Paula se quedó paralizada, con la mirada clavada en el hombre que se alzaba frente a ella. La tensión en la habitación era palpable, sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta como una confesión no dicha.
—¿Todo esto son dulces? —lo escuchó preguntar, con voz mesurada pero teñida de curiosidad.
—No, no exactamente... Hay algo que necesito preguntarte —fue su respuesta vacilante, suave pero temblorosa por el esfuerzo.
Vincent emergió de detrás del sirviente, con su imponente figura cortando el frágil aire. Su mirada estaba fija en Paula, con una mezcla de incredulidad e irritación en su expresión, y cada paso acortaba la distancia entre ellos. Cuando se acercó, Paula instintivamente dio un paso atrás, con movimientos bruscos e inseguros.
El sonido de los caramelos esparciéndose por el suelo resonó débilmente, los envoltorios de colores brillantes rodando sin rumbo. Los ojos de Paula permanecieron fijos hacia abajo, reacia a soportar el peso de su mirada.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó Vincent, con un tono desinteresado pero subrayado por una autoridad innegable.
Las manos temblorosas de Paula se cerraron en puños, su determinación vaciló pero no desapareció. "Estas cartas... Dos de ellas fueron escritas por el propio Robert. Una es para el dueño de esta casa y la otra es para la dama".
"¿Robert escribió esto?" Vincent frunció el ceño.
—Sí, te pido que me los entregues personalmente —respondió Paula, con la voz todavía temblorosa pero ganando fuerza.
La palabra «personalmente» quedó suspendida en el aire, enfatizada deliberadamente. Era una súplica nacida de la desesperación, un reconocimiento silencioso de que ningún otro medio sería suficiente. La sala contuvo la respiración mientras Vincent la observaba.
—¿Y los otros dos? —preguntó Vincent en voz baja, casi con desdén, como si la estuviera poniendo a prueba.
"Uno detalla la vida diaria de Robert. El otro fue escrito por la niñera. Teníamos pensado enviarlos por correo, sin saber que usted estaría aquí en persona".
Vincent se movió ligeramente y sus zapatos lustrados rozaron los del sirviente cuando tomó las cartas. Paula sintió su mirada, aguda e inflexible, clavada en ella desde arriba.
"Entonces, lo que queremos es una respuesta", concluyó.
—Sí —respondió Paula en voz baja.
—Podrías haber pasado por la niñera —señaló, con un tono casi burlón.
Paula asintió, insistiendo en su argumento. "La niñera mencionó que la señora ha estado particularmente ocupada últimamente. Es posible que no sea posible obtener una respuesta a través de ella. Pero usted, señor, podría reunirse con ella directamente y obtener una".
—¿Y por qué haría eso? —preguntó con voz cargada de condescendencia.
Paula dudó, pero luego insistió, eligiendo cuidadosamente sus palabras. —Porque te importa. Te importa que Robert esté aquí en esta casa. Te preocupa su comodidad, su soledad. Eso sugiere que comparten una conexión.
El silencio que siguió fue denso y sofocante. Los labios de Vincent se curvaron en una leve mueca de desprecio, pero su silencio sólo le dio a Paula la fuerza para continuar.
—¿Sabes por qué Robert intenta subirse a la estatua del caballo? —preguntó abruptamente.
"Sí."
"¿Y por qué rechaza métodos de comunicación más seguros?"
—Sí —admitió Paula bajando ligeramente la voz.
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La doncella Secreta del Conde (Novela)
RomanceLa obra no es mía solo estoy traduciendo la novela de este manhwa que me encantó espero que les guste. Descripción: "Paula", una niña terriblemente fea nacida en una familia pobre, por casualidad, es contratada como sirvienta en la prestigiosa casa...