Capítulo 18.

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Max se despertó solo

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Max se despertó solo. Por segunda mañana consecutiva, su teléfono celular vibraba insistentemente, arrastrándolo a la conciencia.

Rodó por la cama vacía y buscó a tientas en dirección al sonido, encontrando su teléfono unido a su cargador.

Extraño. No podía recordar haberlo enchufado anoche.

Anoche. Oh Dios...

Sus ojos se abrieron de golpe. Gran error. Apresuradamente los cerró de nuevo.

Estaba seguro de haber dejado su teléfono en sus pantalones y sus pantalones junto a la puerta. Abrió los ojos de golpe. Nop. No había ropa en el piso.

Que hubiera sido una especie de sueño febril. Que hubiera sido una contusión por la caída, después de todo.

Echó un vistazo alrededor de la habitación y vio su ropa, cuidadosamente doblada y apilada encima de la cómoda. No era algo que hubiera hecho. No era un sueño entonces.

—Verstappen —gruñó Max en su teléfono.

—Maldita sea, chico, ¿noche difícil? —crujió la voz de Bottas.

Max hizo una mueca cuando los recuerdos de la noche anterior volvieron sin invitación. Mierda, ¿realmente había sido tan... agresivo?

Nunca se había considerado un amante agresivo antes, pero ciertamente se había sentido libre de empujar a Pérez y, a menos que se hubiera equivocado misericordiosamente, exigirle a Pérez repetidamente y con enojo que usara su fuerza sobrehumana para dominarlo y aplastarlo contra el colchón.

Luchó contra el impulso de gemir.

—¿Chico? ¿Verstappen?

—Aquí. Estoy bien. Solo... ¿qué pasa? —Max se obligó a sentarse.

Le dolían los músculos pero no estaba tan rígido como había temido. La noche anterior se había soltado, en más de un sentido. No podía recordar la última vez que había sido tan... desinhibido.

—... así que nos vemos entonces —decía Bottas. Max volvió a sintonizar.

—Espera. ¿Qué?

—Realmente estás fuera de órbita esta mañana, ¿eh? Dije que mi avión aterriza dentro de tres horas y que será mejor que estés allí para recogerme.

—¿Vienes aquí? —dijo Max, balanceando sus piernas fuera de la cama.

—Te lo dije. Montero no está contenta con cuánto tiempo lleva esto. La convencí para que me enviara.

—¿Y qué hay de Bethesda? Pensé que ibas tras ese chico... —Max sacudió la cabeza buscando el nombre—... Bearman.

—Se fue hace mucho —dijo Bottas—. Además, alguien tiene que estar atento en ti. Mi compañero está hasta el cuello de lobos.

The Wolf at the Door | Chestappen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora