Con el paso del tiempo, la relación entre Gavi y Pedri se convirtió en un ancla en medio de la tormenta mediática y las presiones de su vida profesional. Aunque las miradas curiosas y los rumores nunca cesaban, ellos habían encontrado en cada uno un refugio sólido. Esa noche, mientras caminaban por las calles iluminadas, se sintieron libres y auténticos, como si nada más importara.
Un día, sin embargo, las cosas tomaron un giro inesperado. Un fotógrafo había capturado una imagen de ellos juntos en un momento íntimo, y las redes sociales pronto se llenaron de especulaciones. Los medios hicieron preguntas incómodas en las conferencias de prensa, y sus compañeros comenzaron a mirarlos con nuevas dudas.
La presión comenzó a agotar a Gavi, quien intentaba lidiar con las expectativas del equipo, las obligaciones sociales y su compromiso con Pedri. En una noche particularmente difícil, Gavi se encontró en el estadio vacío, bajo la misma luz que había iluminado sus momentos de paz con Pedri. Sintió que el peso de todo lo que había construido se tambaleaba.
Las palabras de Pedri resonaban en la mente de Gavi mientras él, solo en el estadio, trataba de encontrar un camino para aliviar su carga. Recordaba cómo Pedri le había prometido estar juntos pase lo que pase, pero ahora, con la presión abrumadora y las miradas juzgándolo todo, esas palabras comenzaban a sentirse como una ilusión lejana.
Al día siguiente, se encontraron en un rincón apartado del centro de entrenamiento. Pedri notó el cansancio en los ojos de Gavi y, preocupado, intentó hablarle, pero Gavi se adelantó, con una tristeza en la voz que rompía el corazón.
—No sé cuánto más puedo aguantar, Pedri —dijo, tratando de ocultar el temblor en sus manos—. No es que no quiera estar contigo... Es que no sé si soy lo suficientemente fuerte para esto.
Pedri quedó en silencio, su mirada fija en Gavi, procesando las palabras que tanto temía escuchar. Quiso decirle que no importaba, que lucharían juntos, pero en el fondo sabía que Gavi estaba roto. La presión, las miradas, los constantes rumores, habían desgastado el lazo que tanto se habían esforzado en proteger.
—Entiendo, Gavi. No puedo obligarte a seguir si esto te está destruyendo —dijo Pedri, aunque cada palabra le costaba un pedazo de su propio corazón.
Se quedaron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos, mientras la realidad de la separación se hacía cada vez más palpable. Finalmente, Gavi dio un paso hacia atrás, su mirada llena de tristeza y agradecimiento al mismo tiempo.
—Gracias por todo, Pedri. Siempre vas a ser... mi mejor recuerdo —murmuró antes de alejarse.
Pedri se quedó allí, viendo cómo Gavi se desvanecía entre los pasillos del estadio. Sabía que había hecho lo correcto, pero eso no le quitaba el vacío que ahora lo consumía. En medio de las luces y el silencio del estadio, Pedri comprendió que algunas personas llegan para quedarse en el alma, aunque deban irse de la vida.
Esa noche, mientras volvía solo a casa, sintió que algo dentro de él también se había ido.
💔💔💔
Los días pasaron lentamente, y ambos se sumieron en sus propias rutinas, intentando retomar sus vidas, aunque nada era igual. Cada vez que Gavi pisaba el estadio, sentía el peso de la ausencia de Pedri. Los lugares que solían compartir, las risas en el vestuario y los momentos en los que se miraban de reojo, todo parecía teñido de una melancolía que le hacía imposible olvidar.
Pedri, por su parte, se lanzó de lleno al fútbol, entregándose en cuerpo y alma a los entrenamientos y los partidos. Aunque sus compañeros lo veían más enfocado que nunca, él sabía que esa intensidad no era por pasión, sino por necesidad. Era la única manera que tenía de llenar el vacío que Gavi había dejado.
A veces, en medio de la multitud de fanáticos, Pedri creía ver a Gavi entre los rostros, con la mirada perdida pero cálida, observándolo desde la distancia. Cada vez que esto ocurría, su corazón latía con fuerza, y por un instante, deseaba correr y abrazarlo, decirle que el dolor valía la pena, que podían intentarlo de nuevo. Pero en cuanto parpadeaba, el rostro de Gavi desaparecía, y todo volvía a ser una ilusión.
Una noche, mientras revisaba las redes sociales, Pedri vio una foto de Gavi en una fiesta. Estaba rodeado de amigos, con una sonrisa que parecía despreocupada. Sin embargo, Pedri notó la tristeza oculta en sus ojos, la misma que él llevaba consigo todos los días. Esa imagen fue como una punzada en el pecho; sabía que, a pesar de los intentos de ambos por seguir adelante, no podían borrar lo que habían compartido.
Finalmente, una noche de invierno, Gavi se atrevió a regresar al estadio vacío, en el mismo lugar donde habían compartido tantas palabras de consuelo y promesas silenciosas. Se sentó en una de las gradas y, mirando el campo, recordó la última vez que estuvo allí con Pedri. Cada rincón de ese lugar parecía murmurarle su nombre, como un eco de lo que había sido y de lo que jamás volvería a ser.
Pedri, quien aún se encontraba en el edificio después de un largo entrenamiento, lo vio desde lejos. Sin hacer ruido, caminó hacia él, con una mezcla de nostalgia y esperanza. Gavi lo sintió acercarse, y sus ojos se encontraron en un silencio que decía más que cualquier palabra. Sin embargo, ninguno de los dos dijo nada. Simplemente permanecieron allí, juntos, en el silencio de ese estadio vacío, compartiendo una última despedida silenciosa que no necesitaba palabras.
Cuando finalmente se separaron, ambos supieron que esa sería la última vez que sus caminos se cruzarían de esa manera. Aunque el dolor permanecería en sus corazones, ambos entendieron que algunos amores no estaban destinados a durar en el tiempo, sino a marcar el alma para siempre.
Pedri lo entendía, también entendía que gavi iba a tener más parejas pero no a las dos semanas, porqué si después de dos semanas gavi y ana confirmaron su relación.
Para Pedri, el anuncio de la relación entre Gavi y Ana fue como una puñalada inesperada. Aunque intentaba convencerse de que lo mejor era seguir adelante y que Gavi tenía derecho a rehacer su vida, no podía evitar sentirse traicionado. Dos semanas no parecían suficiente tiempo para olvidar lo que habían compartido, ni para sanar las heridas que aún estaban abiertas.
La noticia se propagó rápidamente por las redes sociales y los medios, mostrando imágenes de Gavi y Ana en diferentes eventos, sonriendo, tomados de la mano, como si fueran la pareja perfecta. Pedri intentaba ignorar las fotos, las entrevistas, pero cada vez que su teléfono sonaba, temía que fuera una nueva notificación con otra foto de ellos juntos.
Durante los entrenamientos, Pedri y Gavi apenas cruzaban miradas. Gavi parecía incómodo, evitaba a Pedri a toda costa, pero a Pedri eso solo le hacía pensar en los recuerdos que aún lo mantenían despierto por las noches. Aunque sabía que debía actuar con profesionalismo, no podía evitar que el resentimiento y el dolor afectaran su desempeño en el campo. La conexión que solían tener en el juego ya no era la misma, y los entrenadores empezaban a notarlo.
Una noche, después de un partido en el que Pedri apenas había logrado concentrarse, decidió confrontar a Gavi. Lo encontró en el vestuario, solo, y sin pensarlo mucho, le preguntó con voz tensa:
—¿Tan rápido, Gavi? ¿Todo lo que tuvimos te importó tan poco?
Gavi lo miró sorprendido, y por un momento pareció querer responder, pero su mirada se desvió al suelo. Su voz fue apenas un susurro cuando finalmente habló:
—No fue fácil, Pedri... No es que no me importara. Pero necesitaba seguir adelante... aunque aún me duela.
Pedri negó con la cabeza, sintiendo la rabia y la tristeza mezclarse en su pecho. Ver a Gavi con alguien más tan pronto, pretendiendo estar bien, solo hacía que todo doliera más. Sin más palabras, salió del vestuario, dejándolo solo, con esa distancia entre ellos que parecía imposible de cerrar.
Para pedri gavi era su niño, su amor y la persona más importante en este mundo, pero acaso para gavi solo era un recambio que servía solo para un rato?
Holaa
