Between Games!

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Irving no se detenía ni para respirar.


Se veía tan seguro con las manos al volante que me costaba creer que esto era verdad.


La música a todo volumen y las ventanas abiertas, la velocidad y el aroma a mar, no podía pedir nada mejor. Pero todo siempre llega a un fin.


Esos 3 días serían los últimos, ya eran vacaciones, las últimas semanas más bien, y la realidad de que nos tendríamos que separar para siempre me atormentaba los pensamientos.


Sentía un dolor en el pecho, pero no era por los sentimientos que tenía, y temía que fuera un problema en el corazón.


Subí el volumen del celular, la música innovadora de Irving hacía que se me pusieran los pelos de punta. Odiaba el inglés, pero cuando se trataba de música, pensaba que era el único idioma que lo hacía bien, también me gustaba el pop japonés, pero eso no contaba ahora.


El paisaje se tornaba más claro y el sol brillaba en lo alto. Aunque al fondo, se alzaba en el horizonte una mansión.


Probablemente la de Vlad. Mi destino.


En eso, sonó el celular de Irving, lo tomé con cuidado para que no se me cayera a pesar de que lo había agarrado más de mil veces, la música se apagó por completo y su timbre vibraba en todo el coche.


En toda la pantalla sólo había una letra, "N". Ladeé la cabeza confundido.


-Verifica quién es. -Me ordenó.


-Eh... "N". – Contesté. El semblante de Irving cambió por completo, una mirada seria y profunda invadió la paz que habíamos tenido hasta ahora. Me ordenó cerrar las ventanillas y permanecer en silencio.


-Dices una palabra... – Amenazó levantando su dedo índice sin quitar la mano del volante – Y te hago pedazos. – Alzó su puño cerrado hacia mi cara, sus nudillos estaban blancos y las venas se le saltaban como si fueran a explotar. Esa idea me mareó.


Acerqué su celular a su boca y respiré hondo, aguanté la respiración cuando tecleé "contestar".


-Pardon, monsieur. – Comenzó a hablar mientras temblaba, se notaba en su voz, pero lo quería disimular. – No encontraba mi celular.


Hubo una pausa, como si el ruido de todo el mundo hubiera parado por completo con el simple hecho de que Irving hablaba por teléfono, creí que hasta el motor se había detenido por completo.


-Lo sé, señor. – Reanudó. – Pero el NOVOCAINE es seguro...


Otra pausa, Irving apretó los labios con fuerza y yo ya no aguantaba la respiración. Exhalé despacio para que no se oyera el aire salir de mis labios, inhalé de nuevo con cuidado. El olor del coche de Irving me era familiar, olía al bosque de mi padre, el olor a pino me cosquilleaba la nariz y tenía miedo de estornudar.

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