias someten a su padre, que parece no estar en sus cinco sentidos.

Mi mirada parece que la quema porque gira bruscamente su cabeza y su mirada encuentra la mía. Con una sonrisa de lado y aún sujetando mi mejilla, veo cómo su semblante se desencaja más de lo que ya está.

Sí, cariño, están doblemente jodidos.
Porque eso pasa cuando unos don nadie tienen la osadía de meterse con gente como yo.

—No te preocupes, Nadine, me encargaré de hacer de sus vidas un infierno. —Papá besa mi cabello.

Miro cómo los guardias sacan al padre de Olivia casi a rastras de la sala, mientras ella llora. Su madre, que sigue inmóvil en su lugar, mira fijamente la situación, sin parpadear. Su rostro está completamente en blanco y sé que está siendo consciente de cuán acabados están.

—Tengo hambre —digo en un tono aburrido, llamando la atención de mis padres y abuelo.

Los tres asienten.

...

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