—No.
—No acepto un "no" como respuesta.
—Brad, no insistas.
—No estoy insistiendo, solo te estoy recordando.
Me encogí de hombros mientras negaba lentamente.
La idea de ir a París me atormentaba y al mismo tiempo me llenaba de anhelo. Quiero ver a mis padres, pero la presión de sus expectativas es abrumadora. Conozco a mi padre; él es capaz de decepcionarse de mí en un abrir y cerrar de ojos. Mis padres son esos tipos que sueñan con una hija perfecta, y por Dios, nadie es perfecto en esta vida.
No puedo ser lo que ellos quieren que sea. Sé que desean lo mejor para mí; Flor y Gonzalo me lo repiten todos los días, como si eso pudiera cambiar la realidad. Pero su actitud distante sigue ahí, como una muralla que no puedo atravesar.
Brad me ha estado agobiando toda la mañana con eso.
—Brad, no conoces a mis padres—le dije, frotándome el cabello con las manos.
—Por eso quiero conocerlos. ¿Acaso es mucho? Quiero que lo nuestro sea serio y formal; no le veo nada malo a que quiera conocer a tus padres.
Suspiré pesadamente, sintiendo cómo el peso de la frustración se instalaba en mi pecho.
—Brad, no sabes lo que ocurrió—le dije con voz seria, intentando que comprendiera la profundidad de mi angustia.
—Lo sé, tienes razón; no sé lo que pasó. Pero tú misma me contaste Curie, sobre tu accidente. ¿Acaso quieres seguir toda tu vida así con tus padres?
Mis pensamientos se arremolinaban en mi mente. La imagen de ese día trágico seguía tan vívida como si hubiera sucedido ayer. La culpa y el miedo eran compañeros constantes en mi vida desde entonces.
—Mon amour, lo sé. Pero solo dame tiempo—respondí finalmente, tratando de hacerle entender que no era un asunto sencillo.
—No, Curie, no te voy a dar tiempo. —Su tono era firme.
Mientras Brad arreglaba su maleta, yo lo observaba con los brazos cruzados. Él dejó el equipaje en el suelo y me miró burlón, pero su mirada tenía un matiz de seriedad que me hizo dudar.
—¿Qué es lo que tanto temes? —me preguntó al fin, rompiendo el silencio incómodo.
La verdad era que temía más que la decepción de mis padres: temía perderlo a él también. Pero ¿cómo explicarle eso sin parecer vulnerable?
—Temo a lo desconocido —dije finalmente—. No sé cómo reaccionarán mis padres al verte. No quiero arriesgar nuestra relación solo por una visita.
Brad se acercó un poco más y tomó mis manos entre las suyas.
—Entonces haremos esto juntos. No tienes que enfrentarlo sola —dijo suavemente—. Prometo estar a tu lado.
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Una Melodía©
Teen FictionKimberly Curie es una chica francesa, talentosa bailarina y estudiante de medicina que busca su lugar en la vida. En su primer día trabajando en un bar, se siente atrapada por una melodía hipnotizante que emana del piano. Allí conoce a Brad, un pian...