ingenuo

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El bullicio en la sala de estar le robó un suspiro cansado a Izuku mientras cerraba la puerta detrás de él. Había tenido un día largo en la Academia UA, enseñando a un grupo de alumnos que parecían tener la energía de un ejército entero. Aunque amaba su trabajo como maestro, volver a casa siempre era un bálsamo para su alma. Apenas cruzó el umbral, los sonidos familiares de su familia lo recibieron, y antes de que pudiera colgar su abrigo, una figura veloz y decidida lo interceptó.

-¡Mamá! -Harumi, su hija mayor, se plantó frente a él con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Sus ojos verdes-idénticos a los de Izuku-relucían con un temperamento tan feroz que era imposible no recordar a Katsuki en su juventud. Incluso con su uniforme de preparatoria, la joven alfa irradiaba autoridad-. ¿Cuántos idiotas intentaron coquetearte hoy? ¡Dímelo!

Izuku parpadeó varias veces, incapaz de procesar las palabras.

-¿Coquetear conmigo? -preguntó, su voz cargada de incredulidad. Soltó una risa nerviosa, apartándose un mechón de cabello que caía sobre su frente-. No digas tonterías, Haru-chan. Seguro estás imaginando cosas.

Desde el sofá, Yuuto, su hijo menor de dieciséis años, levantó la vista de su videojuego. Era el vivo retrato de Katsuki, pero su expresión amable y relajada era completamente distinta. A menudo bromeaban que había heredado el corazón blando de Izuku, y en ese momento, ese rasgo estaba más que evidente.

-Haru, mamá nunca se da cuenta cuando alguien le coquetea -dijo, estirándose con desinterés. Sus dedos continuaban manejando el control con destreza mientras un leve brillo divertido iluminaba sus ojos-. Es como un conejito que pasea entre lobos y cree que todos son herbívoros.

Harumi soltó un bufido irritado y su cola alfa se agitó enérgicamente detrás de ella, un claro signo de su frustración.

-Por eso es peor. ¡Todos creen que pueden acercarse porque es demasiado inocente! -Exclamó, girando para fulminar con la mirada a su hermano-. Y tú, Yuuto, en lugar de quedarte ahí sentado, deberías ayudarme a mantener a esos idiotas lejos.

-Yo digo que se lo digamos a papá. Seguro que él puede manejarlo mejor que nosotras. -Yuuto encogió los hombros, un destello pícaro cruzando por su rostro al imaginar la reacción de Katsuki.

-¡No digan eso! -Izuku alzó las manos en señal de protesta, con el rostro completamente rojo por la sugerencia-. No es necesario molestar a Kacchan por algo tan ridículo. Además, nadie está coqueteando conmigo.

Harumi rodó los ojos con exasperación, mientras Yuuto disimulaba una risa tras su mano.

-Claro, mamá. Sigue pensando eso -respondió su hija, sarcástica, antes de girar sobre sus talones para marcharse a su habitación.

Yuuto le dirigió una sonrisa cómplice a Izuku, dejando claro que planeaba seguir disfrutando del espectáculo. Fue entonces cuando un sonido familiar resonó desde la cocina.

-¿Qué demonios están gritando ahora? ¡Izuku acaba de llegar y ya lo están molestando! -Katsuki apareció en el marco de la puerta, secándose las manos con un trapo. Llevaba un delantal negro con la frase "*Cuidado: Cocina Explosiva*" estampada en letras rojas, pero su presencia seguía siendo intimidante. Sus ojos carmesí se posaron en su esposo, y una arruga profunda se formó entre sus cejas-. ¿Qué está pasando?

Izuku intentó responder, pero Harumi fue más rápida.

-Papá, hay un montón de babosos coqueteando con mamá en la escuela. ¡Deberías hacer algo!

El cambio en el rostro de Katsuki fue inmediato. Su mandíbula se tensó y sus ojos se entrecerraron peligrosamente.

-¿Qué dijiste? -gruñó, su voz baja y amenazante.

Oneshot's BakuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora