—Está retrasado —el enojo de Nobara era evidente—. ¿Cómo puede retrasarse más de una hora?
—No es como si tuviera el poder de apurar un avión —dijo Megumi a su vez—. Tal vez tuvieron turbulencias.
Yuuji miró su reloj preguntándose porque el avión de Choso tardaba tanto, hasta que una notificación en su teléfono le indico que ya había aterrizado.
—Ya bajó del avión —anunció—. Dice que saldrá por la salida cuatro.
Los tres caminaron esquivando a las personas hasta llegar a las puertas. Choso no tardó en salir agitando una de sus manos en su dirección para correr y abrazarlo como si no se hubieran visto por años.
Se saludaron y dieron las correspondientes presentaciones, en donde el semblante de Choso cambio en una fracción de segundo al notar a sus otros dos amigos. No fue un cambio incomodo o aterrador, más bien fue algo que Megumi entendió como celos de no ser el único amigo de él.
—Discúlpame, Yuuji —dijo Choso con los labios apretados—. Pero he estado lidiando con un dolor en el trasero hace unos días.
—¿Está todo bien?
—Si y no. Un familiar lejano viajo conmigo y entiendo que si, no lo quieres en tu casa, encantado lo tirare ala calle.
—¿Tu familiar es un perro que puedes correrlo de esa manera? —pregunta Nobara.
—Peor, es mi primo.
Choso miró más allá para ver salir de las puertas de salida a un hombre corpulento sosteniendo el bolso en su hombro derecho. La polera ajustada en cada musculo de su torso hizo suspirar a cada mujer que tenía la suerte de pasar a su lado, incluso a su amiga.
—Ese si es un hombre —susurró Nobara.
Al llegar a su lado, el chico de unos veintitantos se centró solo en él, frunciendo las cejas al ver sus muñecas con detenimiento.
—Un gusto —levantó su mano—. Sukuna Ryomen.
—Un gusto —su voz salió débil—. Itadori Yuuji.
Él estaba caliente, la piel de su mano estaba casi ardiendo.
—Lo siento, hace un poco de calor aquí.
Solo pudo asentir incapaz de procesar aquella voz grave. Sintió su dedo pulgar acariciar el nacimiento de su muñeca.
—Oye, Sukuna —intervino Choso—, ¿por qué tardaste tanto?
—Las azafatas me detuvieron sin razón —levantó los hombros—. Creían que me había robado algo, querían registrarme.
—¿Te obligaron a quitarte la ropa?
Sukuna sonrió.
—No soy tan fácil, primo. No eran mi tipo —dijo mirando en dirección a sus ojos haciéndolo temblar.
—Es mejor que nos apresuremos —habló Megumi—. Tenemos que volver antes de que nos quedemos atorados en el trafico.
Todos lo siguieron, aunque Yuuji a pesar de estar rodeado de sus amigos la mirada insistente de Sukuna sobre su espalda era tan pesada que incluso dar unos simples pasos lo convertían un idiota por tropezar.
No era estúpido, podía notar que Sukuna era un hombre peligroso que solo provocaría en él lamentos y dolor, pero algo dentro de él le decía que se la jugara. Un lugar oscuro que antes no conocía, aunque a pesar de ser desconocido era algo que lo animaba en cierta forma.
La casa de Yuuji era normal, dos pisos con tres habitaciones y un baño. Megumi dormiría en su misma habitación mientras que Choso y Sukuna estaban en otro y Nobara se quedaría en la suya como la reina que era.
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HILO ROJO - JJK
FanfictionA lo largo de los años se ha estado contando una leyenda sobre un delgado y fino hilo de un brillante color rojo que une a dos almas destinadas a estar juntas y ser felices por siempre, a pesar de las diversidades y sus diferencias. Para muchos un m...