—¡Aléjate de mí! —le dije a Brad, sintiendo que mi paciencia comenzaba a agotarse.
Él resopló con fastidio, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Han pasado dos días, Curie, y todavía sigues con el espacio personal. ¿Cuándo vas a dejarlo?
Era cierto. Desde la noche de mi cumpleaños, no le había permitido acercarse demasiado. Me reía por dentro al ver cómo perdía la paciencia.
—Bueno, pasarán los días y seguirás perdiendo la paciencia —respondí desafiantemente.
Brad negó lentamente, como si estuviera considerando mis palabras. Mis padres habían pasado estos dos días conmigo, disfrutando de la compañía familiar. Ellos se estaban quedando en un hotel cercano porque preferían evitar la incomodidad de estar en casa con Julia y Leire. A pesar de que Leire les trataba con cortesía, había algo en su mirada que decía que no les agradaba del todo.
En el bar, todo había estado tranquilo. El señor Pascual se había comportado normalmente, lo cual era un alivio. Finalmente podía decir que me sentía bien; muy bien. Había pasado tiempo con Kamila, mi pequeña Kamila, y ahora que tenía claridad sobre lo sucedido en mi cumpleaños, podía relajarme un poco más. No podía negar que deseaba ver a Gonzalo y darle uno de esos abrazos enormes que solía darme, junto con los caramelos de chocolate que siempre traía. Lo adoraba tanto y ahora más que sabía que era mi abuelo.
Estábamos en el departamento de los Invencibles, un lugar lleno de energía y discusiones constantes. Los chicos estaban enfrascados en una discusión sobre algo trivial mientras Leire intentaba mantener la calma.
—¡No, Dominik! Siempre eres tú el que hace eso. No quiero hacerlo yo —dijo Kyler frustrado.
—¡Kyler ya! —gritó Leire—. Basta, todo el tiempo es lo mismo contigo. Haz lo que te digo. Por el amor de Dios, basta.
Kyler negó lentamente, su actitud desafiando a Leire.
Me acordé de algo importante: Kyler y Leire habían estado discutiendo más de lo habitual en estos días; Kyler parecía estar siempre de mal humor. Eso solo me hacía pensar que tal vez habían tenido su "cita" después de que Brad le dio la dirección aquella misma noche de mi cumpleaños.
No quería ni imaginar qué había ocurrido entre ellos.
—No es necesario que grites, Leire; escucho perfectamente —replicó Kyler con desdén—. Y si realmente te molesta mi actitud, jódete porque no pienso cambiarla.
Abrimos los ojos como platos ante el comentario atrevido de Kyler hacia Leire; ella no se dejó afectar e incluso lo fulminó con la mirada.
—Me importa una mierda tu personalidad; es tu problema si quieres cambiarla o no —respondió Leire con firmeza.
Matteo y Julia observaban la escena con la boca abierta mientras Dominik disfrutaba de unas palomitas como si estuviera viendo una película emocionante.
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Una Melodía©
Novela JuvenilKimberly Curie es una chica francesa, talentosa bailarina y estudiante de medicina que busca su lugar en la vida. En su primer día trabajando en un bar, se siente atrapada por una melodía hipnotizante que emana del piano. Allí conoce a Brad, un pian...