Adrián
Estaba fumándome un cigarro en el porche mientras escuchaba la música de Diana en la cocina, estaba recogiendo lo que habían puesto por medio ella y Ulises para hacer la cena.
Hubo un momento en el que quise entrar y hablar con ella, pero no, no estaba preparado.
Entonces mi teléfono sonó y vi el nombre en clave, era Julieta. Supongo que se iba a la cama como todas las noches y quería que la acompañase hasta que se durmiese. Hacíamos lo mismo todas las noches y a mí empezaba a gustarme.
—Dime. —dije y se me instaló una sonrisa de enamorado en la cara.
—¿Cómo puedes ser tan sucio y rastrero?
Sorpresa, me quedé estático y miré el teléfono por si era otro número y yo me había equivocado, no, era ella. Sonaba rota, claramente estaba llorando.
—¿Qué pasa?, ¿qué he hecho?
—Lo sé todo, tu sucio juego con Diana, tus mentiras, tu deseo de "dejar de hablarle a esa chica" y para colmo, te has pillado de ella, ¿cómo has podido engañarme?
No era capaz de responder, miré adentro, ni rastro de Diana o Ulises, Ulises... claro.
Jamás se me pasó por la mente que lo contase, lo había hablado con él y pensaba que era lo suficientemente leal a mí para no hacerlo, pero su relación con su hermana es más fuerte de lo que yo creía.
No quería enfadarme, pero la ira comenzó a entrar en mi cuerpo, lentamente, pero estaba empezando a sentirla.
—¿Qué querías que hiciera? ¿Que empezase a tener una relación contigo a distancia mientras tienes diecisiete años y eres la hermana de mi mejor amigo? Era lo que tenía que hacer, Julieta.
—¿Y entonces por qué me has seguido hablando? Si estás tan enamorado de ella no entiendo por qué seguimos hablando.
—Porque estoy jodidamente enamorado de ti, Julieta.
Ahora la que se había quedado en silencio era ella, yo, por mi parte, estaba empezando a sentir el dolor en mi costado por culpa de la maldita fisura, estaba harto de sentirme tan inútil, tan frágil.
—Te odio.
—Era lo que intentaba que sintieses desde el principio. No podemos estar juntos, Julieta, tienes que entenderlo.
—¿Por qué no me lo has dicho antes?
—¡Te lo dije! Muchas veces y lo sabes. Intentaba que con las malditas fotos falsas te aburrieses de mí.
—Pues tenemos un problema porque yo también me he enamorado.
—Julieta, —dije mientras me frotaba los ojos, nervioso—, yo no soy el hombre que tu hermano quiere para ti, soy mayor, soy un desastre, no tengo nada que aportarte.
—¿Has pensado en lo que yo quiero para mí y no en lo que mi hermano quiera? Además, solo son tres años, no es que sean muchos. Y cumplo los dieciocho en unos días.
—Pero son tres años muy largos, no es lo mismo ahora que dentro de unos años, tú eres una adolescente, en el instituto, yo estoy en la universidad. Tenemos vidas diferentes.
—Me estás empezando a dar pereza con esas gilipolleces, no significan nada cuando hay amor, deseo, porque sé que lo hay.
Silencio por mi parte, miré el viejo columpio mecerse y suspiré. Lo cierto es que la idea de la pequeña diferencia de edad empezaba a ser una excusa para no estar con ella porque tenía pánico a las relaciones. Cuando te dañan tanto y permites que te traten así ya no quieres que nadie más lo haga, aunque quepa la posibilidad de que haya algo bueno, tú no quieres que pase, por si acaso.
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En El Punto De Partida
Fiksi Remaja¿Y si volvieses al punto de partida para comenzar de nuevo? Eso pensó Diana cuando volvió a Dublín, país donde su madre conoció a su padre y donde todo comenzó hace ya veinte años. Lo que ella no sabe es que no es la única en pensar que viajar es en...