Capítulo 07.

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—...es que todo iba relativamente bien hasta que empezó con algunas cosas. Nos habíamos conocido en clases de voley. Quería hacer algo distinto al baile y siempre quise ir a hacer algún deporte y voley y me gustaba muchísimo...

—Si, eras muy buena en los inter colegiales... —acotó mi mamá.

—... bueno, conocí a Genaro ahí, empezamos a salir, era súper inteligente e interesante, no es mal amigo en lo absoluto pero como pareja... los celos irracionales llegaron cuando empezó a ir a mis clases de baile, segun él para verme a mi, me terminé enterando que amenazo a dos alumnos de los más grandes y dejaron de ir. Se metía en las reuniones que tenía por videoconferencia. Y en una clase de voley me hizo un escándalo por agacharme a buscar la pelota, según el, de forma sugerente...

—Ay, que espanto, hija. ¿Y por qué no lo dejabas?

—Esa misma pregunta me hago hoy mismo, ma. Pero después llegaba, me llenaba de palabras hermosas, me embelesaba y todo quedaba en la nada. Hasta que empecé a verlo un poco como lo que era: un monstruo. La cuestión acá es que pude alejarme, estoy reseñando mi vida. Es poco tiempo desde la separación por eso agarre varios trabajos acá y le quiero meter a esos proyectos con más ganas que nunca.

Mi mamá se acercó y me rodeó en un abrazo muy cálido. Ayer llegamos y comimos algo mientras respondía preguntas al azar. Nos fuimos a dormir, volver a mi cuarto fue precioso, no voy a negar estar buscando lugar para vivir porque amo vivir sola; pero estar en casa de mamá y papá era más que un mimo al alma, era un capricho de la Micaela chiquita que vive en mi interior y no la culpo... la Mica grande lo necesitaba más que nunca. Hoy salimos a hacer algunos trámites y ahora estábamos almorzando en un restaurante cerca del teatro. Había invitado a mamá a verme en el primer ensayo que tenía con Julián, mi compañero de baile. Estaba ansiosa, nos conocíamos por videollamada, y nos habíamos llevado bien al instante. Habíamos estado practicando la coreografía impuesta con nuestros respectivos profesores, y había que ver cuán buena era la química entre nosotros porque el tango no dejaba de ser una danza de amor, de fuego y muchísima pasión, demasiada y había que reflejar eso en la interpretación.

Llegamos al teatro y no dejo de asombrarme de lo hermoso y magnífico que es. Me entra una emoción en el cuerpo que no puedo contener y abrazo a mi mamá que está igual de emocionada que yo. Llegamos al escenario donde pude distinguir a mi compañero a lo lejos.

—¿Micaela? —pregunto cuando llegue al filo de la tarima y asentí con una sonrisa.— Que placer conocerte, al fin... bueno, en persona.

—Un gusto, igualmente. —íbamos a continuar hablando pero el director llegó y la orquesta estaba lista para empezar los ensayos.

Nos quedamos viendo cómo tocaron la pieza dos veces hasta que estuvieran listos y nuestro turno llegó. La química fue inmediata y nos conectamos muy bien, era un bailarín excelente y me acompañaba de la mejor manera. Lo ensayamos dos horas seguidas, mi mamá no paraba de sacar fotos y sonreír con su cámara digital. Luego nos ofrecieron un recorrido por el lugar, vi donde estaban los camarines, cual iba a ser el mío y el de otra chica que también bailaba esa noche.

—Bueno, Mica... mañana creo que tenemos el anteúltimo ensayo así que seguramente tengas reunión con las chicas de vestuario entre hoy y mañana. —me comunicaba Sol quien cumplía el papel de representante en argentina, y por ende la única que tenía en este preciso momento. La vi revisar su celular y anotar algo en su agenda.— Hoy a las seis de la tarde tenemos que volver para que te hagan la prueba de vestuario, maquillaje y peinado.

La presentación llegaba el fin de semana y era martes, todos los días nos íbamos a reunir con Julián para seguir ensayando hasta el cansancio. Las horas que me restaban intentaba huir a hacer trámites y papeleos necesarios para la escuela de baile que iba abrir próximamente. Era jueves ya y me pase el día ensayando y haciendo unas cosas importantes como ir a ver dos departamentos que me convencieron poco y nada. Volví a casa porque había arreglado con Florencia para juntarnos a cenar después de años sin vernos.

Bardelli | Patricio SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora