Enmascarado

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{POV: Cairo}

La mañana después de aquel día comenzó sin sobresaltos, aunque me rondaba una sensación extraña, una intuición, como un presentimiento de que algo inesperado estaba por suceder. Sin embargo, traté de ignorarlo y todo siguió como de costumbre. Llevé a CC a la escuela y pasé el día en la casa, inmersa en mis propios pensamientos. En la tarde, mientras contemplaba algunas flores en el jardín, me perdí en su delicado aroma y en el suave golpe del viento en mi rostro. Ya estaba oscureciendo, y noté que CC aún no regresaba. Decidí enviarle un mensaje, pero ni siquiera llegó; asumí que se habría quedado con sus amigos.

La ansiedad me venció y encendí un cigarrillo, intentando calmar la inquietud. De pronto, mi teléfono sonó con fuerza. Esperaba que fuera CC, pero al contestar, una voz masculina, desconocida, me saludó.

-Hola, Cairo.

-¿Hola? ¿Quién eres? -respondí, entre curiosa y alerta, mientras golpeaba el cigarrillo con los dedos.

-¿Quieres verme? Antes, debes responderme una sola pregunta -dijo, en un tono tan peculiar que sentí un escalofrío.

-¿Qué pregunta? No me gustan esos juegos, ¿qué quieres? -contesté, algo molesta.

-¿Tienes pareja? -preguntó, y su voz se volvió inquisitiva, casi desafiante.

-¿Por qué quieres saber eso? -le respondí, irritada.

-¿Tienes pareja o no? -insistió, y ahora su tono se había vuelto aún más serio, tan tenso que por un momento me dio miedo.

-No, no tengo -dije, sintiendo un nudo de temor en el pecho.

-Mejor así -dijo, y se hizo un breve silencio que lo volvió aún más siniestro.

-¿Por qué "mejor así"? -pregunté, con cautela.

-Quizás tu pareja se pondría celosa si me ve mirándote -dijo, y en ese instante escuché pasos detrás de mí.

Solté el teléfono, sintiendo un escalofrío recorrerme, y empecé a retroceder, intentando moverme sin hacer ruido, mi respiración entrecortada y el corazón latiendo con fuerza. Miraba hacia atrás, temiendo que alguien me alcanzara. Pero mientras retrocedía, sintiendo un terror creciente, algo me detuvo. Sentí unas manos agarrarme por delante, y un grito ahogado salió de mi garganta al ver frente a mí la siniestra máscara de Ghostface, el personaje de las películas de terror que siempre me había puesto los pelos de punta. Por un instante, pensé que tal vez era una broma, pero el pánico me invadió cuando me sujetó los brazos y me empujó contra la pared, con una fuerza que me dejó sin aliento.

-¿¡Qué quieres de mí!? -le grité, mi voz quebrada y entrecortada mientras intentaba liberarme de sus brazos.

-Tranquila, belleza. Nunca lastimaría esa cara tan hermosa... Eso sí sería un verdadero crimen -respondió, y su voz era fría, casi burlona. Con un movimiento rápido, deslizó su cuchillo por mi brazo, dejando un corte poco profundo, pero lo suficientemente doloroso para hacerme gritar.

-¡Ay! -exclamé, sintiendo las lágrimas brotar mientras lo veía desaparecer por la puerta, con su cuchillo manchado de sangre.

Aterricé sobre mis propios pasos, con el brazo herido, y corrí hacia mi teléfono. Con las manos temblorosas, llamé a la policía, sollozando y presionando la herida, intentando contener el dolor y la desesperación.

La policía llegó poco después y me sometieron a un breve interrogatorio. Pero no pude darles muchos detalles: su rostro, sus gestos, todo había estado oculto tras aquella máscara. Sentía la adrenalina aún en mis venas cuando escuché la puerta abrirse y vi a CC entrar con el ceño fruncido, mirando la escena con confusión. Al verme así, llorando y herida, sentí una punzada de vergüenza y traté de ocultar mi brazo herido, volviendo la cara hacia otro lado. Ella, algo alterada, saludó rápidamente a los policías que, al verla, comenzaron a retirarse.

—Si pasa algo más, mantén el contacto con nosotros —dijo uno de los oficiales antes de irse.

Tan pronto como se cerró la puerta, CC corrió hacia mí. Me tomó suavemente por la barbilla, obligándome a girar hacia ella. Sus ojos se encontraron con los míos, llenos de tristeza y preocupación.

—¿Estás bien? ¿Qué te pasó? —preguntó, con la voz temblorosa mientras tomaba mi brazo con delicadeza.

—Estoy… bien… Solo que duele un poco —murmuré, bajando la mirada hacia mi herida.

—No te preocupes. Ven, yo te lo curaré —dijo en un tono que me envolvía, y sin esperar respuesta, fue a buscar el botiquín de primeros auxilios en la casa.

Mientras limpiaba la herida con manos cuidadosas, su voz se quebró levemente.

—Me llamaron y me contaron lo que pasó… Debiste pasar un miedo horrible, perdón… —murmuró, concentrada en sus movimientos, aplicando el vendaje con cuidado.

—Ya estoy bien, en serio —le dije, aunque mis ojos aún estaban algo llorosos—. Pero ¿por qué te disculpas?

—Porque llegué tarde… no debí haberte dejado sola. Quizás, de haber estado aquí, habría evitado todo esto —contestó, susurrando casi, mientras terminaba de cubrir la herida.

Le dediqué una leve sonrisa.

—No te preocupes, no fue tu culpa, de verdad.

CC suspiró y me miró con cierta inquietud.

—Oye, ¿estarás bien mañana si no estoy? Mi amiga me dijo de ir al cine… —preguntó, con una mezcla de preocupación y algo más que no lograba descifrar.

—Claro, no pasa nada. Quizás llame a Easton, el chico de la otra vez. Él me acompañará —le respondí, tratando de sonar tranquila mientras me recogía el cabello.

—Mmm… bueno, bien —dijo, aunque detecté un leve disgusto en su tono. Luego de un momento de silencio, se retiró a su habitación.

Yo también me fui a la mía y, agotada, me hundí en la cama. El día había sido una auténtica montaña rusa y el sueño me venció rápido.

Al despertar a las 8:00 de la mañana, sentí el peso de la noche anterior aún sobre mí, pero traté de sacudírmelo. Después de un desayuno tranquilo y algunas horas frente al televisor, escuché a CC salir de su habitación, ya lista para encontrarse con su amiga. Le sonreí y la saludé desde la puerta mientras ambas se marchaban.

Ahora solo quedaba esperar a Easton.


My Sister's Friend ||Jemmaverse||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora