Capitulo 10.

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—Ay no, yo no quiero jugar a eso. —dije cruzándome de brazos y mirando a mis amigos y compañeros.

Era el cumpleaños dieciseis de Mia y querían jugar al famoso juego de la botella. Cada quien tiene reglas diferentes, pero ninguna me convence y ya me están empezando a joder porque no quiero jugar.

—Ay, no te hagas la santa que haces dos findes te vi hacerle una traqueotomia con la lengua a un flaco en el cheboli. —me cargo Nicolas y lo mire con asco.

—¿Que te haces, Micaela? Dale, boluda... es mi cumpleaños. —reclamó Mia en un lloriqueo y yo me reí para abrazarla.— Daale... —pidió mientras apoyaba su mentón en mi hombro y dejaba colgado los brazos en una postura total de berrinche.

—Bueno, dale... —suspire revoleando los ojos y al instante mi amiga me abrazó fuerte.

En este juego de la botella si repetías con quien tenías que darte el beso la cosa se ponía un poco más intensa. Si tocaba una vez era un beso, a secas; si tocaba una segunda era un chape y ya si tocaba tres veces te encerraban por veinte minutos en el baño con la luz apagada y a mí eso me daba muchísimo miedo. No porque no quisiera encerrarme con alguno, me daba igual la verdad, pero le tenía un poco de pánico a la oscuridad. Suspire sentándome y uniéndome a la ronda aceptando el vaso de Gancia que estaba degustando Flor. Estábamos a punto de empezar a jugar, con un reggaeton de moda de fondo que en hacía vibrar los sentidos. Cumplir dieciséis años era toda una aventura en la que saltabas quieras o no, a averiguar cual era tu verdad, cual era tu camino, que cosas te gustaban que cosas no; y el baile era mi precipicio pero el reggaeton... solo en caso de fiestas, pero más allá de eso me parecía un hueco sin fondo, sin alma, sin propósito.

Nos desviamos hacia la puerta asomando todos la cabeza y esa voz tan familiar que me sacaba de quicio se hizo notar.

—¡Viniste! —grito histérica Mía mientras saltaba y lo abrazaba. Patricio se rió al mismo tiempo que sus brazos rodeaban el cuerpo de mi amiga.

Mire a Flor que se encogió de hombros ante la escena. Y yo revolee los ojos soltando un suspiro pesado. Hacía tiempo no lo veíamos por acá y la última vez nos habíamos vuelto a pelear porque me cargaba, como siempre. Me trato de cornuda cuando termine todo con Matías, fue todo muy bizarro y ridículo. Mi prima me mando diciéndome que lo había visto varias veces en su barrio, donde vivía su mejor amiga y en esas pude encajar nuestras conversaciones por Facebook en donde me decía que estaba en su casa y no en otro lado. Así me terminé enterando de que me estaba engañando con su mejor amiga y Mía no tuvo mejor idea que comentarlo adelante de ellos. Patricio no perdió el tiempo para empezar a tratarme de cornuda, de venado, y vaya uno a saber de cuantas cosas más. Me volví a dar vuelta, restándole importancia a su presencia. Saludo a todos en la ronda y a mi me dedico una mirada rápida que fue como una puñalada directa a mi estómago. Yo nunca iba a asumir lo lindo que me parecía y lo mucho que lo odiaba a la vez. Suspire de nuevo intentando borrar el malestar que su presencia me había generado y actué normal mientras el juego tomaba su rumbo, la música se adueñó del ambiente, volviéndolo un poco más divertido y juguetón que antes. Los aplausos y vítores que largábamos cuando algunos se besaban por segunda vez eran muy graciosos y notorios. A mi me tocó darme un beso con dos de los chicos que me parecían bastante lindos, amigos de Mía y estaba su primo Tomas que me encantaba mucho y tuve la mala suerte de desear tanto que la botella que me había señalado a mi gire y frene al frente suyo que el destino hizo su trabajo frenándola frente a Patricio, que estaba sentado al lado suyo. Todos los presentes se quedaron en silencio, menos los ajenos a nuestra enemistad que arengaban que nos demos un beso. La tensión era palpable, no sabía qué excusa meter hasta que él habló.

—Dale, cagona, veni. —dijo con esa sonrisa burlona y mi evidente mueca de asco lo perturbo por el cambio repentino en su mirar.— Te besabas con tu ex que anda a saber cuánto gato se chapo y te da asco besarte conmigo.

Bardelli | Patricio SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora