Oneshot's BakuDeku

alcohol

Era una noche animada en el bar donde se habían reunido varios de los maestros de U.A. No era común que lograran coincidir todos, y menos para una noche de tragos. En medio de risas y bromas, los más veteranos contaban historias de sus inicios en la enseñanza, anécdotas tan disparatadas que Izuku, siendo el más nuevo y el más joven, no podía contener la risa nerviosa.

—Vamos, Midoriya —dijo Present Mic con una sonrisa divertida, dándole un ligero empujón—. ¡A ti también te toca! ¡Es tu primera reunión con los maestros! No puedes quedarte sin celebrar, chico.

Izuku soltó una risa nerviosa mientras miraba el vaso de sake que le acababan de servir. No solía beber, y en realidad, no estaba seguro de querer empezar, pero la mirada animada de todos sus colegas y la energía de la noche lo hacían difícil de rechazar.

—Eh… bueno, solo un poco —murmuró, rascándose la nuca mientras tomaba el vaso con ambas manos, intentando no verse tan nervioso.

—¡Así se habla! —exclamó Midnight, chocando su vaso contra el de él antes de beber un largo trago, animando a los demás a hacer lo mismo. Izuku, sin querer ser el aguafiestas, les siguió el ejemplo, intentando mantener el ritmo mientras todos reían y brindaban.

Lo que no había previsto era que cada vez que terminaba su vaso, alguien —generalmente Hizashi o Midnight— le volvía a llenar otro, insistiendo en que “¡Era parte de la tradición para los novatos!” Antes de darse cuenta, Izuku ya tenía las mejillas rojas y los ojos entrecerrados, riéndose de cosas que él mismo ni entendía, mientras sus colegas lo miraban divertidos.

—¿Ves? ¡Eso es! ¡Sabía que podías aguantar! —exclamó Present Mic, dándole una palmada en la espalda.

Aizawa, quien observaba todo desde su asiento con su típico aire serio, no pudo evitar notar cómo Izuku iba desvaneciéndose poco a poco. Aunque lo intentaba, el joven héroe no tenía ninguna resistencia al alcohol. Aizawa suspiró, viendo que el rostro de Izuku estaba totalmente rojo, con los ojos apenas abiertos y la cabeza ladeándose hacia un lado mientras se reía tontamente de cualquier cosa que escuchaba. Fue entonces cuando Aizawa tomó su teléfono y, con una sonrisa que casi parecía una broma interna, le sacó una foto.

En casa, Bakugo estaba descansando después de una semana llena de misiones. Estaba revisando su teléfono cuando de repente, una notificación apareció en la pantalla: una foto enviada por Aizawa. Al abrirla, se encontró con la imagen de su novio, con las mejillas totalmente rojas, la cabeza tambaleándose, y con una expresión adormilada que dejaba claro que había bebido mucho más de lo que debería.

Bakugo se quedó en silencio por unos segundos, mirando la foto con una mezcla de incredulidad y enfado. ¿De verdad lo habían dejado beber tanto? ¡Izuku no tenía idea de cómo manejar el alcohol! Apresuradamente, tecleó una respuesta a Aizawa.

—¿Dónde están? —fue lo único que escribió.

Aizawa, quien esperaba esa reacción, le mandó la dirección del bar junto con un “No te preocupes, lo estamos cuidando”. Pero Bakugo no estaba dispuesto a esperar ni un minuto más. Sin pensarlo, tomó su chaqueta y salió disparado hacia el lugar, sin importarle la hora o lo lejos que estuviera. La imagen de Izuku en aquel estado seguía dando vueltas en su cabeza. “Ese nerd… ¿qué pensaba haciendo algo tan estúpido?”, se repetía, aunque en el fondo, sabía que el pobre probablemente no había tenido ni la fuerza ni el ánimo para negarse.

Cuando Katsuki llegó al bar, no fue difícil encontrar a Izuku en medio del grupo de maestros, destacando entre ellos por la calidez y amabilidad que irradiaba, incluso en su estado ya algo borroso. Pero lo que llamó la atención de Katsuki fue otra cosa: un joven desconocido, tal vez un ayudante de alguno de los maestros, que se encontraba peligrosamente cerca de Izuku, claramente coqueteando. Izuku, con las mejillas encendidas por el alcohol y su sonrisa ingenua, parecía incapaz de notar las verdaderas intenciones del otro, riéndose tontamente y respondiendo con amabilidad a cada comentario.