Sayen estiró los brazos suspirando cansada y deteniendo su mirada fija en el techo, lleva horas revisando un par de manuscritos y ya el hambre la obligo a despegar la mirada del notebook y los documentos que tenía en su mano. Está en su departamento, con el cabello recogido y un buzo cómodo. Fue a la cocina y abrió el refrigerador sacando un jugo y bebiéndolo mientras revisaba el mensaje que acababa de llegar a su teléfono. Abrió los ojos, sorprendida, Carlos le había escrito, siempre había sido por trabajo, pero esta vez solo había dos palabras, "lo siento" no supo que responder y titubeó. Se siente más culpable de lo que tal vez se siente él, porque no fue capaz de decirle antes que había decidido elegir a Luciano y entiende su molestia al tener que haberse enterado de esa forma. "No te preocupes, debí ser sincera contigo, lo siento mucho" sin enviarlo de inmediato, releyéndolo una y otra vez, esperando no sonar indiferente a su sentimiento. Es un buen hombre, pero el corazón es algo tan impredecible que si desde el principio le hubieran dicho que se terminaría enamorando del poco simpático de Luciano nunca lo hubiera creído. No pudo evitar detener sus manos en su muñeca, que aún tiene las marcas de las manos del tipo que la subió a la fuerza a ese auto, y su mirada se ensombreció a recordar las palabras de ese anciano.
¿Sería ella capaz por dinero hacer infeliz a Luciano? Claro que su respuesta es "No". Jamás haría que él dejará su sueño. Ni aun ante la amenaza de ese hombre traicionaría así a Luciano.
—Que ganas de beber una cerveza en estos momentos —se tiró hacia atrás en la alfombra, quedándose acostada mirando el techo.
No le ha dicho a Luciano sobre su encuentro con su abuelo, ya de por sí tiene bastantes problemas por el tema de salud de su padre y por la misma Natalia. Y sumando que le ha estado haciendo el quite a sus invitaciones debido a que teme que él al verla se dé cuenta de que algo le esconde, y conociéndolo insistirá hasta sacarle la verdad. Tomó su teléfono y le marcó. No le contestó. Desde la mañana no ha contestado a sus llamadas ni a sus mensajes, puede que lo haga por como ella lo ha evitado, este sentido y la esté castigando haciendo lo mismo ¿O será acaso que su abuelo sea el causante? Al final terminó por escribirle otro mensaje: "Luciano. ¿Todo bien? ¿Pasó algo?". No recibió respuesta alguna a pesar de que el chat le notificó que aquel había leído su mensaje. Suspiró dejando el teléfono de lado y fue a prepararse un café, cuando escuchó la alerta de respuesta, de inmediato tomó su teléfono viendo la escueta respuesta que ha recibido de Luciano: "Sí, lo siento. Todo estará bien".
Tragó saliva, ese "... Todo estará bien" le sonó extraño, no sabe por qué sintió una amargura que no pudo entender, y se sentó sobre el sofá con su mirada fija en el mensaje y una opresión inexplicable en el pecho.
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—¿A quién le escribes? —preguntó Natalia incorporándose en la cama de sábanas blancas del hospital.
—No es nada —respondió Luciano fijando su mirada en ella. — ¿Cómo te sientes ahora?
—Sí, solo fue otra recaída —señaló la mujer bajando la mirada—. Siento mucho haber dado tu número al hospital. No tengo a nadie más a quien llamar. Tú sabes que mis padres son muy ancianos y no quiero asustarlos con esto.
La observó en silencio y luego bajó su mirada viendo su teléfono esperando tal vez una respuesta que no recibía. Le incomoda saber que de seguro es esa mujer, que aun cuando ella este frente a él condenada a morir, no deja por ningún segundo de pensar en esa otra, aunque es lógico e intenta entenderlo.
—Esta semana has sufrido muchas recaídas ¿No crees que es mejor que te quedes acá? —preguntó preocupado mirando su teléfono otra vez.
Natalia movió la cabeza a ambos lados.
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El secreto de Luciano
RomanceSayen, una eficiente y trabajólica mujer, es contratada por la editorial C&I para encargarse de Luciano Alcaraz, el escritor más famosos de novelas románticas. Pero aquel que se muestra como el hombre perfecto esconde un secreto, quien se presenta c...