Amanecer

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{POV: Cairo}

Sentí cómo un rayo de sol acariciaba suavemente mi rostro, mientras una brisa fresca de la mañana se colaba por la ventana abierta. Por un instante, había olvidado que había pasado la noche junto a CC, y al recordarlo, una oleada de sorpresa me recorrió. Quise levantarme de inmediato, escapar de allí antes de que la situación se prestara a malentendidos. Sin embargo, su brazo aún rodeaba mi cuerpo con la misma firmeza de anoche. Me sorprendí al notar la fuerza de sus brazos, detalle que hasta ese momento me había pasado desapercibido.

Con cautela, intenté girarme hacia el lado donde estaba ella, esperando poder retirarme sin despertarla. Fue entonces cuando algo me llamó la atención: en algún momento de la noche, CC se había quitado la camiseta, dejándola caer en el suelo.

—¡Mierda! —susurré, sin poder evitar un respingo. Al moverme bruscamente, mi cabeza chocó contra su brazo, y el golpe hizo que CC comenzara a abrir los ojos, aún algo adormilada.

Desconcertada, CC me miró directamente a los ojos, recostada aún a mi lado. Después de un segundo, bajó la vista y se dio cuenta de su propia desnudez parcial.

—¡¿Qué carajo?! —exclamó, levantándose rápidamente y cubriéndose instintivamente.

—CC, no es lo que parece, te lo juro —intenté aclarar con torpeza, pero mis palabras apenas salieron antes de que ella me interrumpiera.

—¡Ay, mi cabeza... duele! —murmuró, llevándose una mano a las sienes.

Me levanté de la cama apresuradamente, intentando ordenar mis pensamientos.

—Bebiste demasiado anoche; seguro que no recuerdas mucho. Voy por una pastilla para la resaca, espérame aquí —dije, sintiendo mis mejillas arder.

Cuando regresé con un vaso de agua y la pastilla, CC ya se había puesto la camiseta. Me miraba con una mezcla de desconcierto y vergüenza, todavía adormecida.

—No entiendo... ¿qué hacías aquí, Cairo? —preguntó, aturdida, aún intentando procesar la situación.

—Anoche me tomaste de la mano y no me dejaste ir. No ocurrió nada, te lo prometo; eres demasiado joven para mí aún —dije, tan nerviosa como ella, pero intentando tranquilizarla.

—Dios... lo siento, qué vergüenza. Creo que debí quitarme la camiseta en algún momento y ni siquiera lo noté —susurró, tomando la pastilla y cerrando los ojos por un segundo.

Nos quedamos en silencio, cada una atrapada en sus propios pensamientos. La calidez del sol que entraba por la ventana parecía suavizar un poco la tensión de ese amanecer inesperado.

{POV: CC}

A pesar de haber dormido en un estado de embriaguez total, aquella noche había sido la más reparadora de todas. Sentía una presencia junto a mí, una especie de consuelo inexplicable, y cuando me percaté de que era Cairo, me quedé atónita. Lo primero que cruzó por mi mente fue la posibilidad de que ella y yo hubiéramos hecho algo, pero luego de su explicación, todo encajó. Aún así, la frustración de no recordar nada de la noche anterior me carcomía, especialmente cuando la casa, que horas antes rebosaba de gente, estaba ahora vacía y en silencio.

Tomé la pastilla que Cairo me ofreció, y ambas quedamos sumidas en pensamientos vagos, hasta que ella rompió el silencio.

—CC, tengo que salir. Voy a juntarme con unas amigas —me dijo, mirándome con un dejo de urgencia—. Pásame tu número, y cualquier cosa que necesites, llámame. No dudes en contactarme, ¿sí?

Le pasé mi número, y en pocos minutos ella se había marchado, dejándome con una extraña sensación de vacío. Me revolvía la cabeza no recordar cómo habíamos terminado las dos durmiendo juntas. Me habría gustado poder estar consciente en ese momento, disfrutar de aquella proximidad sin los velos de la inconsciencia.

Sacudí la cabeza, intentando despabilarme de aquel torbellino de pensamientos, y me vestí apresuradamente. El desayuno fue igual de rápido, ya que hoy me esperaba algo importante: un partido de fútbol. El entrenador mencionó que conocería a alguien con contactos, una oportunidad para llevarme a otro nivel en el mundo del fútbol, algo que deseaba profundamente.

Mientras caminaba hacia el campo, mis pensamientos regresaban incesantemente a lo ocurrido. Una y otra vez me asaltaba la imagen de Cairo yaciendo a mi lado, la fantasía de mis dedos recorriendo su piel desnuda, y todas las cosas que podría haber hecho de estar plenamente consciente a su lado. Sin embargo, una frase de ella me retumbaba sin cesar: "Eres demasiado joven para mí aún." ¿Eso significaba que ella jamás hubiera querido que algo sucediera si yo estaba despierta? La duda y la frustración me llenaban de preguntas, cada una más intensa que la anterior.

My Sister's Friend ||Jemmaverse||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora