Es la mañana siguiente al día que visité a la familia de Yume junto a Mirella.
Justo en este momento me acabo de escapar de casa a escondidas usando magia para moldear la madera que funciona como barrotes para la ventana. Creo que ninguna de mis dos compañeras de cuarto notó mis movimientos, así que espero no asustarlas para cuando despierten.Miré hacia el horizonte y confirmé lo que había pensado desde dentro: el sol todavía no parece estar por salir; deben ser como las cuatro y media de la mañana, si tomo como referencia los horarios de la Tierra.
¿Pero por qué estoy saliendo tan temprano? Bueno, es que casi no pude dormir de los nervios por todo lo que me queda por hacer. Mi idea es ir con Forn y hablar cara a cara, sin nadie que pueda interrumpirnos. Es por eso que traté de evitar que Mirella o cualquier otro viniera.
Me saqué las ojotas un momento y entré de nuevo a la casa por la que, por ahora, sigue siendo la única puerta de entrada. Saqué la típica papaya que me llevo al hacer estas salidas tan tempranas y me puse en marcha hacia la gran cueva.
Con respecto a la iluminación, convencí a Mirella de que pusiera una bola de luz adicional por esa noche, excusándome de que tenía un poco de miedo, así que ahora me acompaña su magia, aunque es un poco menos potente que las que suele hacer a menudo.
Una vez abajo, en el que podría decirse que es la sala principal de los pasadizos, no vi ningún gnomo, así que tomé el camino que lleva al lugar donde liberamos a Forn.
Al llegar al final del pasadizo, había un gnomo parado justo en la entrada, como si ya hubiera escuchado que yo estaba por llegar.
"Gnomo rojo", dijo con esa voz insípida que los caracteriza.Y entonces, comenzó a caminar de manera acelerada hacia el espacio abierto, desapareciendo de mi vista.
Al intentar seguirlo, noté que todos los gnomos de sombrero rojo se estaban marchando en fila por el camino de la gran cueva que lleva al desvío del arroyo. Decidí no llamarlos.
La bola de luz iluminó un poco más allá, mostrando al hombre que yo venía a ver. Él se encontraba sentado sobre una pila de pepitas de oro, sosteniendo una de ellas entre sus dedos.
"¿Te gusta el oro?"
Decidí no saludar. Por ahora no se lo merecía.Él se acomodó un poco el sombrero verde. No parecía sorprendido de verme a pesar de que ya habían pasado como dos años desde que lo liberé.
"A los gnomos nos gusta todo tipo de mineral".Me acerqué al centro del lugar y puse una mano sobre el suelo rocoso, extrayendo algo de piedra para formar dos sillas, una al frente de la otra.
"Te invito a sentarte para que hablemos. Solo vos y yo, sin nadie que nos interrumpa"."Me parece bien".
Se incorporó de un pequeño salto, dejando la pepita con las demás. Luego siguió mis movimientos y se subió a la silla improvisada; sus pies no llegaban al suelo a pesar de tener unas grandes botas negras.Puse mis codos sobre mis rodillas y entrelacé mis dedos, poniendo mi barbilla sobre ellos.
"Contame, querido Forn. ¿Vos te querés llevar mal conmigo?""Creí ya haberte dicho que no, querido Luciano".
"¿Entonces por qué me hiciste enojar? ¿Por qué me tendiste una trampa? Yo no me olvidé de lo que me hiciste pasar, por más que vuelva ahora, mucho tiempo después".
"Pero te hice aprender una cosa nueva".
"¿Qué cosa? Solo me hiciste decir cosas horribles".
Él se levantó un poco y tiró hacia atrás la capa roja que llevaba puesta. Al parecer se había sentado sobre ella y le molestaba.
"A ver... No me gusta revelar los secretos de los demás. Es por eso que te hice verlo por tu cuenta".
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El pibe isekai
FantasiEn un espacio inter dimensional, Luciano, tras fallecer en un accidente, es reclamado como alma por la diosa Sariah para tener una segunda oportunidad de vida en un mundo primitivo lleno de magia y peligros. Él es enviado principalmente con el objet...