—¿En dos semanas te vas?
Estábamos en una juntada en la casa de Joni. Había discutido con Mia porque no dejaba de recordarme lo fracasada que soy con los hombres así que salí a la galería del patio para refugiarme y no pensar más de lo que debía. Jonathan se sentó al lado mío mientras se tomaba un fernet y yo solté un suspiro.
—No le des bola, Mica, te va a volver loca. —dejó el vaso apoyado en el suelo mientras se acomodaba mejor en la reposera.
—Boludo, se supone que somos amigas y nunca pierde la chance de hacerme sentir una estúpida.
Vi a Jonathan rascarse la nuca con algo parecido a indignación, algo le estaba molestando mucho, algo que quería decirme y no podía. Soltó un suspiro largo y no se si su cabeza lo traicionó pero lo escuché clarito.
—Entonces Flor tiene razón. —se dijo y se carcajeó negando.
—¿De que tenía razón? ¿Qué saben ustedes dos? —lo mire expectante, apoye mis codos sobre mis rodillas inclinándome en su dirección.
Torció un poco la boca, sus ojos miraban hacia arriba como si estuviera buscando allí las palabras correctas para expresarse.— Que Mia te tire esos comentarios, corte, pasivos-agresivos no son casualidad, amiga. Y no puede ser que seas la única que no se da cuenta de las cosas...
Me levante harta. Refunfuñe pesadamente y me fui para adentro sintiendo como Joni me llamaba mientras me seguía el paso hasta alcanzarme volteándome desde el hombro.
—Para, boluda, para un poco. Mira... —suspiró harto por la situación.— lo que voy a hacer no me va a gustar nada porque estaría traicionando un poco la confianza de alguien que me contó esto en, justamente eso, confianza. —lo mire inclinando la cabeza dándole pie a que continúe.— Vamos para allá. —indicó la dirección hacia el fondo del patio, alejados de los demas. Lo seguí con pasos cansados, no estaba entendiendo nada. Una vez allí nos quedamos de frente y lo vi sacar un pucho para empezar a fumar.— Viste que Mia siempre anda atrás de Patricio...
—¿Que tiene que ver ese en todo esto? —me puso una mano en frente.
—Para... para, deja que siga. —soltó el humo de la pitada.— Bueno, Pato no le da cabida, no le llama la atención. La que le gusta... sos vos, Micaela. Por eso con Flor no podemos entender como no te das cuenta de todo esto.
Me quede helada a un nivel que los movimientos que estaba haciendo del nerviosismo pararon en seco.
—¿Qué? —fue lo único que llegue a decir.
—Eso. Mia se da cuenta de cómo el te busca siempre y te molesta, y eso la hace enojar. No logra tener la atención que el te da a vos. Pero desde siempre, boluda, y con Florencia lo hablamos casi siempre que no entendemos como no captas como tenes al boludo aquel cada vez que viene y te ve.
Me quede tildada, ni siquiera recuerdo bien cómo fue la explicación de todo. La verdad era esa, yo nunca había prestado atención a la actitud de Pato porque el siempre fue así conmigo.
—Y le gustas pero desde que nos conocemos, nada más que al principio fue un toque difícil que me lo diga porque, según él, no te soportaba... hasta que se dio cuenta también. Los días que faltabas se quedaba callado y hasta por ahí ni entraba a las clases y se rateaba. No le gustaba cuando te enfermabas, le preguntaba siempre a Flor cómo estabas, si necesitabas algo. Esta hasta las manos con vos, Mica, hace muchísimo.
Fruncí el ceño, buscando en sus gesto algún ápice que me deje ver que estaba diciéndome un tipo de joda o broma pesada. No me cabía en la cabeza la idea de que le gustaba a Patricio, y muchísimo menos de que lo hacía hace tiempo, no podía ser. Negué lentamente y solté un risa que me traicionó.
—No te creo.
—No espero que me creas, o sea... no supiste verlo por tu cuenta así que tampoco es una sorpresa para mi que no me creas pero acá, hermana, estoy arriesgando mi amistad con Bardelli porque me dijo que si te llegaba a decir algo me mataba. —se rió y esta vez si pude ver que estaba nervioso como si eso fuera una amenaza real.
—Entonces qué, ¿sigo mi vida como si nada? —lo vi encogerse de hombros.
—¿Te afecta en algo saber eso? —y esa pregunta me desarmo por completo.
Claro, ¿por qué me molestaría saber eso? No es que yo sienta algo por el, ¿o si? No, ¿no? Me quede callada, mordiendo el interior de mis mejillas y labios.
—¿Te gusta Pato, Mica? —preguntó Joni con una sonrisa burlona que me hizo inclinar la cabeza y poner los ojos en blanco.— El que calla otorga, decía mi vieja.
¿Me gusta, Pato? Ni yo sabía, lo cierto era que aunque lo niegue cuando él se ausentaba por sus giras también lo extrañaba de cierto modo. No era algo que me gustara contar. O sea, ¿a quien le gustaría asumir que le gustaba su bully? ¿El molesto de la clase también tenía sentimientos?
Y en ese instante fue como todo me golpeo.
Las miradas que no podía disimular, las sonrisas, la manera que tenía de buscar contacto conmigo cada vez que me veía. El entusiasmo en su cara cuando nos veíamos después de mucho tiempo. Cosas que mi mente intento reprimir, que pude "ignorar", pero allí estaban y ahí estuvieron siempre.
Lleve mis manos a mi cara arrastrándolas con bronca. Realmente no podía creer como fui tan ciega de no darme cuenta. Las últimas veces que nos habíamos visto él ni siquiera se molestaba en hacerme jodas sino que yo empezaba las peleas ignorándolo o forreandolo de entrada.
Me sentía una basura porque ahora que lo sé entiendo perfectamente porque buscaba siempre mi atención o charlar conmigo aunque sea cayendo en mis respuestas de mierda.
—Sos una boluda, ¿sabias? —y me abrazó por los hombros mientras yo dejaba car mi cabeza sobre el suyo.
Más que una boluda. Acababa de darme cuenta de lo mucho que me gustaba Patricio a dos semanas de irme al culo del mundo, a otro hemisferio, lejos... lejos de él, de sus jodas, de sus abrazos disimulados cuando me apretaba al llegar, de sus chistes boludos, de sus anécdotas que nunca terminaba de contar, de todas sus aventuras y relatos de las giras... y no sabía cuando iba a volver a verlo. Y tampoco estaba segura si al regresar sería todo igual.
Lo único que me quedaba era apagar esas llamas que a penas comenzaban a crecer, que ni siquiera habían sido encendidas. Porque ni él sabía lo que yo sentía y yo, suponiendo que Joni jamás me hubiera contado, tampoco lo sabría. Era todo una ilusión.
Éramos dos los boludos y era demasiado tarde para darse cuenta y redimirse.
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Bardelli | Patricio Sardelli
FanfictionMicaela era una adolescente como cualquier otra, iba al colegio, tenía sus dos amigas y no le interesaba más que pasarla bien, salvo por Patricio quien estaba empecinado en molestarlama diario. ¿Quien sabe por qué?