Capítulo 9.

253 42 28
                                    

Había múltiples formas de abordar esto de manera sensible e inteligente si Max pensaba en ello

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





Había múltiples formas de abordar esto de manera sensible e inteligente si Max pensaba en ello. No lo pensó.

—¿Cuál es exactamente tu relación con Carola Martínez?

Pérez, que acababa de regresar al auto, se congeló y miró a Max, su cara cuidadosamente en blanco.

—¿Carola?

—La camarera del bar de anoche. Ustedes dos parecían muy amistosos.

—¿Y? —Los ojos de Pérez se endurecieron ligeramente.

—Te quedaste en el bar más tarde que Norris y yo.

—Saliste corriendo de allí como si temieras que te pidiera sentarme contigo en la mesa de los niños.

—Recogiste suficiente comida para dos personas.

Las cejas de Pérez se arquearon.

—Realmente no estás ayudando a este ambiente con vibras de chica mala que estoy recibiendo...

—¿Estuviste solo anoche?

—¿Celoso?

Max inhaló tan rápido que casi se atragantó con la lengua.

—¿Por qué demonios estaría celoso? ¿Estuvo Carola Martínez contigo anoche? —continuó antes de que Pérez pudiera responder eso.

—No, claro que no. —Pérez frunció el ceño—. ¿De dónde viene esto?

—Pérez... —Max respiró hondo y sacudió la cabeza.

El soñoliento sol caía más bajo en el cielo y el lado derecho de la cara de Pérez de repente se destacaba con una luz naranja tan brillante que parecía una llama abierta. Mentiroso, mentiroso, te arde la cara.

Excepto que Pérez no había sido más que franco con él desde el principio.

Max todavía no podía mover su boca.

—Mira, iré primero. —Pérez levantó las manos con las palmas hacia afuera—. Escuchaste que Carola fue a la secundaria con mi hermana. Somos amigos. No muy cercanos, solo amistosos. Dejé el bar a las diez, quince minutos después de ti. Pasé la noche solo. Tenía mucha comida porque... bueno, como mucho. —Pérez hizo una mueca—. Y sí, antes de que preguntes, eso es una cosa de hombres lobo. Esas son mis cartas sobre la mesa porque confío en que hay una razón detrás de esto. —Pérez esperó. Max notó que no dijo porque confío en ti. Lo suficientemente justo. Él tampoco confiaba en Pérez.

Pero tampoco creía que Pérez tuviera nada que ver con lo que sucedió. Y no solo porque Max se había sentado junto a la ventana de su motel observando a Pérez regresar poco después de él solo. No es que fuera a admitir eso.

The Wolf at the Door | Chestappen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora