Capítulo 3.

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Max se removió en su asiento e intentó concentrarse en lo que Montero estaba diciendo

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Max se removió en su asiento e intentó concentrarse en lo que Montero estaba diciendo. Se negaba a mirar a su derecha. Aun así, podía distinguir la presencia del lobo en su visión periférica, reclinándose casualmente en una silla que era solo un poco demasiado pequeña para él, aparentemente involucrado en la sesión informativa de Montero.

Mientras tanto, los ojos de Max estaban al límite de cruzarse con el esfuerzo de no mirarlo de lado.

Concéntrate, Verstappen.

—Unos excursionistas descubrieron los restos de dos hombres en el Bosque Nacional White Mountain. La causa preliminar de la muerte parece ser pérdida de sangre. No hay señales de asalto sexual. Ambas víctimas tenían múltiples heridas de corte hechas por algo afilado.

—Te refieres a garras —corrigió Max. Si iban a bailar alrededor del tema porque su "compañero" lobo era demasiado sensible para escuchar cómo uno de su especie había matado a dos hombres, este experimento no merecía funcionar.

—Me refiero a algo afilado —dijo Montero; su voz tenía un toque de advertencia—. Nada más ha sido confirmado todavía. El médico forense local cree que ambos han estado allí por al menos un par de días, por lo que los animales buscando alimento ha complicado las cosas. Todavía están tratando de determinar qué daño fue pre-mortem₁ y cuál post ²—Montero hizo una pausa y luego admitió—: Pero la víctima tenía la garganta arrancada, y así es como nos marcaron el caso.

El signo más común de la matanza de un lobo. A menos que Florence tuviera un imitador de Jack el Destripador, lo más probable es que el BIE ³ fuera llamado por una buena razón.

—¿El médico forense determinó la hora de la muerte? —preguntó Pérez, dándole a Max una excusa para mirarlo. Él parecía totalmente a gusto.

—John Doe ⁴ ha estado muerto cuatro o cinco días. Hay mucho daño en el cuerpo y aún no han podido identificarlo. La otra víctima murió hace aproximadamente una semana. La policía lo identificó como Esteban Ocon. Un chico local. Esta mañana, otro hombre local fue reportado como desaparecido, Jack Doohan.

—¿Qué les hace pensar que Doohan está relacionado con nuestras víctimas? —preguntó Max.

—Florence no tiene muchos delitos graves —ofreció Pérez—. Si las autoridades locales piensan que están relacionados, probablemente se deba a la proximidad del tiempo. —Max miró fijamente los ojos amaretto sin parpadear de Pérez.

—Bueno, eso es para que ustedes dos lo averigüen. —Montero aplaudió—. Les envié por correo electrónico todos los detalles del caso junto con la información de su viaje. Pueden echarle un vistazo cuando salgan. —Miró hacia la puerta, efectivamente despidiéndolos a ambos. Max intentó llamar su atención, pero ella lo ignoró y él salió de su oficina todavía sintiéndose mal.

Él y Pérez caminaron por el pasillo hombro con hombro en silencio, un eco incómodo de la estación de metro que le picaba con humillación otra vez. Pérez se movía con una seguridad relajada. Parecía totalmente tranquilo por la mañana. Quizás no estaba tan sorprendido como Max. Quizás Fernando Alonso era más abierto con sus planes con sus agentes que Toto Wolff. Demonios, tal vez todo el Trust había estado planeando esto desde antes de la salida y Pérez solo estaba siguiendo una línea de tiempo que había conocido durante años.

The Wolf at the Door | Chestappen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora