XII- ¡Deja de molestar!

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— ¿Sabes lo catastrófico que es esto?—

— Lo se, pero ¿Tu no crees que estas exagerando un poco?—

— ¿Que?—

— Creo que ya estás lo suficiente maduro para saber que a mí me da igual.—

— A ti todo te da igual Mandy.—

— Y con justa razón, mira si viniste hasta aquí solo para advertirme de algo que ya se mejor no digas nada.—

Chester se quedó en su lugar sin entender mucho, bueno solo quería protegerla de este caos antes que le haga daño u algo.

— Ya la escuchaste, vete.— Dijo Draco sacándolo de su propia casa.

El peli naranja acepto su derrota y no opuso fuerza alguna. Le cerraron la puerta en su cara antes de suspira e irse por dónde había venido.

— Por dios, no deja de ser tan infantil.—

— Sigo sin entender como lo soportaste tantos años.—

— Ni yo, la costumbre lo más seguro.— Mandy dejo su celular en la mesa cerca del sillón mientras Draco se acercaba a ella.

Una vez cerca empezaron a besarse de manera lenta, disfrutando del momento, las manos de Draco recorrían el cuerpo de la morena de manera delicada sin perder ese toque de sensualidad.

Los rizos de Mandy eran tocados de raíz por la mano derecha de Draco, acercandola más a el para profundizar mas el beso. Se tuvieron que separar por falta de aire, pero a los pocos segundos sus labios volvieron a unirse.

Había pasado casi un mes de la fractura de Mandy, la luna se alzaba majestuosa sobre la ciudad, iluminando el lujoso penthouse de Draco y Mandy con un brillo suave y plateado

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Había pasado casi un mes de la fractura de Mandy, la luna se alzaba majestuosa sobre la ciudad, iluminando el lujoso penthouse de Draco y Mandy con un brillo suave y plateado. Las luces de la ciudad titilaban a lo lejos, casi como si fueran estrellas en un cielo artificial, y la brisa nocturna entraba por las ventanas abiertas, trayendo consigo un aire fresco que balanceaba las cortinas blancas y ligeras.

Draco estaba acomodando a Mandy en el gran sofá de cuero frente a la chimenea, cuyas llamas danzaban, proyectando sombras cálidas y acogedoras en las paredes. Mandy llevaba una ligera manta sobre sus piernas, y aunque había tratado de ser fuerte, el dolor en el tobillo y la rodilla izquierda se notaba en su rostro. Draco, siempre atento y protector, se inclinó junto a ella, mirándola con preocupación pero también con una ternura que sólo él reservaba para ella.

—¿Cómo te sientes? —preguntó suavemente, pasando sus dedos por una de sus mejillas.

Mandy le ofreció una sonrisa débil pero llena de cariño.

—He tenido días mejores, pero este no es tan malo... no contigo aquí.

Draco sonrió, aliviado de ver que el dolor no había robado la chispa en sus ojos. Sin decir más, se levantó y se dirigió a la cocina del penthouse. En pocos minutos, volvió con una taza humeante de té de manzanilla y se sentó en el suelo, justo frente a ella. Le ofreció la taza, y ella la tomó entre sus manos, disfrutando del calor reconfortante.

Ambos se quedaron en silencio un instante, el tipo de silencio que sólo existe cuando las palabras sobran, y la conexión es tan profunda que lo único que necesitan es estar juntos. Draco, mirándola fijamente, dejó que sus dedos rozaran suavemente los de Mandy mientras ella sujetaba la taza. Su toque era tan sutil que casi parecía un susurro.

—No tienes que preocuparte, sabes que siempre estaré aquí —dijo él, con una voz apenas audible, como si temiera romper la magia del momento.

Mandy asintió y, olvidando por un momento su dolor, se inclinó hacia él y depositó un suave beso en sus labios.

Perdía la noción del tiempo con el a su lado, siempre preocupándose por como estaba o como se sentía. Por un momento sentía que todo se había calmado. Pero no era así.

El teléfono de Draco sonaba y sonaba insistentemente algo irritado se levantó del suelo para ir a ver qué estaba pasando.

Notificaciones de todas sus plataformas que tenía, la gran mayoría menciones sobre la portada, esperando una respuesta por parte de el.

Sin ignorar el echo que los periodistas estaban por doquier, incluso llegó a verlos en la parte baja del edificio en donde estaba. — Maldición, regresaron de nuevo.— Dijo mientras veía abajo.

— ¿Que pasa?— Cuestionó.

— Los medios están arrasando con casi toda la cuadra buscando respuestas.—

— ¿Y que piensas hacer?— volvió a preguntar mientras Draco iba a la habitación para cambiarse.

— Darles lo que quieren, no se van a cansar hasta obtener lo que desean.— Respondió mientras se amarraba el pelo.

Se volvió a acercar a Mandy para depositarle un beso corto en los labios, acompañado de un "ahora vuelvo, ten la televisión encendida." En un susurró antes de salir por la puerta.

Mandy obedeció; encendió la televisión, en casi todos los canales de noticias estaban en vivo a las afueras del edificio.

Luego de unos segundos Draco apareció en la pantalla, los flashes apenas lo dejaban ver, pero menos mal traía un par de gafas de sol para evitar esto.

— ¡Dinos! ¿Quien es la mujer que está en el álbum más reciente?—

— ¡Queremos respuestas!—

Draco hizo señas para que se calmen un rato y pueda responder tranquilamente, sin sentirse presionado.

— Ella no es ninguna modelo o actriz, mucho menos otra cantante como muchos piensan.— empezó aclarando.— Ella es mi mujer ¿Oyeron? Es mi futura esposa y la madre de mis hijos.—

— ¿Pero como se llama?—

— ¿De dónde la conoce?—

— ¿Que hay de las partes del concierto?—

— Ah.. eso; bueno empezemos que tenía su permiso para hacerlo— mintió, nisiquiera la conocía en ese entonces.— Su nombre todavía no lo diré, sin su consentimiento no haré nada fuera de su moral.—

— ¿Porque la ocultaste?—

— Su simple protección.— Respondió algo agresivo.— No responderé más preguntás.— Dijo mientras se daba vuelta y volver al Penthouse, los oficiales del edificio sacaban a los periodistas del lugar.

Draco volvió más rápido de lo que esperaba, azotó la puerta con agresividad del estrés que le daba estar frente a medios.

Mandy apagó la tele antes que Draco llegue para no estresarlo más. El rockero se tumbó en los muslos de la morena en busca de sus caricias, se las proporciono sin decir una palabra.

— No debiste mentir.—

— ¿Que quieres que diga? La presión era bastante.—

— ¿Que tal si te descubren? Pueden dejarte abajo si quieren.—

— No creo, pero tampoco quiero confiarme... Acuéstate bien, así estás más comoda.—

Mandy le hizo caso, se acostó bien en el sillón mientras Draco se escondía entre los pechos de esta encima de la polera

— ¿Es enserio?— Reprochó abrazando y acariciando la cabeza del peli rojo.

— Si, es enserio. — Contesto mientras recibe las caricias.

Señorita de caramelos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora