Llueve a cántaro acompañado por fuertes truenos y relámpagos. La mayoría de los invitados ya se han retirado. Sayen espera a Luciano sentada en una banca cerca de un largo pasillo, como no ha venido en su vehículo y además no podría conseguir taxi por las altas horas y fuerte lluvia no tiene otra opción más que esperarlo. Luciano le dijo que no se demoraría, que tenía que hablar con su padre y luego se retirarían. Pero han pasado más de veinte minutos y no ha vuelto a aparecer. En eso un fuerte trueno retumbó por la casa y la luz se fue por completo.
Iluminó a su alrededor con su celular y fue angustiante sentirse sola en el oscuro pasillo de una casa que no es la suya. Cuando sintió unos pasos y una luz acercándose se puso de pie inmediato, suspiró con alivio al ver que se trataba de Luciano, quien con su tensó rostro aun no puede olvidar la conversación con su padre.
—Lamentablemente está lloviendo demasiado y las luces de la calle y semáforos no están funcionando, mi padre ha dicho que nos quedemos a alojarnos en su casa —señaló con seriedad.
—¿Aquí? —preguntó Sayen intentando disimular su incomodidad.
Notó por su rostro que la idea no le gustaba demasiado, la verdad es que a él tampoco, preferiría irse a su casa que seguir acá, más después de la conversación con su padre. Desvió la mirada confundiendo a la mujer y luego le dio la espalda sin darle más explicaciones.
—Sígueme — le indicó con sequedad sin agregar nada más.
Sayen se siente incomoda con el silencio y además tener que caminar tan cerca de Luciano, con temor de perderse en la enorme casa, la oscuridad es mayor a la usual debido a que el cielo sigue cubierto de nubes que no dejan de llover con fuerzas. Subieron las enormes escaleras alfombradas y luego caminaron por el pasillo hasta detenerse en una puerta de color caoba. Luciano sacó una llave y giró el picaporte invitándola a entrar.
La habitación acaba de ser aseada, y las sabanas cambiadas, luce tan limpio como las habitaciones de un hotel. La cama de dos plazas, ubicada en el centro se hace pequeña en comparación a la enorme habitación, a un costado como una especie de sala separada hay un escritorio y varios libros y viejos cuadernos de la escuela, al otro costado cerca del closet hay un sofá de cuero color negro.
—Bien, dormirás en el sofá —dijo mientras cerraba la puerta.
—¿En el sofá? ¿Y la cama? —preguntó aun sin entender bien.
—Yo dormiré en la cama —respondió Luciano con seriedad.
—Eh... espera ¿Dormiremos en la misma habitación? —lo contempló sin creerlo, esa noticia es peor que tener que dormir en ese sofá.
— Mi padre dijo que como ambos ya somos adultos y además somos novios no ve que haya problemas en que durmamos juntos, si lo hubiera contradicho hubiera sospechado de nuestra relación —dejó el candelabro sobre la cómoda.
—Aun así ¿Por qué debo ser yo quien duerma en el sofá? Eso no es de caballeros —comentó molesta.
—Por lógica, eres pequeña y menuda caerás fácilmente en el sofá a diferencia de mí —se alzó de hombros pareciéndole su respuesta como lo más natural a pesar de que Sayen sigue mirándolo molesta.
Entró a la sala del closet y salió con un par de frazadas las que dejo a un costado del sofá.
—Puedes darte un baño mientras le preguntaré a mi hermana si tiene algún piyama que te preste —dicho esto abrió la puerta.
—¿No te llevarás las velas? —le señaló al verlo con intenciones de salir sin tomar el candelabro.
—Conozco de memoria los pasillos de esta casa, además si te quedas a oscuras vendrá el fantasma de mi tía a atormentarte —le sonrió con maldad.
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El secreto de Luciano
RomanceSayen, una eficiente y trabajólica mujer, es contratada por la editorial C&I para encargarse de Luciano Alcaraz, el escritor más famosos de novelas románticas. Pero aquel que se muestra como el hombre perfecto esconde un secreto, quien se presenta c...