Herida

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{POV: CC}

Una vez en el campo, me presentaron al señor Williams, el hombre al que debía impresionar. Extrañamente, me resultaba familiar, como si lo hubiera visto en alguna otra vida.

-CC, me han hablado bien de ti, espero no llevarme una decepción -dijo mientras estrechaba mi mano en un apretón firme y penetrante.

Parecía alguien agradable, aunque algo en su mirada me inquietaba. Aun así, me concentré en el partido. Me esforcé al máximo, y al final, logré destacar como la mejor en el campo, captando por completo la atención del señor Williams, justo lo que quería.

Al terminar el partido, me dirigí a las gradas y tomé un sorbo largo de agua. Me pareció extraño que el señor Williams no estuviera por allí, pero saludé a mi entrenador desde lejos, recogí mis cosas y comencé a caminar hacia mi casa. Apenas había recorrido unos metros cuando, de repente, una mano fuerte agarró la mía, arrastrándome hacia un callejón. Traté de gritar, pero me cubrieron la boca.

Al girarme, vi que era el señor Williams. Con ojos llenos de furia y una voz escalofriante, me susurró:

-Quédate en silencio, y te soltaré. ¿Entendido?

Retiró su mano de mi boca lentamente. Mi respiración estaba desbocada, el corazón palpitando con fuerza. Tragué saliva, tratando de calmarme.

-Lo que sea que planees de ahora en adelante ha terminado. No permitiré que le hagas daño a Lauren -dijo con una rabia que me heló los huesos, mientras me empujaba con fuerza contra la pared.

El nombre "Lauren" resonaba en mi cabeza, como un eco interminable que golpeaba cada rincón de mi ser. Sentí mi corazón destrozarse en mil pedazos, mientras la ira y el miedo me consumían. Incapaz de controlar mis emociones, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Asentí, esperando que se alejara y dejara de asfixiarme con su mirada.

Finalmente, se fue, desapareciendo en la distancia mientras me escurría por la pared. Sentía un dolor ardiente en mi espalda; al llevar la mano hacia él, noté un líquido caliente y rojo: estaba sangrando.

Corrí hacia casa, cegada por el miedo, la furia y una tristeza insondable. Al llegar, dejé mis cosas esparcidas por el suelo y me derrumbé, llorando sin freno, hasta que escuché a alguien entrar. Era Cairo, quien al verme tirada en el suelo y sangrando, se quedó paralizada.

-¡Dios mío, CC! ¿Qué te pasó? ¡Por favor, dímelo! -gritó, el miedo reflejado en sus ojos mientras intentaba levantarme.

Una vez de pie, no pude hablar; solo me aferré a ella en un abrazo que nunca había sentido tan necesario. Sentí su calor, su presencia, y por un momento logré respirar de nuevo, con mi rostro empapado de lágrimas contra su camiseta.

-CC, ¿estás bien? Estás sangrando... ¿Te caíste? -preguntó, aún sosteniéndome.

La miré a los ojos y susurré, apenas creyendo en mis palabras:

-Cairo, soy una mala persona, de verdad...

Con ternura, ella se acercó y secó mis lágrimas con su mano.

-No te conozco del todo, pero sé que eres buena, CC... sé que lo eres -dijo, acariciando el costado de mi cabeza con dulzura.

-No entenderías jamás mi situación respondí, la voz rota por la tristeza y el dolor.

-¿No estás lista para contarme? Porque sabes que yo te escucharé siempre... pero ahora déjame ver tu herida, ¿de acuerdo? me dijo, con una mezcla de tristeza e intriga en su mirada.

{POV: Cairo}

La sorpresa al verla así, derrumbada en el suelo, fue tan grande que en ese instante me prometí no volver a dejarla sola. Cuidarla, acompañarla siempre, se volvía casi un juramento silencioso. No sabía qué había ocurrido, pero sentía en el aire la sombra de algo oscuro y doloroso.

—CC, si no te incomoda... ¿podrías quitarte un poco la camiseta para ver mejor esa herida? —le dije, intentando que mi voz sonara tranquila. No quería incomodarla.

Sin dudarlo, CC se quitó la camiseta, y mis ojos se encontraron con una herida profunda y enrojecida, casi palpando su dolor en mi propia piel.

—Espera aquí, voy por el botiquín de primeros auxilios —le dije, y ella asintió con un leve "bien" en sus labios, pero en su voz aún se percibía una tristeza contenida.

Con el botiquín en mano, me acerqué y con sumo cuidado empapé un algodón en desinfectante. Me acerqué a su espalda, pasando el algodón suavemente sobre la herida. Sentía cómo CC contenía las quejas, cada gesto suyo me dolía a mí también. Al terminar de limpiar la herida, coloqué una gasa y la aseguré con cinta, evitando que el roce de cualquier cosa la lastimara aún más.

Ella exhaló un suspiro de alivio, y me regaló una pequeña sonrisa, tímida, como si algo aún le oprimiera el pecho.

—Gracias, Cairo —murmuró.

Pasamos el día juntas, haciendo pequeñas cosas que llenaban la casa de risas y anécdotas compartidas. Nos conocimos un poco más, explorando nuestros gustos, intereses, y hasta hablando de esas viejas historias de amor que ambas escondíamos como secretos. Cuando cayó la noche, preparé palomitas y nos refugiamos en su habitación viendo una película. Lentamente, ella se quedó dormida, y la arropé con las sábanas, bajé el volumen de la televisión y acaricié su cabeza suavemente. Dormía tranquila, como hacía tiempo no la veía. Me sentí en paz al verla así, aunque una parte de mí sabía que guardaba algo, un secreto profundo que aún no estaba lista para confiarme.

My Sister's Friend ||Jemmaverse||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora