Las semanas pasaban y, aunque Danielle intentaba aparentar que todo seguía igual, sus amigas, Hanni y Haerin, no tardaron en notar algunos detalles extraños. Por ejemplo, en la cafetería, Danielle parecía distraída más de lo normal, y sus ojos, como por reflejo, buscaban a alguien en el otro extremo de la sala. Para cuando Haerin lo notó, hizo una pequeña seña a Hanni, que se giró y descubrió que la mirada de su amiga estaba claramente enfocada en Minji.
—Oye, Dani… ¿hay algo que quieras contarnos? —Hanni sonrió con una expresión juguetona, empujando un poco su bandeja de comida para captar toda la atención de Danielle.
Danielle, quien al principio no entendía a qué se refería, reaccionó sobresaltada, parpadeando rápido para disimular el rubor en sus mejillas.
—¿Eh? ¿De qué estás hablando? —Danielle dejó escapar una risa nerviosa, pero su actitud sólo despertó más la curiosidad de sus amigas.
Haerin, con una leve sonrisa, entrecerró los ojos en una mirada de complicidad.
—Es solo que… últimamente tienes una “carita especial” cuando estás en modo pensativo —dijo Haerin, subrayando la palabra con un tono burlón—. Y… parece que estás pensando en alguien que está cerca, pero no lo bastante como para notarte.
Danielle soltó una risita incómoda y agitó una mano, tratando de restarle importancia.
—Chicas, están exagerando… De verdad, no es nada de eso.
Hanni intercambió una mirada con Haerin, ambas sonriendo con complicidad antes de seguir bromeando.
—Claro que sí, Danielle —Hanni se inclinó un poco hacia ella—. Además, alguien parece dejarte regalitos, ¿eh? Que si un batido en tu escritorio, que si alguna nota tonta, flores…
Danielle sintió el corazón acelerarse al recordar los pequeños detalles de Minji, esos gestos que había intentado disimular como si nada. Aunque la presencia de Minji en su vida había pasado de una amenaza a una especie de secreto emocionante, intentó mantener su cara seria.
—Bueno… no sé quién es, pero seguro solo es alguien bromeando o molestando —dijo, encogiéndose de hombros y mirando hacia otro lado.
Haerin sonrió, cruzando los brazos con una ceja alzada.
—Dani, no eres tan buena mintiendo —le respondió—. Además, siempre te ríes cuando te llegan esas notitas. Y, para colmo, cada vez que miras hacia el rincón de los bullies, parece que te quedas pensando en algo.
—¿Será que nuestra Dani tiene un admirador secreto? —intervino Hanni con una voz cantarina—. Ay, qué romántico. Aunque sea alguien peligroso…
Danielle intentó disimularlo con una risa, pero no pudo evitar dirigir una mirada hacia el grupo de Minji, con una expresión suave. Minji estaba hablando con sus amigas, y, aunque no parecía estar pendiente de ellas, Danielle se quedó unos segundos observándola, hasta que se dio cuenta de que sus amigas la miraban fijamente.
—¡Eh! Ya basta de tonterías, chicas, vamos por algo de comer —dijo Danielle rápidamente, levantándose y arrastrándolas a las dos en dirección a la cafetería para evitar que siguieran investigando.
Mientras avanzaban, Hanni y Haerin se dejaron llevar sin dejar de sonreír con picardía, susurrando entre ellas lo que podría ser esta “historia de amor secreto”.
El ambiente en la mesa de Danielle cambió cuando Park Sunghoon, el atractivo y carismático chico del equipo de danza sobre hielo, se acercó a ellas. Hanni y Haerin lanzaron miradas traviesas y una que otra sonrisa cómplice entre ellas al ver cómo el chico, visiblemente nervioso, se rascaba la nuca y tamborileaba los dedos con un leve temblor.
—Danielle… ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó Sunghoon con una mezcla de nerviosismo y decisión en su tono. Danielle asintió, un poco sorprendida, y lo siguió unos pasos más allá, quedando a cierta distancia de sus amigas.
Mientras ellos comenzaban su conversación, Hanni y Haerin los observaban con gestos exagerados de entusiasmo.
—¿Crees que por fin alguien va a declarar sus sentimientos? —susurró Haerin, su tono entre curioso y juguetón.
—¡Ay, pero mira cómo se sonrojan! Parece sacado de un drama escolar —respondió Hanni en voz baja, haciéndole un gesto a Haerin para que observara cómo Danielle trataba de mantener la compostura mientras Sunghoon tartamudeaba al hablarle.
Danielle, aunque trataba de actuar normal, no pudo evitar un leve sonrojo ante el nerviosismo evidente de Sunghoon, que de vez en cuando desviaba la mirada, murmurando algo sobre el próximo evento de patinaje.
Mientras tanto, al otro lado de la cafetería, Minji los observaba con una expresión que se tornaba cada vez más sombría. Desde el momento en que había visto a Sunghoon acercarse a Danielle y apartarla de sus amigas, su sonrisa había desaparecido. Trató de ignorar lo que sentía y continuó con su bandeja, pero, al acercarse a su mesa, dejó caer la bandeja con un estruendo.
El golpe resonó en la cafetería, y todos, incluidos Danielle y Sunghoon, giraron la cabeza hacia ella. Minji lanzó una mirada de desagrado mientras murmuraba una queja entre dientes, y se dejó caer pesadamente en su asiento, con sus secuaces tomando lugar alrededor, mirándola con una mezcla de sorpresa y temor ante su evidente incomodidad.
Danielle observó la escena desde su lugar junto a Sunghoon, y aunque intentaba escuchar lo que él le decía, no podía evitar que su mirada se desviara hacia la figura de Minji, quien ahora tenía una expresión de absoluta molestia. Sunghoon, percibiendo que la atención de Danielle estaba en otro lado, se tensó un poco, pero no se atrevió a interrumpir sus pensamientos.
Los secuaces de Minji, conscientes de que algo en ella había cambiado, intercambiaron miradas, entendiendo que el motivo de su mal humor era la conversación entre Danielle y el chico de danza.
Minji, aún con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, tomó asiento mientras uno de sus secuaces, Lee Heeseung, se inclinaba hacia ella con una sonrisa divertida.
—¿Qué pasa, jefa? ¿El nuevo novio de Marsh no te cae bien? —preguntó Heeseung, levantando una ceja con una mueca burlona, claramente consciente de su incomodidad.
—No seas idiota, Heeseung —gruñó Minji, apretando el tenedor entre los dedos—. No tiene nada que ver con eso.
Pero su mirada traicionaba otra cosa, y sus compañeros lo notaron de inmediato. Yoon Keeho, quien también estaba allí, soltó una carcajada leve, lanzando una mirada en dirección a Danielle y Sunghoon.
—Pues parece que sí, jefa. Míralos nada más, como en una escena romántica de película —bromeó, recibiendo un codazo de Minji.
—Ya les dije que no tiene nada que ver con eso, ¿ok? —Minji hizo una pausa, apretando los labios mientras miraba a sus amigos con una mezcla de frustración y orgullo herido—. Solo me molesta… que cualquiera piense que puede acercarse a ella así de fácil, eso es todo.
—Ajá, claro, como si no estuviéramos al tanto de tus "intereses" en Marsh —soltó Choi Yeonjun, recargando un brazo sobre el respaldo de su silla mientras la miraba con una sonrisa sarcástica—. No tienes que fingir con nosotros.
Minji soltó un suspiro de exasperación y apartó la mirada, claramente incómoda. Aunque trataba de mantener su expresión fría, la irritación era evidente. Pero en lugar de responderles directamente, Minji clavó los ojos en Danielle y Sunghoon, quienes seguían hablando. Su mandíbula se tensó.
—Si tiene algo que decirle, debería darse prisa —murmuró Minji, entrecerrando los ojos—, porque no pienso quedarme de brazos cruzados.
Yeonjun soltó una risa suave y cruzó los brazos.
—¿Qué vas a hacer, jefa? ¿Arrastrarla fuera de la cafetería? Porque esa es justo tu especialidad.
Minji giró la cabeza para mirar a Yeonjun y, tras unos segundos de silencio, una media sonrisa peligrosa asomó en su rostro.
—¿Y por qué no? —dijo, encogiéndose de hombros—. Después de todo, hay ciertas cosas que solo yo tengo el derecho de decirle.
Ante eso, sus secuaces compartieron miradas entre ellos, conteniendo risas mientras observaban a Minji prepararse, como si decidiera en qué momento iba a intervenir.
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𝑰 𝐇̶𝐀̶̶𝐓̶̶𝐄̶ (𝑳𝑶𝑽𝑬) 𝒀𝑶𝑼 || Husseyz
أدب الهواةEn una prestigiosa escuela de Corea del Sur, Danielle Marsh se enfrenta al infierno en un ambiente donde los fuertes mandan, y nadie es más intimidante que Kim Minji. Minji, una joven con fama de dura y una pandilla de secuaces a su disposición, par...