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El viento gélido azotaba mi rostro mientras la moto voladora cortaba el aire, pero mi mente seguía ocupada pensando en cómo había llegado hasta aquí aún que no hay mucho que pensar para empezar. Cinco horas volando sin rumbo me habían dejado agotado, desorientado y con un creciente temor de que me estuviera alejando aún más de cualquier refugio además del dolor de espalda por estar mucho tiempo encorvado en la moto. El paisaje desolado a mi alrededor parecía una interminable extensión de nada: montañas lejanas, un cielo gris y la nieve cubriéndolo todo como una sábana inmensa. Ni una señal de civilización.

La moto voladora era rápida, mucho más que la vieja moto de nieve que solía usar, pero también tenía sus límites. El combustible se estaba agotando. La pequeña pantalla del panel de control parpadeaba, mostrando un nivel que bajaba con cada minuto que pasaba. Pronto, me quedaría varado en medio de la nada, sin posibilidad de avanzar ni retroceder. El brazalete en mi muñeca, que ya sabía que era inútil sin Nemo, parecía una cruel broma en ese momento.

Aceleré un poco más, intentando cubrir la mayor distancia posible antes de que la moto finalmente se quedara sin energía. Sabía que no podía quedarme en campo abierto, no con drones de desmontaje en los alrededores. Si me encontraban, sería el fin. No había forma de que pudiera enfrentarme a ellos solo.

Después de otros quince minutos, empecé a notar algo inusual. Una sombra en el horizonte. Parecía una formación rocosa, o tal vez una estructura, pero no estaba seguro. A esta distancia, todo se difuminaba con el polvo y la nieve. Sin embargo, era mi única opción. Dirigí la moto hacia allá, esperando que no fuera solo una ilusión provocada por el cansancio.

El panel de control de la moto finalmente parpadeó con una advertencia: "Combustible bajo." Genial. Apreté los dientes y seguí adelante, ignorando el dolor en mi cuerpo y el cansancio en mi mente. Las manos me dolían de tanto aferrarme a los controles, y la vista borrosa no ayudaba a distinguir si aquello que veía era real o solo una parte más del paisaje nevado.

Al acercarme más, la silueta empezó a tomar forma. Era una estructura metálica semiderruida, oxidada por los años y el clima extremo. No estaba en las mejores condiciones, pero podía ser un buen refugio temporal. Decidí aterrizar lo más cerca posible antes de que la moto se apagara completamente. Logré reducir la velocidad y, con un poco de suerte, la moto tocó tierra sin demasiados problemas.

Me bajé de la moto, con las piernas temblorosas y el trasero doliendo por tanto estar sentado en la moto, observé mi entorno. La estructura parecía una especie de torre de vigilancia, aunque solo quedaban unos pocos restos de lo que alguna vez debió ser una instalación militar o científica. Los muros estaban parcialmente derruidos, y las ventanas eran meros agujeros por los que el viento silbaba. No era perfecto, pero servía.

Antes de entrar, miré a mi alrededor. No se veía ninguna señal de drones por ahora, lo que me daba un poco de alivio, pero sabía que no podía relajarme demasiado. Entré a la estructura, abriéndome paso entre escombros y polvo. El interior estaba oscuro y frío, pero ofrecía al menos algo de protección contra el viento y la nieve. Me moví por los pasillos vacíos, revisando cada rincón, buscando algo que pudiera ser útil. Sin embargo, todo estaba desmoronado o inutilizable.

Me dejé caer en una esquina, apoyándome contra la pared metálica, y dejé escapar un suspiro de frustración. No había forma de contactar con el equipo, y sin el brazalete operativo, era imposible encontrar una salida fácil de esta situación. Solo tenía que esperar y confiar en que, eventualmente, encontraría una manera de volver.

Pero entonces, un sonido bajo y metálico resonó en la distancia. Algo que no pertenecía al viento ni a las ruinas. Mi corazón se detuvo por un segundo. No estaba solo.

¿Y si...? [Drones asesinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora