𝐒𝐢𝐧𝐨𝐩𝐬𝐢𝐬:
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Después de que un pobre demonio es obligado a vender a su hija para pagar una deuda, ella quedará bajo las alas de Valentino un Overlord poco agradable pero...
¿Podrá ella conquistar su corazón?
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...
— bueno... Valentino... Yo — me levanté dispuesta a empezar a balbucear palabras cursis y esas cosas sin embargo el más alto se abalanzó a mi rodeando con sus brazos mi cuerpo.
No soltó ni una sola palabra pero su abrazo cada vez se volvía más tenso, como si nunca quisiera soltarme.
Al transcurrir los minutos la acción se debilitó y él finalmente me dejó libre , abrí la boca para decirle lo mucho que lo iba a extrañar pero este solo me dio la espalda y desapareció entre el pasillo.
Supongo que...
Es difícil para él...
— listo, esta es la última maleta — murmuré al al chófer del auto el cual habían enviado para llevarme.
Asintió — claro, señorita —
Miré hacia el último piso del edificio de los Vees, tragué saliva y abrí la puerta del coche pero antes de hacerlo alguien más colocó su mano...
Al girar mi cabeza me encontré con Valentino —... Ten... — balbuceó sacando de su abrigo una pequeña caja de terciopelo, al abrirla contenía un hermoso collar de mariposa hecho en cristal resistente — ¿y te gusta? — cuestionó en tono resongon.
Sonreí — me encanta —
Las mejillas del overlord se tornaron de un lindo color carmín — déjame colocarlo en tu cuello — lo sacó cuidadosamente, le di la espalda y lo abrochó.
— cambia de color según tu estado de ánimo... — susurró solo para mi.
Lo detallé un poco más — entonces estará rojo la mayoría de tiempo — lo miré a lo cual el evadió mis ojos, mi comentario lo había hecho colocarse aún más rojo — ahora si puedes irte... —
— dos años pasarán volando, ya veras... — lo abracé rápidamente y subí al auto.
Este ya había avanzado unos cuantos metros, aún así Valentino no se movía de su lugar...
Mierda...
Estábamos a punto de dar la vuelta pero — ¡espere señor! — el chófer se detuvo en seco — ¿olvido algo señorita? — asentí mientras salía corriendo del auto.
La cara de Valentino pasó de estar tiesa a confundida, me lancé a sus brazos y al no poder con mi acción de último momento ambos caímos al suelo — olvidé esto... — murmuré antes de besarle en los labios.
Quería alejarme pero Valentino no cedia, poco a poco sentí como los pocos demonios que pasaban quedaban mirando la escenita.
