Capítulo 27: Teñido de rojo.

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Cuando escuché la voz de Aya entre los árboles, sentí una mezcla de alivio y tensión. Los tres secuestradores de niños se detuvieron en seco, observando a la imponente figura de la mujer-zorro con cautela. Su figura era elegante y grande, con su yukata blanco y las cinco colas ondeando suavemente tras ella.

Es posible que Aya haya puesto una barrera invisible entre nosotros, puedo intuirlo por su postura con la mano hacia delante..

"¿Quién eres tú?" Preguntó la mujer, a quien habían llamado Nura, claramente nerviosa. Su tono autoritario parecía haber perdido algo de firmeza al ver a Aya.

"No importa quién soy. Lo que importa es que no van a llevarse a Luciano", respondió Aya, con una tranquilidad que dejaba claro que no tenía intenciones de negociar.
Su mano, que seguía extendida, bajó hasta su posición natural.

"Gracias a Sariah", pensé. No estaba seguro de cuán lejos me llevarían estos tipos o qué harían conmigo si Aya no hubiera intervenido. O mejor dicho, no sabía hasta cuando iba a resistir antes de usar mi magia para defenderme.

Nura, la mujer musculosa, retrocedió un poco, mirando a sus dos compañeros, que ya estaban claramente desconcertados. Se notaba que sabían que enfrentarse a alguien como Aya no era algo que querían hacer.

"¿Te acuerdas de ella? La conocemos de vista", susurró uno de los hombres, el que me había sostenido más fuerte hasta ahora. Su voz se había suavizado ligeramente.
"No sabemos tu nombre. ¿Qué eres?" Gritó, claramente hablándole a Aya.

Aya se limitó a observarlos con una calma casi inquietante. Su presencia lo llenaba todo, y los hombres comenzaron a retroceder, soltándome al fin. Aproveché para dar unos pasos hacia adelante, poniéndome un poco más cerca de ella.

"No tienes que saber mi nombre. Pero sí sabrás lo que te conviene hacer. Si vuelves a tocar a Luciano, no mediaré una palabra más con ustedes".

Era raro, pero noté cómo los tres intrusos intercambiaban miradas. Había algo más detrás de esta situación. No parecían ser simples asaltantes, aunque el hecho de que conocieran a mi madre también era preocupante.

"Está bien, cálmate, no queremos problemas..." Dijo Nura, luego de soltar un suspiro.
"Solo queremos hablar".

¿Hablar? Me están jodiendo estos.

Mientras tanto, Aya no bajaba la guardia, y su postura me daba la seguridad suficiente como para avanzar en mis propios términos. Decidí tomar la iniciativa y aprovechar que la situación había cambiado.

"Si solo querían hablar, ¿por qué carajos me emboscaron? ¿Quiénes son ustedes? Ya saben quién soy yo, así que hablen".

Los tres permanecieron en silencio por unos segundos, hasta que Nura, aparentemente la líder, se cruzó de brazos y me miró fijamente, como si decidiera en ese momento si contarme la verdad o no.

"No te vamos a hacer daño. Somos... familia de Tariq. Hermanos".

Me quedé en blanco por un segundo. ¿Familia de Tariq? Eso explicaba muchas cosas, pero también levantaba muchas preguntas. ¿Por qué me estaban atacando si éramos, en algún sentido, aliados?

Los observé con más detenimiento. Ahora que lo mencionaba, veía el parecido. El hombre que me había intentando robar la piedra era más robusto, pero tenía el mismo tipo de ojos oscuros que Tariq, y la mujer, Nura, compartía esa misma intensidad en su mirada.

Claro, dos hermanos y una hermana...

"Entonces..." Murmuré, entrelazando las piezas en mi mente.
"¿Ustedes son los hermanos y la hermana de Tariq? Eso explica por qué sabían quién era yo. Pero, ¿por qué hacer toda esta escena?"

El pibe isekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora