Reuniéndonos

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Levantarme temprano ese día fue una de las cosas más difíciles de mi vida, sentía cómo en mis ojos latía mi corazón, y mi estómago rogaba que me alejara de la comida, mis ojeras eran perceptibles a millas y mi piel la sentía tan frágil...


Frágil como mi determinación.


-¿Estás bien? -preguntó Sam, escudriñando mi rostro con confusión.


-No te importa...


-¡Estás ronco! ¿Qué has estado haciendo, Chris? -Sam me agarró de los hombros y me zangoloteó, sentía como sus uñas rasgaban mi piel, no tenía la fuerza suficiente como para quitarme sus manos de encima.


-¡Déjame ya, déjame en este instante! -bramé, y con mi voz ronca, sonó como un rujido. Sam me soltó en ese momento asustado. Traté de dormir, pero justo ese día, Haruka se sentó a mi lado, suponía que había escuchado todo.


-No te duermas... -me consoló (o sentí que su voz trataba de hacerlo), acariciaba mi pelo y luego lo jaloneaba un poco, tocaba mi oreja y luego la estrujaba, como si primero quisiera decirme que le gustaba, pero luego...


Me hacía daño.


-¿Te sientes bien? -cuestionó Sam mientras salíamos del salón. Hice un gesto que representaba que mi cabeza explotaba. -Comprendo. -asintió.


No era cierto, era lo único que Sam no sabía de mí, no podía saberlo. No con el chip incrustado en mí.


Christian P. Larcast

Vlad Cardenotti x

Kyle Martinelli x

A. Zail x

Amelie Champs x

Daniel Goldsmith x


Al ver su nombre escrito al azar con una pluma, supe que lo de ayer no fue un sueño, no importaba el dolor que sentía en mi cuerpo, los recuerdos de las imágenes escalofriantes que vi o el chip que parpadeaba en mi pálida y fría piel, nada me hacía creer que eso había sido real...


Excepto su sonrisa, ese nombre significaba la perdición de todos, su sonrisa significó el inicio de una etapa que creía que ya se había extinguido.


Entré al club, y una vez más, Daniel estaba sentado en medio del club, arriba de la silla de Hans, los integrantes estaban tirados alrededor de él, inconscientes, volvió a mirarme con su sonrisa infernal y me apuntó con su arma, ni me molesté en esquivarlo (de hecho, cuerdo o no, jamás podría haber esquivado su habilidad con las armas) y dejé que su sedante recorriera mi cuerpo.


Despertamos en las sillas, amarrados. No sabía a ciencia cierta si todo pasaba muy rápido o yo iba muy lento.


-Disfruten su segundo ingreso y no último del DEATH VALLEY. -N saludó con una voz alegre.

Between Robots!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora