Al pasó del tiempo gavi vio a pedri cada vez más distante, nunca tenía tiempo para el y siempre estaba ocupado llegó un punto que solo lo veía en el entrenamiento.
Hasta que un día cuando pedri se fue a la ducha, le cogió el móvil y al revisar se topo con un"pastelera" y cuando lo llamo era una mujer, obviamente gavi se pensó que pedri le estaba poniendo los cuernos
La sospecha inundó a Gavi en cuanto escuchó la voz de la mujer al otro lado del teléfono. Sintió que el aire se le hacía denso, que el suelo tambaleaba bajo sus pies. ¿Acaso todo por lo que habían pasado, todo lo que habían construido, era solo una ilusión?
Se quedó ahí, mirando el móvil en silencio, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Mil pensamientos pasaron por su mente: quizá había señales que él había pasado por alto, momentos en los que Pedri parecía ausente o distante, las excusas de estar ocupado... Era como si de pronto todo encajara, y eso lo hería profundamente.
Decidido a obtener respuestas, Gavi esperó a que Pedri saliera de la ducha. Al verlo, intentó mantener la calma, pero el temblor en sus manos lo delataba.
—¿Podemos hablar? —le dijo en un tono bajo, pero firme.
Pedri, al notarlo tan serio, asintió y se acercó, algo desconcertado.
—Claro, dime, ¿qué pasa?
Gavi no pudo contenerse y, alzando el móvil de Pedri, le mostró el nombre de "Pastelera" en la pantalla.
—¿Quién es ella, Pedri? ¿Por qué nunca me habías hablado de esta mujer? —preguntó, tratando de controlar su voz.
Pedri frunció el ceño, sorprendido. Se quedó en silencio un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Después, suspiró y tomó asiento en el banco de vestuario, invitando a Gavi a sentarse a su lado.
—Gavi… entiendo que esto te haya confundido, pero déjame explicarte —comenzó, mirándolo directo a los ojos—. "Pastelera" es solo un apodo. Es mi prima, Patricia. Ella tiene una pequeña pastelería en el pueblo de mis abuelos. Y, bueno, la verdad es que últimamente la he estado ayudando a sacar adelante su negocio.
Gavi lo miró con escepticismo, todavía dolido y sin saber si podía confiar en él.
—¿Por qué no me lo dijiste? Has estado tan distante, tan… ausente. Me sentía como si me estuvieras dejando de lado.
Pedri bajó la mirada, dándose cuenta del daño que había causado sin querer.
—Lo siento, Gavi. Debería habértelo dicho. Quería ayudarte a organizar todo con la campaña, y a la vez quería estar ahí para mi prima. Me abrumé y pensé que podría manejarlo solo. No te quise preocupar.
Gavi, aunque aliviado, aún sentía una punzada de inseguridad.
—Pedri, todo esto me hizo dudar. Me dolió pensar que te estaba perdiendo.
Pedri extendió la mano y tomó la de Gavi con suavidad.
—Jamás haría algo así, Gavi. Eres la persona más importante en mi vida, y me duele haberte hecho sentir así. Prometo ser más abierto y contarte lo que me esté pasando. No quiero que tengas que adivinar lo que siento o pienses que te estoy dejando de lado.
Gavi lo miró, viendo la sinceridad en sus ojos. Poco a poco, las dudas se desvanecieron. Pedri le sonrió, y Gavi, finalmente, se permitió sonreír también.
—Está bien. Solo… sé sincero conmigo. Siempre —respondió.
Pedri lo abrazó, y Gavi sintió el alivio de saber que todo estaba bien, que su conexión seguía fuerte, y que juntos podrían seguir adelante, más abiertos y unidos que nunca.